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Leer antes de leer. "Trapito"
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Un cuento adaptado sobre la película de Trapito dirigida por Manuel García Ferré (año 1975).
Leer antes de leer. He elegido este personaje, Trapito. Se trata de una película argentina
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basada en el libro de García Ferré y dirigida por él en el año 1975. Yo la vi por primera
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vez siendo muy pequeña y me marcó tanto que decidí trabajarlo en mi aula de música
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con las canciones compuestas por Néstor D'Alessandro
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y que están todas ellas cargadas de muchos valores.
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Lo que he hecho ha sido una adaptación de esta película a modo de cuento
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modificando algunos textos, suprimiendo personajes e incluso modificando alguno
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como es el caso de Larguirucho que veremos a continuación.
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Pues bien, este es el cuento.
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Érase una vez un espantapájaros que siempre vivía clavado en la tierra
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Se llamaba Trapito
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Un día de tormenta apareció volando un gorrión llamado Salapín
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Volaba en contra del viento, la tormenta
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Y cayó moribundo al suelo frente al espantapájaros
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Trapito lo salvó metiéndolo en su bolsillo
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Refugiándolo del frío y de la lluvia
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Al día siguiente despertó el gorrión
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y exclamó con alegría. ¡Ah, qué hermoso día! Gracias, Trapito, me salvaste la vida. No tiene
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importancia, contestó Trapito. ¿Cómo que no tiene importancia mi vida, si mi vida es lo único que
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tengo en la vida? respondió Salapín. Pero claro, ¿qué sabrás tú si estás ahí duro como un
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espantapájaros? Es que soy un espantapájaros, afirmó Trapito. Sí, pero un espantapájaros que
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salva a un gorrión, no es un espantapájaro, se es una buena persona y merece mejor suerte. Correr
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aventuras, caminar por el mundo, ven conmigo y te divertirás, le suplicó Salapín. Ir contigo,
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pero si no puedo caminar, mi destino es estar clavado aquí, aclaró Trapito. A lo que Salapín
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respondió, clavado aquí, mira, escucha y haz como yo. Cada día que comienza me llena
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de ilusión. Salapín, salapón, salapiripiripiripón. El secreto es no estar quieto, busca siempre
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una ilusión. Salapín, salapón, salapiripiripiripón. Porque es la vida alegre y divertida si uno
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tiene una ilusión, más en cambio es triste y aburrida. Si uno tiene vacío el corazón, ¿por qué
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vivir es perseguir un ideal? Luchar por él hasta alcanzarlo y después empezar otra vez. Cada día
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que comienza me lleno de ilusión. Salapín, salapón, salapiripiripiripón. He elegido esta textura,
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son plumas de colores porque me parece que refleja este sentimiento de alegría e ilusión. Con esta
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canción Trapito se puso tan contento que decidió salir de la tierra y seguir a Salapín en busca
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de aventuras. Caminaron y caminaron cruzando bosques, subiendo y bajando colinas, respirando
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el aire fresco de las montañas, el aroma de las flores, jugando con los animalitos que cruzaban
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por su camino hasta que llegaron a la granja de Larguirucho. Buenos días, hermano Larguirucho,
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dijo Salapín. Buenos días, Salapín, ¿qué andan haciendo juntos un gorrión y un espantapájaros?
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contestó extrañado el granjero. Era un espantapájaros, pero ha dejado de serlo porque
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ahora tiene una ilusión, y esa ilusión soy yo. Entonces Larguirucho les explicó que él antes era
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un ser triste, cabizbajo y meditabundo, hasta que un día se compró una granja y volvió a la
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naturaleza. Les explicó lo feliz que era cantando así. Es mi granja así divina que lo diga la
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gallina todos viven a sus anchas fíjense si no en la chancha de a poquitos de a poquitos van
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creciendo los pollitos y navegan una lata con sus hijas doña pata a la vaca yo la ordeño para eso
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soy el dueño. Y en mi granja son felices hasta las pobres lombrices. Cada día que pasa nace una
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ilusión. Trapito y Salapín se hicieron grandes amigos del arguirucho. Un día le acompañaron a
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vender unos quesos al pueblo. Vendieron los quesos por veinte monedas de oro, así que fueron a comer
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muy contentos a un mesón. Mientras comían, entró un cuervo a cantarles una canción con su concertina.
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¡Qué lindo! ¡Música, por favor! pidió Trapito y comenzó a cantar. Las cosas más hermosas de la vida
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no se pagan con dinero mirar una estrella correr junto al mar llorar como un niño reír y cantar
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oler una rosa dormir una siesta oír un consejo llegar hasta viejo las cosas más hermosas de la
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vida, no se pagan con dinero. Vivir feliz es muy sencillo, disfruta de la vida y olvida tu bolsillo.
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El cuervo cantor se despidió y de pronto cuando el arguirucho fue a pagar, vio que le había
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desaparecido el dinero. Ha debido de ser el cuervo cantor. Voy a buscarlo, dijo Larguirucho. De aquí
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no sale nadie sin pagar, aclaró el mesonero. Bueno, entonces, contestó Larguirucho, buscaré
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trabajo, ganaré dinero, ahorraré y la deuda saldaré. Le doy una semana de plazo, aclaró el
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mesonero. Así que comenzaron a buscar trabajo para poder pagar al mesonero. Trapito vio un cartel
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que decía, se busca carpintero. ¡Qué bien! Pues por fin consiguió Larguirucho su trabajo de
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carpintero. Tenía que arreglar una pata de palo del pirata Malapata para entregárselos a misma
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tarde. Trapito y Salapín le ayudaron a arreglar esa pata de palo, la envolvieron y fueron al barco
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a entregársela al pirata Malapata. ¡Por mil cañones y truenos al fin llegaron! ¡A ver qué tal quedó
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esa pata! ¡No me gusta nada al calabazo! Los piratas corrieron tras ellos y los encerraron, menos Salapín
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que pudo escapar volando. El barco comenzó a zarpar rumbo mar adentro. El pirata malapata
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iba en busca de un tesoro perdido en el fondo del mar. Eran perlas en forma de lágrima. Tenía
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una muestra que robó junto con el plano a un viejo pescador de perlas. Decidió que fueran
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los presos a por las perlas, así que un buen día sacó a Trapito y a Larguirucho del calabozo,
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los vistió de buzos y les arrojó al mar para que fueran a por las perlas. Comenzaron a nadar y a
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nadar hasta que encontraron el tesoro. Las perlas en forma de lágrimas venían de una sirenita que
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no dejaba de llorar. ¿Cómo te llamas? preguntó Trapito. Espumita, respondió la sirenita. Mucho
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gusto, Espumita. No temas, estamos aquí para ayudarte. No queremos verte llorar. Cuéntanos
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qué te pasa y te ayudaremos, dijo Trapito. Entonces Espumita les contó el motivo de su pena. Un malvado
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pulpo secuestró a su valiente caballito de mar. Lo tenía escondido en un galeón en el fondo del
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mar. Trapito y Larguirucho fueron hacia aquel galeón a rescatar al caballito de mar. Parecía
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abandonado, pero de pronto salió el pulpo cruel a atacarles. Trapito se tapó con un trapo viejo y
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se hizo pasar por un fantasma. ¡Uuuh! ¡Uuuh! El pulpo, muerto de miedo, huyó despavorido y Trapito
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pudo salvar al caballito de mar. ¡Por fin juntos de nuevo! ¡Espumita! ¡Caballito! La sirenita les
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dio como regalo una perla a cada uno. Una y dos. ¡Adiós, espumita! Cuando subieron al barco, les
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dijeron al pirata que no encontraron nada. El pirata no les creyó y se zambulló en el agua a
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buscar las perlas junto con su cuervo. De pronto se escuchó unos gritos. Era el pulpo nadando tras
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el pirata y el cuervo cantor por la superficie del mar. Está claro, dijo Larguirucho, el que mal anda,
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mal acaba. ¡Socorro, socorro! gritaban los piratas desde sus celdas. ¡Sáquenme de aquí! gritaba
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Salapín desde una jaula. El pirata malapata había secuestrado a todos, pero Trapito y Larguirucho
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los dejaron en libertad, así que la tripulación los eligieron los capitanes del barco.
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Entonces, ¡volvamos a casa!
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Por fin llegaron al mesón para pagar al mesonero con una perla de espumita.
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Bueno, Larguirucho, nosotros nos despedimos y seguiremos nuestro camino, dijo Salapín.
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¿Cómo? ¿No se vienen a vivir a mi granja? Preguntó muy triste Larguirucho.
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—¡Adiós, Trapito! —¡Adiós, Larguirucho! —No estés triste, Trapito. En la montaña
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jugaremos con el eco. ¡Trapito! ¡Trapito! De pronto, Salapín tropezó con una hermosa
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pajarita que quedó maravillado. La tomó de la mano y se fue volando con ella,
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perdiéndose en la lejanía. —¡No te vayas, Salapín! —imploró Trapito. —¡Eres mi ilusión! ¡No!
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¡No! Trapito volvió a ser aquel espantapájaros triste y se ancló de nuevo en la tierra. Pasaron
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los días, semanas, meses, hasta que un buen día apareció de nuevo Salapín, esta vez acompañado
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de su familia. Trapito, muy alegre, volvió a salir de la tierra y comenzó a jugar y a jugar con
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salapín, con su esposa y con todos sus hijos. De nuevo recuperó la ilusión para siempre.
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Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Evidentemente este cuento lo contaría más despacio,
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más pausado. Moraleja. La ilusión es muy bella, pero vuela. También ella tiene alas como los
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pájaros, por eso puede volar y abandonarnos, pero también como tiene alas un día puede volver. Las
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ilusiones son como los pájaros, van y vienen volando, uno solo tiene que dejarse llevar por
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la suya, porque quien no tiene ilusión es como un espantapájaros, siempre anclado a la tierra. Si
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nos sintiéramos como espantapájaros y diéramos un paso, hay que pensar que quien puede dar un paso
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puede dar muchos. Hay que cantar siempre la canción de Salapín. Los valores que se transmiten son la
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bondad, valentía, honor, astucia, amistad, alegría e ilusión. Este es el espacio de lectura que he
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utilizado. Ahí he mezclado niños de todas las edades y ha sido un éxito. ¡Adivina adivinanza!
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Soy tu ilusión, ¿quién puedo ser? ¡Salapín!
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El juego que he empleado en la clase con los niños está basado en un juego tradicional de la zapatilla por detrás
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He hecho una adaptación cambiando la canción por otra titulada El pirata malapata, extraída de la película Trapito
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El niño que se la liga pasa a caminar detrás de sus compañeros con el sombrero y el parche del pirata puesto en el ojo
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La canción dice así
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¡Qué mala pata tiene el pirata!
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¡Anda como loco, pues le dura poco!
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¡Qué mala pata tiene el pirata!
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Va marcando el paso, dando trabucazos
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Cuentos que recomiendo a las familias
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Este es uno, Cuento para chiquitines, de la editorial Rudolf Steiner
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Son cuentos del mundo recopilados por Heidi Biller
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Y otro libro que recomiendo es este, El caballo equilibrista
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Escrito por Javier Tonda
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- Subido por:
- Elena S.
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- Reconocimiento - No comercial
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- Fecha:
- 8 de diciembre de 2018 - 17:35
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- Público
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- CP INF-PRI CIUDAD DE LOS ANGELES
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