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Julio 2018. Unas vacaciones de una semana por el norte de España, concretamente por la comunidad

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de Cantabria, al final de julio, permitió disfrutar de la playa, el sol, los pueblos

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montañeses, la costa y la gente local. Empezamos en la localidad de Isla, cerca de Noja, disfrutando

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del paisaje marítimo con un paseo paralelo a la ría de Cabo Queja. También descubrimos un molino

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de Marea, Santa Blaja, dentro del bonito entorno de la marisma de Joyel. Mientras, en la playa de

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Quejo, en Isla, no pudimos ni echarnos crema solar. La playa de Berria, en Santoña, y algún momento

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de sol, contribuyó a acoger un bronceado de turista. La lluvia nos empujó a una vuelta por

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el pueblo y alrededor de Santoña. Llegamos al punto más centenarional, el Cabo de Ajo, y a la

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climatología más adversa, viento y llovizna persistente. Nos adentramos en los valles

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interiores cántabros, localizamos un puente, una estatua del hombre-pez en Lierganes, y por último

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volvimos a casa, con una parada intermedia en Lerma, Burgos, para contemplar su majestuosa

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plaza y su palacio, antes de percibir el calor seco de Madrid.