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La hemofilia es una enfermedad que impide la coagulación de la sangre, la cual está relacionada con el cromosoma X, y actualmente existen tres tipos, aunque los A y B son los más comunes.

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Hemofilia A, también conocida como la hemofilia clásica, está causada por el déficit del factor 8.

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Hemofilia B, también conocida como la enfermedad de Christmas, causada por el déficit del factor 9.

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Hemofilia C, causada por el déficit del factor 11.

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Sus síntomas principales son el sangrado y la facilidad de aparición de molotones.

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Respecto al sangrado, en los casos más leves pueden notarse hasta una avanzada edad, en una cirugía o en un traumatismo.

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Sin embargo, en los casos más graves se pueden dar sangrados graves sin motivo, incluso sangrados internos.

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Esta enfermedad se puede diagnosticar con frecuencia después de un sangrado normal o bien, si algún miembro de tu familia la padece.

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Puedes hacer un examen de sangre. La hemofilia tiene un solo tratamiento, las infusiones intravenosas, variaciones de la hemofilia.

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La hemofilia de Leiden es una aparición de la hemofilia B, aunque es menos común, se da cuando los niveles del factor 9 son menores al 1%.

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Con estos niveles es muy peligroso en niños, aunque después de la pubertad los niveles suben hasta aproximadamente el 50%.

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Cuatro curiosidades de la hemofilia. La hemofilia A la padecen una de cada 10.000 personas y la B una de cada 50.000.

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La hemofilia se adquiere normalmente por genética, pero un 30% de los enfermos de hemofilia la han adquirido por un cambio en sus genes.

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El deporte puede ayudar a prevenir las hemorragias de esta enfermedad, pero ciertos deportes como el rugby, el fútbol americano y el boxeo no son recomendables para personas hemofílicas.

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Los primeros casos de hemofilia fechan del siglo II d.C., cuando algunos rabinos judíos, al circuncidar a algunos varones, sangraban mucho sin motivo.