Roald Dalh - Contenido educativo
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Se ha tocado el cuento, Rizos de Oro y los Tres Ojos.
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Vamos a leer el final del cuento para luego continuar con la cuestión que hemos hecho.
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Yo en cambio le daría otro final a un cuento tan infame y criminal.
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Estoy furioso, no tengo sopa, vaya, dice el oso.
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Me tira en la barriga de una dama, hay que dar cuenta del caldo y del cajón.
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Y el ojito subió y encontró a la niña tumbada en el colchón,
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Roncando como diestra
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Y dijo
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¡Vaya cabestra!
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La niña se despertó con el grito
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Y descubrió que había un osito
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Cuando hizo patrón
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El osito se asustó
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Los padres llegaron
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Y a la niña
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Machacaron
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Con gritos curantes
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Y voces espeluznantes
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La niña se sacó un moco
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Se lo comió
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Y bailó un poco
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Así que ya sabéis
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y el palmeta es donde no le va a ir.
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Después, en el hipódromo, se vio que el espectáculo se quedó todo.
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Y no siempre lo son los escultores ganando a los muchachos sus apuestas.
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La amplitud tuvo parte en beneficios por ser la literatura de los escultores.
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Y en cuanto recorría un poco el calendario, se hicieron todos sus preliminares.
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Y un mes después, se fue jugando para el corte nacional de la ciudad.
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Y sin nada, todo el mundo se fue a una furia.
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Y esta es la continuación.
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Decidieron dar a su vida un giro
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Nada se apuesta, es casi miro
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Dijo Blanquito a su padre
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Nos vamos a vivir al campón
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Y él la miró con los ojos como platos y respondió
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Pero Blanquilla, ¿cómo estás, Blanquilla?
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Dijo el cuquito, un vaso de manzanilla y un plato con tortilla
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Estaban haciendo las maletillas
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Cuando su padre le dijo
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Cuando yo me llevo, mi viejo sillón me llena de algodón
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Dijo en torno a la afirmación
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Estaban haciendo una votación para ver si negociaba la educación y salió por mayoría al campo, aplaudieron todos, hasta le dieron los votos.
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Se marcharon, cogieron todas sus pertenencias y se marcharon, se dejaron, se cambiaron de centro.
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Vieron un puerto y el padre Blanquito terminó muerto.
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¡Gracias!
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Pero no solo le hizo las abrigas imponentes de nuevo, sino un manecín de mano, el chocolate mejor y el de más lano.
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Y Caperucita, bueno, ahora os voy a decir lo que hemos inventado.
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Y Caperucita sonriendo, miró al perrito.
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Sacando un cuchillito, fue a por el cuchillito.
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Enterró todo, pero eso no le funcionó, ya que Caperucita entró.
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El perrito, muy chido de perrito y con cara de asustadito, salió.
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Caperucita lo vio.
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Te digo una cosa, te digo a ti y yo, el tema de decirte que no vas a, que no, el tema de decirte que mucho no, que, oh, como que me he liado, que a las nubes vayas a dormir, porque esta noche mucho le vas a dormir, a mí mismo, y sin más que decir, este es el fin.
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Hola, vamos a enseñar un trabajo sobre Roald Dahl y Caperucita Agarro
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Somos Melania, Amalia, Lucía y Ana
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Vamos a leer el final de la historia
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Al poco tiempo, veía a Caperucita cruzando por el bosque
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Pobrecita, ¿sabes dónde salía la letra que estaba?
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Ninguna caperuza desfilaba
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A mí me pareció la piel de un lobo que estuvo una mañana sin nombre
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Entonces un señor apareció, bueno, os vamos a contar primero cómo continúa la historia.
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Entonces un señor apareció y con sus grandes ojos el abrigo observó.
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Lo miraba y lo miraba, pero no se cansaba.
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El señor dijo que cuánto varía esa pieza, cuánto bono esa pieza.
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No está a la venta, dijo que aparecía con firmeza.
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Tiempo después, a Caperucita se le planteó una ideita.
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Se iba a llamar su tiendecita la Gran Caperucita.
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La tiendecita se inauguró y de mucha gente se llenó.
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El mismo hombre volvió y el abrigo del lobo se llevó.
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Ya está, profesor.
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¡Sí, ya veo, veo!
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Somos Jorge, María, Reynaldo y Rubén.
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Hemos trabajado en la ceniciente.
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Bueno, pues ya se ha dicho mi compañero, hemos trabajado en la ceniciente.
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y vamos a leer los últimos dos párrafos del cuento original y lo hemos creado en el cuento de hoy.
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A la madrina sí que te la he usado.
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No quiero que me pienses ni nada.
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Ya he sido princesa por un día. Ahora te pido quizá algo más difícil en frecuente.
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Un compañero en grado y buenas cosas.
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¿Podrías alcanzar uno para mí, madrina?
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Y en menos tiempo, el que aquí se encuentra, se pide plantas en el cielo.
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ha salido de su príncipe y casada con el tipo que hacía mermelada.
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Como habíamos dicho las princesas, nos vieron conectadas a las narices.
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Cenicienta, después de catorce años de casada con el señor de la mermelada,
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estaba muy cansada, porque su esposo la mandaba y estaba muy asustada.
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Pero un día, a primera hora, apareció el señor de la pisonera.
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Al soltar su primera palabra, supo al instante quién apisonaba.
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Cenicienta pensó que estaba como una cabra, porque como el señor de la mermelada le mandaba
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El señor apisonante se la llevó al instante
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Fueron felices y le dieron con la apisonadora las narices
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Y somos Rimi, Cristina, Marina y yo David
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Nos ha tocado hacer Juan y la bichuela mágica
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Ahora voy a leer el libro millonario aquí anoche
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Marina, tu hijo, es algo muy seguro
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Le daré un baño en el mes futuro y compraré un balneario a un tal Mario.
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Un día el gigante al balneario le compró y a todo el mundo cayó con su voz.
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Y cuando Juan lo vio, se asustó un montón porque se dio cuenta de que él fue el que le robó.
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Pero el gigante no le reconoció porque ese mismo día se fue a Sevilla a tomarse unas cervecillas.
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Además, no se puso las lentillas.
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A lo lejos a alguien le sonaba un montón. Se acercó y se acercó.
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Y vio que fue el que le robó
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Le siguió, le siguió
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Y en un rincón lo cogió
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Y con lo de un colorado
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El gigante con Juan
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Lo terminó
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- Subido por:
- Marina P.
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- Visualizaciones:
- 68
- Fecha:
- 15 de junio de 2022 - 22:52
- Visibilidad:
- Clave
- Centro:
- CP INF-PRI C.R.A. AMIGOS DE LA PAZ
- Duración:
- 07′ 40″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 662.36 MBytes