Cuento 18 adviento: "Yo mataré monstruos por ti".
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Laura nos narra este cuento en el no todo es lo que parece.
Yo mataré monstruos por ti. Afuera llovía muchísimo. Martina tenía miedo. Había llegado la noche.
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Cuando salía la luna, Martina sabía que la mandarían a la cama. Luego, sus padres se irían a su habitación y se dormirían.
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Incluso la televisión se callaría y empezaría a roncar. Nadie menos ella escuchaba al monstruo.
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Martina estaba convencida de que por debajo de su habitación había una civilización de monstruos.
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Vivían cabeza abajo, como en este dibujo.
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Todo el mundo pensaba en Martina. Tenía un reflejo al revés.
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También todas las cosas del mundo tenían su reflejo monstruoso.
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A veces Martina tenía pesadillas en las que todos los monstruos saltaban a la vez.
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Entonces, hundían nuestro suelo y nos daban un susto muy grande, enorme.
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Aquella noche Martina no podía dormir.
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Temía que si dejaba caer el brazo de la cama, el monstruo haría un agujero,
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la agarraría con fuerza y quizás se la llevaría a su mundo,
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donde tendría que aprender a vivir cabeza abajo.
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Y quizás Martina tendría que luchar al lado de los monstruos,
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contra las personas, saltando sin parar junto a ellos.
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Tenía tanto miedo que se quedó muy quieta en la cama.
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Intentó que ninguna parte de su cuerpo, sobre todo sus pies o sus brazos,
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quedaran fuera de la sábana y llamó a su padre.
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¿Cómo serán los monstruos de grandes?
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Yo, en comparación a una hormiga, soy una gigante, pero...
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¿Y si el monstruo fuera tan grande como tú? ¿Qué podría hacer yo?
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—Llamarme —le dijo su padre—. Escúchame. Yo mataré monstruos por ti.
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—¿Cómo? —dándote una idea para que no tengas miedo, Martina.
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—El tamaño de los monstruos dependerá del miedo que les tengas.
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Si te sientes valiente, verás el monstruo pequeño y cobarde.
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Y aquella noche, sin que se diera cuenta, Martina dio un largo bostezo y le llegó el sueño.
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Entonces Martina soñó con una niña monstrua.
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Estaba recubierta de pelo rosa y era bastante rechoncha.
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La niña monstrua se llamaba Anitram.
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Afuera, en el mundo de los monstruos, también llovía y lo hacía a cántaros.
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Annie Tram tenía miedo. Había llegado la noche. Cuando salía la luna, Annie Tram sabía que la mandarían a la cama. Luego sus padres monstruos se irían a su habitación y dormirían con aquellos ronquidos de monstruo. Incluso la televisión monstruosa de pelo rosado se callaría y empezaría a roncar. Nadie menos ella escuchaban a la humana.
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Anitram estaba convencida de que en la otra cara del suelo había una civilización de humanos
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Caminaban cabeza abajo, todo lo que ella conocía tenía su reflejo del revés
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Las calles rosas del mundo monstruo, las casas peludas y los árboles azules
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Había tantos humanos como monstruos, así que en caso de pelea la batalla sería muy igualada
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aunque los monstruos tuvieran las pistolas de fresa y los lápices gigantes para defenderse.
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¡Nos atacan los humanos!
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Anitrán también tenía un reflejo al revés.
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Por debajo de su cama imaginaba a una niña humana.
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Tenía su misma edad.
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Seguramente aquella niña había nacido el mismo día y año que Anitrán.
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La había escuchado saltar encima de su cama.
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Esa humana era muy ruidosa.
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—¿Y si todos los humanos decidieran saltar a la vez? —se preguntaba Anitram. —Quizás hundirían el suelo. Desde luego, si eso sucediera, les darían un susto muy grande, enorme.
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¿Por qué? Aquella noche Anitram no pudo dormir. Estaba convencida de que la niña haría un agujero. La agarraría con fuerza y se la llevaría al mundo de los humanos. Allí tendría que aprender a vivir cabeza abajo. Quizá Anitram tendría que luchar al lado de los humanos, contra los monstruos.
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Anitram tuvo tanto miedo que se quedó muy quieta en su cama peluda
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Intentando que ninguna parte de su cuerpo, sobre todo sus pies o sus brazos rosados
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Quedara colgando fuera de la sábana
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Como no podía dormir, Anitram llamó a su padre
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Y le explicó por primera vez sus miedos
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Escucho a esa niña ruidosa, pero no sé cómo es
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Y si fuera increíblemente grande como tu papá, ¿qué podría hacer?
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llamarme le contestó su padre escucha yo mataré miedos por ti sabes el miedo es elástico como un
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chicle se hace pequeño hasta desaparecer cuando tú te creces y en aquel momento anitram notó que
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había crecido por dentro y sin que se diera cuenta se durmió y su brazo salió de la sábana y quedó
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colgando del aire. Lo mismo le pasó a Martina y a la misma hora de la noche su brazo salió de la
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sábana y cayó hacia el suelo. Entonces se hizo un enorme agujero. Nadie sabe cómo ocurrió. Son ese
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tipo de cosas mágicas que suceden por la noche cuando soñamos. Y por aquel agujero la punta de
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los dedos de Martina pudo asomarse al otro mundo, el que tanto temía, ni más ni menos que el mundo
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de los monstruos. A la pequeña monstrua le sucedió lo mismo. Ambas manos se tocaron.
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Anitram notó aquel tacto de piel humana y Martina notó que su mano se llenaba de un
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agradable pelaje. Y las dos se dieron cuenta de que habían tenido miedo la una de la otra
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porque aún no se conocían. Y a partir de entonces las dos dejaban caer su brazo. Cada
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Buenas noches.
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