En un Mercado Persa 3ºC - Contenido educativo
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Trabajo de 2º Trimestre.
¿Habéis oído alguna vez hablar de las caravanas de los camellos?
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Eran mercaderes que recogían grandes distancias y atravesaban desiertos para comprar y vender sus productos.
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Seras de china, especias, piedras preciosas, paños, brocados, oro...
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Ahora quiero que imaginéis una de estas caravanas de camellos y mercaderes.
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Una caravana que está llegando a una lejana y misteriosa ciudad de la antigua Persia.
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La caravana entra por las puertas de la ciudad.
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Música
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A las puertas de la ciudad, los mendigos, andarajosos y sucios, asaltan a los mercaderes con sus súplicas y lamentos.
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Por favor, darnos algunas monedas, ricos mercaderes, somos pobres, tiene compasión.
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Los mendigos se incorporaron a la caravana y sirven a los mercaderes.
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Por su amor y por su alcance, los vencidos se mueren.
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El mercado parece una fiesta de colores, olores y sonidos.
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Unos venden, otros compran, otros cantan, otros bailan.
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Todos tienen algo que ofrecer.
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De repente se hace silencio.
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Todo queda estático.
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El tiempo se ha detenido, es la comitiva real, una silla de manos transportada por todos los hombres, ricamente vestidos, avanzan suelentemente hacia el centro de la plaza, la gente les abre paso a la silla.
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Se detiene la cortina, se abre una princesa de cara asustada, desciende de la silla.
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Oh, exclama la gente, es la princesa, la hija del cañón.
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Murmullos y cuchillos pasan de boca en boca.
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Y la princesa de Guadalajara dice que Carija la ha estado buscando mi marido, pero ella no quiere oír nada de Guadalajara.
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Lo pobrecito es tan joven, apenas tiene 14 años.
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La princesa se dirige hacia un extraño de la plaza donde un grupo de jugadores cuentan su historia.
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Diga la princesa, grita un pulgar, y el mercado recobra su actividad.
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Malabaristas, escupefuegos, cuentacuentos, vulgares, shaggy monkeys y milistas.
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Todos vieron mostrar sus habilidades a la princesa.
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Un hombre se abre paso entre la multitud.
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Lleva un gran turbante azul turquesa y un texto cubierto con telas de colores.
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El hombre se acerca hasta la princesa, se sienta en el suelo, uno pasa el texto delante, la abre, saca un instrumento de disco y comienza a tocar una estridente melodía.
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De pronto, el sexto, surge una gran cobra que se contonea al ritmo del tumariz.
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La princesa primero se asusta, pero luego mira, enverguesada, no puede apartar los ojos de la gran cobra.
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Ella también parece descubrir el encanto del tumariz.
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Nunca había visto nada parecido.
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La plaza, se desalcalizó en persona y por la cara que trae no está muy contento.
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Su escolta le sigue con cara de susto y atropelladamente el califa ha salido de palacio sin avisar
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y no han tenido tiempo de preparar el cortejo.
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¿Qué habrá pasado?
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Eso es, la princesa salió del palacio sin el permiso de su padre, se escapó sin decir nada y ahora el califa viene a buscarla de muy mal humor.
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Pobre princesa, esto le va a costar un buen castillo.
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Los mendigos en cuanto han visto llegar al califa se han abalanzado sobre él
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Para pedirle algunas monedas y aunque no les trae el momento para bromas
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Ellos le dicen, majestad por favor una ayuda que somos pobres y necesitados
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La princesa no tiene más remedio de obedecer las órdenes de su padre.
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Ha hecho mal en escaparse, sí, pero es que la vida en el palacio es tan bonita.
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Aquí en la Plaza del Pano hay olores, sonidos y historias que cuentan los jugulares.
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Son apasionantes. Por favor, padre, suplica a la princesa dejarme que me lleve un platito más.
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No y no, contesta el padre.
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Este no es un lugar para princesas, rellenas.
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Ya es la hora de reposar el mercado.
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Pronto caerá el sol y las puertas de la ciudad se cerrarán.
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La princesa vuelve a subir a su silla de mano y con un paso lento y triste regresa a casa.
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En efecto, tal y como ha dicho el califa, ya se acerca la puesta del sol y hay que recoger.
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Los mercaderes empaquetan sus productos y cargan de nuevo sus caminos.
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Antes de que las puertas de la ciudad se cierren, tienen que salir hacia su campamento.
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instalado a los pies de la muralla.
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Mañana otra ciudad y otro mercado
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donde vender y comprar productos a lo lejos
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parece desecharse los vestidos de la pinta.
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El sol ya se ha puesto en el mercado,
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solo quedan unos pocos rejagados.
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El día ha dejado paso la noche
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y el bullizo al silencio.
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El mercado se ha quedado vacío.
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Ya solo se oye el cansado paso de los mercaderes, perdiéndose en la distancia.
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- Idioma/s:
- Autor/es:
- Sandra Muñoz
- Subido por:
- Sandra M.
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- Todos los derechos reservados
- Visualizaciones:
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- Fecha:
- 22 de junio de 2022 - 16:24
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- Clave
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- CP INF-PRI SEIS DE DICIEMBRE
- Duración:
- 10′ 50″
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