Pete, el cohete dormilón
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¡Hola, amigos y amigas! ¿Qué tal estáis?
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Hoy os voy a contar un cuento muy especial porque está aquí dentro,
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en este teatro que se llama Kamisibai.
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¿Lo queréis escuchar?
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Un cuento te cuento, escucha muy atento.
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Pit, el cohete dormilón.
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Un lunes por la mañana sacaron a Pete de la fábrica de cohetes y le colocaron en su lugar de lanzamiento
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Estaba reluciente, con sus remaches y ventanitas y una preciosa pegatina con su nombre
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Estaba listo para cumplir su gran sueño
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Viajar surcando el espacio a toda pastilla hasta la luna
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Estaba impaciente porque quería que se hiciese de noche y apareciese la luna para salir disparada hacia ella
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Mientras esperaba pasó por allí una bandada de pájaros panzones
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Y Pete, que era un cohete bien educado, se puso a conversar con ellos
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Así que vosotros también sabéis volar, ¿verdad? preguntó Pete
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Claro, somos pájaros, hemos recorrido el mundo entero volando
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Los pájaros panzones tenían mil divertidas historias que contar sobre sus viajes
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Y el bueno de Pete estuvo escuchando durante horas las anécdotas de las simpáticas aves
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Así que al final del día estaba tan cansado que se le cerraron los ojos y poco a poco se quedó dormido
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Se hizo de noche y al rato aparecieron las estrellas brillantes y revoltosas y poco después la luna, hermosa y llena.
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Desde ahí arriba la luna vio al pequeño cohete y pensó, vaya, pobre Pete, se ha quedado dormido.
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En fin, mañana habrá más suerte.
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A la mañana siguiente unas gotas de lluvia despertaron a Pete.
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¡Uy! ¡Uy! ¡Creo que me he dormido!
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Miró al cielo que estaba lleno de nubes.
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¡Uy, qué lindas! Parecen de algodón y todas tienen formas distintas.
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¡Uy! Aquella parece un elefante y esta de aquí parece un delfín.
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Y como no tenía nada mejor que hacer, se puso a mirar las formas de las nubes.
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Y así estuvo todo el día.
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Al atardecer estaba tan cansado que Pete se puso a roncar sin poder evitarlo.
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Otra vez se había quedado dormido.
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Anocheció de nuevo y como todas las noches aparecieron las estrellas
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Algunas chismorrearon entre ellas y se rieron bajito
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Cuando vieron que el cohete se había dormido de nuevo
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Después salió la luna redonda y pensó
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Vaya, otra vez ha quedado dormido este Pit
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¿Qué le vamos a hacer?
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Quizás venga a visitarme mañana
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Cuando se hizo de día, el cohete dormilón se despertó
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¡Jo! ¡Qué rabia! ¡Otra oportunidad perdida! ¡Me he vuelto a quedar dormido!
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Con la lluvia del día anterior habían florecido a su alrededor
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Y hasta donde alcanzaba su vista, montones y montones de flores de todos los colores
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¡Uy! ¡Qué bonitas! ¡Y qué bien huelen!
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¿Y cuántos colores tienen? A ver, a ver, las hay moradas, amarillas, rojas...
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Como tenía todo el día por delante, decidió que estaría bien entretenerse contando las flores por colores y así lo hizo.
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Veamos, hay 50 flores moradas, no, no, 53 y rojas, ¿cuántas rojas hay?
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pues contando con aquellas de color naranja serían tanto esfuerzo terminó
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cansando mucho al pobre cohete y al final del día adivináis lo que le pasó
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se quedó dormido cuando se hizo de noche volvieron a aparecer las estrellas
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traviesas y se pusieron todas a reír viendo como el pobre cohete se había
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dormido otra vez. Entonces apareció la luna bonita. Estrellas, estrellitas, ayudadme a
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despertar al pobre Pi, dijo la luna llena. Enseguida las estrellas comenzaron a chistar
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para despertar al cohete que seguía roncando allá abajo. Al poco tiempo todas las estrellas
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del cielo susurraban. ¡Despierta, Pete! ¡Despierta! ¡Es hora de volar! Imaginad el sonido de tantísimas
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estrellas susurrando a la vez. Así que por fin Pete abrió los ojos, miró hacia arriba y vio en lo
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más alto del cielo la luna más hermosa que jamás había soñado. ¡Vamos, Pete! ¡Despierta que hay que
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volar, repetían las estrellas. Sin dudarlo un segundo, Piz del cohete encendió sus motores y
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salió disparado hacia el cielo a toda pastilla en busca de su sueño, volar hasta la luna preciosa,
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llena, luminosa y redonda como jamás hubiera imaginado. Y colorín colorado, este cuento se
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Y colorín colorete, ahí va Pit el cohete.
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- 26 de mayo de 2020 - 21:44
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