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AUDIOLIBRO 6º - LOS ATREVIDOS EN BUSCA DEL TESORO
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Hay noches cálidas en las que las estrellas brillan y apetece quedarse en la calle a jugar.
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Y noches frías en las que la luna se esconde y su cara no quiere asomar.
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¿Qué noches os gustan más?
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La noche que hoy nos ocupa era una noche fría, perfecta para quedarse en casa con un chocolate caliente o para colocarse en la cama escuchando un cuento.
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¡Ay, Tassi! suspiró Alexia mirando el cielo desde la ventana.
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¡Qué noche tan negra!
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Su hermano no contestó. Estaba concentrando, abrochándose el pijama.
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Con mucho esfuerzo, como suele pasar cuando tienes cinco años.
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¡Tessy, mírame, que te estoy hablando! Se quejó Alexia.
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¿Por qué estás tan enfadada hoy? Protestó su hermano.
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Desde que hemos vuelto del cole, no has querido jugar conmigo.
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Te has comido la última galleta de chocolate y encima te has reído de Rocky.
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Que sepas que a él le ha dado mucha pena.
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A Rocky esta mañana el peluquero le había cortado el pelo y la verdad se había pasado mucho.
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Parecía un caniche, se sentía ridículo y había estado la tarde entera escondido detrás del sofá, sin querer jugar.
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Ahora apenas asomaba el pompón de su cola debajo de la cama de Tassie.
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De repente Alexia se sentó en su cama y se echó a llorar.
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Tassie la miró con los ojos muy abiertos sin saber qué hacer.
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Y es que todo me sale mal, decía Alexia mientras lloraba.
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¿Por qué dices eso? Preguntó Tasi, muy sorprendido.
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Y es que a él le parecía que a las niñas de ocho años casi todo le salía bien.
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Pues porque soy muy bajita y en gimnasia los capitanes de baloncesto no me querían en sus equipos.
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Me dejan esperando hasta el final, mientras eligen a todos los más altos.
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A mí me llaman enanita. Tasi miró a su hermana con pena. Es terrible cuando los demás niños se burlan de ti.
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A mí tampoco me ha ido bien el día, Tasi suspiró. Me han dicho que hablo como un bebé y solo porque no me salen bien todas las palabras.
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No he sabido decir pizza. ¿Eh? ¿Qué no sabías decir? Preguntó Alex con los ojos aún llenos de lágrimas.
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Lo que comemos en casa cuando no hay cole, la cosa redonda que sale del horno con tomate y queso, dijo Tassi nervioso.
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¡Ah, pizza! Sí, esa palabra siempre te cuesta, pero ¿por qué hablabais de eso?
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La señora nos ha preguntado nuestras comidas preferidas, y también he dicho corqueta.
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Alexia sonrió, croqueta Tassi, pues todos han reído de mí.
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Continuó Tassi sentándose en la cama de su hermana.
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La señora les ha dicho que pararán, pero no han parado.
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Luis Gafín me ha perseguido por el patio diciendo, bebé, bebé, hablas como un bebé.
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Tassi se puso rojo al recordarlo.
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Alexia se secó las lágrimas y rodeó a su hermano con el brazo.
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Yo te ayudaré, Tassi. Pronto hablarás bien, ya verás.
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Si quieres jugamos al juego de decir palabras difíciles. Yo empiezo.
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Parpado, melocotón.
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Alexia se sabió un montón de palabras difíciles y los hermanos jugaron un rato hasta que mamá asomó la cabeza por la puerta
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para recordarles que hacía ya rato que deberían estar dormidos.
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Bueno, Tasi, Bostezo, Alexia, ya casi sabes decir melocotón y parpado.
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Ahora toca dormir. Si quieres, nos metemos en una nube, cerramos los ojos y soñamos que estamos flotando en el cielo.
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Y como estaban cansados, se durmieron enseguida, pero aquí no se acaba esta historia, no, sí, que justamente acaba de empezar.
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Porque cuando la noche estaba tan silenciosa que se podía oír cualquier pequeño ruido, de repente sonaron unos picotazos muy ligeros en el cristal de la ventana. Era algo así.
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¡Tac, tac, tac! ¡Tac, tac, tac!
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Alina y Skinnera, Alexia Taxi y Rocky siguieron durmiendo sin enterarse de nada.
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Entonces, al otro lado de la ventana se encendió una linterna que fue dibujando caminos de luz en la habitación hasta detenerse en la cara de Alexia.
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Deslumbrada, se despertó de repente, corrió a la ventana y la abrió.
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¡Era Florestan, la gaviota de las emociones!
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—¡Buenas noches, querida niña! —saludó la gaviota con una reverencia.
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—¡Florestan! —gritó Alexia, feliz y sorprendida.
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—¡Qué alegría volver a verte! —la gaviota sonrió, encantada.
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—Vengo a despertaros porque habéis sido seleccionadas para participar
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una vez más en las famosas pruebas de la Organización Estelar de las Olimpiadas de las Emociones
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que, como bien sabes, llamamos cariñosamente OE-OE.
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¿O es que no sabíais o he olvidado y Florestan se rió de lo lindo porque su broma le pareció muy divertida?
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¿De verdad que esta noche vamos a estar dándome en las OEOE y volaremos al barco y habrá paracaídas esta vez?
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La gaviota la miró con cariño y levantó el ala para interrumpirla.
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Espera un poco, jovencita
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Despertamos primero a Tassi y a Rocky
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Subamos al barco y camino de la prueba de esta noche
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Os lo contaré todo
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¿Comprendido?
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Vamos, vamos, a toda popa mala tropa
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Dijo dando palmas con las alas
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Y de nuevo se rió a carcajadas con su ocurrencia
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Dicho y hecho, es un abrir y cerrar de ojos
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Estaban navegando por las espesas nubes a toda velocidad
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La cubierta del barco estaba llena de gaviotas ocupadísimas
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Preparando misteriosas cajas, cuerdas y comida
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¡Qué bien, comida! exclamó Rocky relamiéndose
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¡Qué bien! ¡Cuerdas! Dijo Tasi, frotándose las manos.
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¡Mis queridísimos atrevidos!
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Les interrumpió Florestan mirándoles cariñosamente.
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Los niños sonrieron.
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Desde la aventura del gran salto, se habían convertido oficialmente en los atrevidos.
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¡A de Alexia! Exclamó la niña.
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¡T de Tasi! Continuó Tasiló.
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¡R de Rocky! Ladró el perro.
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—¡Atrevidos! —gritaron los tres a la vez. —Mis queridos atrevidos —repitió Florestan—, hoy vamos a intentar ser campeones en algo importantísimo, en quererse a uno mismo.
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—¿Eh? —dijo Tasi. —Es decir, campeones en saber cuidar del tesoro que llevamos dentro —explicó la gaviota. Tasi se echó a reír. —Yo dentro solo llevo barriga, huesos y dientes —aseguró.
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Dientes, Tarsilo, le susurró Alexia.
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La gaviota les miró muy seria.
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Error, corrigió.
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Además de dientes, huesos y todo lo demás,
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la niña nace con grandes cantidades de risas, cariño y ganas de ayudar a los demás.
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Y hoy vais a necesitar esto más que nunca,
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porque la prueba de esta noche es una arriesgada operación de rescate.
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Florestan sacó un papel que llevaba bajo el ala y le llevó.
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Se buscan niños para operación de rescate peligrosa.
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Poca comida, frío extremo, largo tiempo de completa oscuridad, peligro constante.
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Si regresan sanos y salvos, se promete caja con el mejor tesoro del mundo en su interior.
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¿Eh? Dijo Tasia, muy interesada.
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Una caja con un tesoro, poca comida, lo que faltaba, protestó Rocky
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¿A quién hay que rescatar? preguntó Alexia
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Un grupo de valientes exploradores están intentando atravesar el polo sur, explicó la gaviota
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Pero como aquí todo es blanco y las nubes se mueven mucho, es muy fácil perderse
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¿Comprendéis? se inclinó hacia los niños, guiñó un ojo y esperó
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Pero como la miraban sin decir nada, levantó los ojos al cielo, se puso tiesa y explicó, en dos palabras, se han perdido. Tasi levantó la mano. Sí, dijo la gaviota esperanzada. Eso son tres palabras, dijo Tasi contando con los dedos.
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La gaviota suspiró.
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Pero, ¿qué podemos hacer nosotros? preguntó Alexia.
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Cada niño tiene algo especial, un tesoro que le sirve para ayudar a los demás.
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Hasta ahora hemos tenido todo tipo de niños en nuestras operaciones de rescate.
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Niños que cantan bien, niños que tocan el piano, niños que son excelentes ordenando,
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otros que saben leer estupendamente, niños que saben despiojar a sus hermanos
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niños que pelan patatas, que por cierto, hacen magnífica pareja con los niños que saben hacer una tortilla
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y también niños que escriben, que recitan buenos poemas, que saben bendecir la mesa
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que pueden encender velas, que saben planchar sin quemarse, coser un botón, peinar a los demás
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a los más pequeños, cortarse las uñas o dar masajes en los pies.
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Hay niños para todo y así las expediciones de rescate funcionan maravillosamente.
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Bien, pues para hacer la prueba de hoy necesito saber cuál es vuestro tesoro.
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Y añadió, disculpad un momento, necesito recuperar algo importante para esta misión.
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La gaviota se alejó, los niños y Rocky se miraron.
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—Alex, ¿cuál es mi tesoro? —preguntó Tassi muy bajito. —Haces muchas cosas bien, Tassi. Yo, en cambio, creo que soy demasiado bajita para poder ayudar a los exploradores —contestó Alexia un poco triste.
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Pues andas que yo, con el pelo tan corto, no sé en qué puedo ayudar
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Si no consigo dejar de temblar de frío, remató Roque con los dientes castanheados
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Florestan regresó con una misteriosa caja de cartón
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Bajo el ala
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Empecemos, ¿cuál es tu tesoro, Tassino? preguntó
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Tassino supo que hay que contestar
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La galleta le miró impaciente
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Vamos, vamos, dijo
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Es una pregunta muy fácil de contestar
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¿Qué haces bien? Nada especial, dijo Tashi tímidamente.
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No, no, protestó la gaviota. Eso sí, que no cada persona sea quien sea.
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Tiene un tesoro algo especial que hace bien y que puede regalar a los demás.
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A los mayores a veces se les olvida su tesoro especial, pero tú eres demasiado.
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pequeño para haberlo olvidado. Tal si tiene una forma de reír que contagia y siempre alegra a
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todos, dijo Alexia rápidamente. Excelente, se animó Florestan. Nada mejor que una buena risa
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para dar fuerzas en tiempos difíciles. ¿Y tú, Alexia? ¿Cuál es tu tesoro? Lo siento, pero yo
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soy tan bajita que no creo que pueda ayudar en nada, contestó Alexia mirando la punta de sus
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zapatos. Tonterías, dijo la gaviota. No te necesitamos para jugar al baloncesto. Te necesitamos
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para un rescate. Un rescate, repitió. Alexia es la mejor hermana del mundo. Siempre tiene
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ideas geniales, dijo Tassi. Podría ser la jefa del equipo. Perfecto, excelente, aplaudió
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la gaviota. Andábamos un poco justos de jefes. ¿Y Rocky? Rocky tiene un aire increíble,
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Apuntó Alexia, que se estaba animando, pero le han cortado demasiado el pelo y no para de temblar, así que esta noche necesitará un abrigo.
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¡Qué buena jefa eres! exclamó Florestan mirando a Alexia con admiración.
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Un gran nido llamó a las de vagabiotas, que en pocos segundos vistieron a Rocky con un abrigo.
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Entonces Florestan dio sus instrucciones finales.
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El barco nos está llevando hasta el polo sur, explicó.
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Cuando lleguemos desembarcaréis.
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saldréis a buscar a los exploradores
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y cuando los encontréis
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pedid ayuda al barco con estas linternas rojas
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¿Cómo? preguntaron todos a una
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hacer tres luces cortas
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luego tres luces largas
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y otra vez tres luces cortas
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eso es como decir
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socorro, auxilio, necesito ayuda
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pero ¿cómo vamos a encontrar a los exploradores?
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preguntó Alexia
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somos niños pequeños
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para empezar
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os vamos a dar capas mágicas para el frío
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Son de lo mejorcito, os lo aseguro.
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No os los quitéis, pase lo que pase.
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Y si eso no basta, insistió Alexia.
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Si eso no basta, tendréis que utilizar lo que hay aquí dentro,
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dijo la gavieta mostrándole la misteriosa caja de cartón que llevaba bajo el ala.
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Todo lo que necesites está aquí.
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En una caja tan pequeña, preguntó Tasi con los ojos muy abiertos.
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Desde luego, aseguró Florestan.
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Es pequeña, pero en ella cabe un tesoro.
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En ese momento sonó una sirena larga y grave.
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—Hemos llegado —anunció Florestan—. Ya podéis bajar. Buena suerte.
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Alexia se asomó y vio una escalera de cuerda preparada para bajar a tierra firme.
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Parecía muy frágil y se movía peligrosamente por el viento.
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Descendía con cuidado y una vez en el suelo se ataron entre ellos pasándose la cuerda por la cintura.
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Así podrían caminar en fila india sin miedo a perderse en la nieve durante la ventisca.
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Caminaron con esfuerzo, muy lentamente, apoyándose en los grandes palos de madera que les había dado las gaviotas
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El paisaje era increíble, estaban rodeados de montañas, de muchas montañas
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Y el viento hacía ¡Uuuuh!
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Grita sin voz, vuela sin alas, muerde sin dientes, murmura sin boca
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¿Qué es? preguntó Tashi
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El viento, contestó Alexia
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Tú siempre con ganas de broma, Tassie.
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Caminar resultaba cada vez más difícil y cansado.
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Los pies se hundieron en la nieve y estaban exhaustos.
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Al cabo de un rato tuvieron que pararse a descansar.
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Rocky se hunde en la nieve y apenas logro verle, dijo Tassie con preocupación.
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¿Y si le ponemos una linterna en el pompón de la cola? propuso Alexia.
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Una vez me contaron que el último camello de las caravanas en Australia llevaba una así, en la cola.
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De esta manera no la perderemos de vista
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Nunca pensé que este terrible corte de pelo pudiese tener alguna ventaja
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Murmuró Rocky esforzándose por mantener su cabeza por encima de la nieve
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Dicho y hecho
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Tassie ató la linterna a la cola de Rocky
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Y se levantó para mirarle
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Pero al ver a Rocky con esas pintas
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A Tassie le dio un ataque de risa
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Y se puso a pegar saltos y más saltos en la nieve
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Entonces ocurrió algo terrible
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¡Zaspatapam!
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El hielo se abrió con un ruido tremendo
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Y Tassie desapareció
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¡Tassi, Tassi, no!
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Dijo Alex mientras intentaba robar a su hermano
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No llegó a tiempo
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Rocky ladraba y el uuuuh del viento parecía ser aún más fuerte
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Tassi había desaparecido bajo el agua
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¿Qué podrían hacer?
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¡Rápido, Rocky!
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¡Tu cola!
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¡La linterna!
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¡Al agua! ordenó Alex
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Rocky metió la cola con la linterna en el agua helada
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Y dejó colgando con la luz iluminando el agua
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Hasta que Tassie la localizó y la agarró con todas sus fuerzas.
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Así, tirando de la cuerda, Alex y Rocky pudieron sacarle del agua.
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¡Pobre Tassie! Estaba completamente azul por el frío.
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Le castañeaban tanto los dientes que sonaban como una moto arrancando.
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—¡Clac, clac, clac! ¡Tenemos que encontrar ropa seca para Tassie! ¡Se congelará! —exclamó Alexia.
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—¿Y si abrimos la caja del tesoro? —sugirió Rocky.
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—¡Buena idea! Tal vez haya otra capa mágica allí —aplaudió Alexia.
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Alexia abrió la caja a toda prisa y metió la mano adentro.
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—¿Eh? —exclamó dando un salto.
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—¿Pero qué es esto? —¡Déjame ver! —dijo Rocky.
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Y entonces metió la nariz en la caja.
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¿Qué? ¡No puede ser! exclamó.
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¡Qué raro! dijo Alexia.
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Florestan nos dijo que todo lo que necesitábamos estaba en esta caja, pero...
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¡Está vacía! gritaron Alexia y Rocky a la vez.
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Aunque temblaba de frío, a Tassie le picó la curiosidad y también quiso mirar dentro de la caja.
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¡Y vaya sorpresa! ¿Sabéis lo que vio?
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A un extraño personaje con la cara azul y dos hielos colgando en su nariz.
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—¡Eh! —exclamó dando un salto asustado. Pero solo tardó un momento en darse cuenta de lo que estaba pasando. El hombrecillo de la caja era el mismo, azul y tiritando de frío. —Hay un espejo pegado en el fondo de la caja —explicó Tasi con una carcajada. Y con tantas risas, a Tasi se le pasó el susto. Y se dio cuenta de que ya no tenía frío. La capa mágica ya se había secado.
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—¡Bien por nosotros! ¡Lo estamos consiguiendo! ¡Podemos hacerlo! —canturrió Tassie mientras se abrazaba a su hermana.
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—¡Chist! —interrumpió Rocky. —Estoy oyendo algo y estoy seguro de que no es el viento. No hace ¡uh! Más bien hace ¡liruliru!
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—¿Cómo dices que hace? —preguntaron los niños. —Liruliru —dijo Rocky con cara muy seria. —Os lo aseguro. ¿Estáis sordos o qué?
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Los niños pusieron las manos detrás de las orejas para hacerlas crecer y oír un poco mejor.
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Rocky apuntó con las suyas hacia las montañas.
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El liruliru viene de allí, creo que es música.
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Pues yo no oigo nada, confesó Tassie algo avergonzado.
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Vamos a hacerle caso a Rocky, decidió Alex.
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Los perros tienen un oído buenísimo, y Rocky todavía más, porque tienen las orejas de punta.
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Es porque los perros tenemos ni más ni menos que 17 músculos para mover las orejas, dijo Rocky muy orgulloso.
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17, se sorprendió Tassie. ¿Y cuántos tengo yo?
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Callaos ya, caramba, ordenó Alexia. Rocky, concéntrate. ¿Qué oyes? Rocky escuchó otra vez y dijo, liru liru chan chan, es por allí seguro.
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A medida que se acercaban, los niños también empezaron a oír una canción que sonaba dentro de las rasgas de viento.
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Primero oyeron un banjo y luego un chan chan de platillo y al final voces humanas.
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Los niños hicieron señas con la linterna. ¡Eh! ¡Hola! gritó Alexia.
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¿Sois exploradores perdidos? Las gaviotas nos han enviado para rescatarlos.
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Tras segundos de espera, la canción paró en seco y empezaron a oír gritos.
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¿Quién sois? ¿Qué hacéis? ¿De dónde venís? ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?
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Y muchas preguntas que los niños no entendieron porque todavía estaban demasiado lejos.
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Entonces, un hombre con una barba blanca fue corriendo hacia ellos.
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¡Qué bien que hayáis venido hasta aquí! ¡No me lo puedo creer!
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Dijo emocionado y dando grandes palmadas.
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Me llamo Shackleton, chicos.
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Mis compañeros y yo estábamos cruzando el polo sur cuando el hielo aprisionó nuestro barco y finalmente lo rompió.
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Casi se nos ha agotado la comida y aquí no hay nada con lo que sobrevivir.
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No sabíamos qué hacer, así que nos hemos puesto a cantar para mantenernos en calor y animados.
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Pues habéis acertado. Nunca os habríamos encontrado si no hubiésemos oído vuestro tinuliru chan chan, dijo Tasi.
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¡Eh! No te apuntes el tanto, que he sido yo quien os ha oído.
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Dijo Rocky con un sonrisa.
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Es que cuanto peor van las cosas, más condenadamente optimista tienes que ser, explicó Shackleton.
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Luego todos recordarían aquella frase.
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Es hora de regresar, vamos a llamar al barco, dijo Alexia.
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Y los niños encendieron sus linternas para hacer las señales en el cielo que les había enseñado Florestan.
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Al cabo de un rato oyeron la sirena del barco que se acercaba navegando por las nubes, rodeado de gaviotas.
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—Todos a bordo, volveremos a casa —gritó Alexia feliz. Y esta vez treparon muy decididos por la escalerilla de cuerda para subir al barco. En cubierta les esperaba Florestan, que les miró con orgullo.
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—¡Buen trabajo, chicos! —les felicitó la gaviota. —Habéis encontrado vuestros tesoros y los habéis utilizado bien. ¡Fin de la prueba! ¡Es hora de regresar a casa!
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Y como los niños empezaron a protestar, Florestan añadió, ni una queja, la estrella del árbol está empezando a brillar y eso quiere decir que va a amanecer y que vosotros tenéis que estar en vuestras camas, pero podéis llevarnos a casa vuestro premio, la caja del tesoro.
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—¿La caja? Pero si está vacía —exclamaron los niños y Rocky.
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—Mirad de nuevo —dijo la gaviota.
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Todos se apretujaron en torno a la caja, esperando algo de magia.
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—Aquí solo hay un espejo pegado en el fondo —anunció Alexio.
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—¿Y qué veis en ese espejo? —preguntó Floresta.
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—Pues nuestras caras, claro. ¿Qué más puede verse? —exclamaron los niños.
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—Cuando tengáis dudas o miedo, abrid la caja del tesorio y mirad vuestras caras.
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Así nunca olvidaréis que dentro de vosotros tenéis el mejor tesoro del mundo
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No necesitéis más
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Es verdad, tengo el mejor tesoro del mundo dentro de mí
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Exclamó Alexia riendo
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Yo también tengo el mejor tesoro del mundo dentro de mí
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Repitió Tashi encantado
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Y yo, y yo
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Exclamaron todos mientras los niños y Rocky cantaban y bailaban con las rabiotas y los maineros
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Celebra que tú también tienes dentro de ti el mejor tesoro del mundo
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Y a lo lejos, seguro que volverá a oírse el famoso Lirio Chanchan.
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- Tic cp charlesdickens loeches
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- Fecha:
- 12 de junio de 2022 - 18:39
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI CHARLES DICKENS
- Duración:
- 23′ 17″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 505.37 MBytes