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Vídeo Cuento EL CAMINO QUE NO LLEVABA A NINGUNA PARTE por Ceip Blas de Otero Segundo Tramo
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¡Hola chicos y chicas! Como sabéis, el día 23 de abril se celebra el Día del Libro.
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Para ello, vamos a leeros un cuento. Es un cuento de Gianni Rodari, que tiene por título
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El camino que no iba a ninguna parte.
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A la salida del pueblo había tres caminos. Uno iba hacia el mar, el segundo hacia la ciudad,
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y el tercero no iba a ninguna parte. Martín lo sabía, porque se lo había preguntado a todos,
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y todos le habían dado la misma respuesta.
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Ese camino de allí no va a ninguna parte.
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Es inútil ir por él.
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¿Y a dónde va?
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No va a ninguna parte.
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¿Y entonces?
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Porque lo hicieron.
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No lo hizo nadie.
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Siempre ha estado ahí.
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Pero ¿nadie ha ido nunca a ver a dónde conduce?
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¿Qué testaludo eres?
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Si te dicen que no hay nada que ir a ver,
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No podéis saberlo si no habéis ido nunca
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Era tan obstinado que comenzaron a llamarlo Martín Testarudo
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Pero él no se lo tomaba mal y seguía pensando en el camino que no iba a ninguna parte
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Cuando fue lo bastante mayor como para cruzar la calle sin darle la mano de su abuelo
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Una mañana se levantó temprano, salió del pueblo y muy decidido
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tomó el camino misterioso siempre adelante. El suelo estaba lleno de agujeros y de hierbajos,
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pero por suerte llevaba una buena temporada sin llover y no se habían formado charcos. A derecha
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y izquierda del camino se extendía la maleza y pronto comenzó el bosque. Las ramas de los árboles
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se entrecruzaban por encima del camino y formaban una galería oscura y fresca en la que sólo
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penetraba aquí y allá algún rayo de sol que guiara su marcha. Anda que te anda, la galería no terminaba
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nunca. El camino no terminaba nunca. A Martín le dolían los pies y ya empezaba a pensar en regresar
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cuando vio un perro. ¿Dónde hay un perro? Hay una casa, reflexionó. O por lo menos un hombre. El perro
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corrió a su encuentro meneando la cola y le lamió las manos. Luego siguió por el camino,
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volviéndose a cada paso para ver si Martín aún le seguía. Ya voy, ya voy, decía Martín,
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lleno de curiosidad. Finalmente el bosque comenzó a clarear, el cielo reapareció en lo alto y el
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camino terminó en el umbral de una gran cancela de hierro. A través de los barrotes Martín vio
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un castillo con todas las puertas y ventanas abiertas de par en par. El humo salía por todas
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las chimeneas y desde uno de los balcones una hermosísima dama le saludaba con la mano y le
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Gritaba alegremente.
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—¡Adelante, adelante, Martín Testarudo!
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—¡Oh! —se dijo Martín muy contento.
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—Yo no sabía que iba a llegar, pero ella sí me esperaba.
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Empujó la cancela, atravesó el jardín y entró en el salón del castillo,
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justo a tiempo para hacer una reverencia a la bella dama que bajaba por la escalera.
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Era muy bella y llevaba un vestido aún más lujoso que el de las hadas y las princesas
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Además, era muy alegre y reía diciendo
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Así que no te lo creíste
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¿El qué?
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La historia del camino que no iba a ninguna parte
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Era demasiado tonta y según mi parecer, hay más sitios que caminos
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Es cierto, basta con tener ganas de moverse
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Ahora ven, te enseñaré el castillo
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Había más de cien salones repletos de tesoros de todas las clases
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Como en aquellos castillos de los cuentos
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En los que duermen las bellas durmientes
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O en los que los avaros acumulan sus riquezas
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Había diamantes, piedras preciosas, oro, plata
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Y la hermosa dama no paraba de decir
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Coge, coge todo lo que quieras
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Te prestaré un carro para llevar la carga
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Martín no se hizo derrogar
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Cuando emprendió el camino, el carro estaba hasta los topes
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El perro, que estaba amaestrado, iba sentado delante
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Y llevaba las riendas y les ladraba a los caballos
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Cuando estos se adornilaban y se salían del camino
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Martín Testarudo fue acogido con gran sorpresa en su pueblo
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Pues ya le habían dado por muerto
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El perro descargó en la plaza todos los tesoros
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agitó dos veces la cola en señal de saludo
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se montó en el carro
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y se marchó entre una nube de polvo
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Martín hizo muchos regalos a todos
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amigos y enemigos
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y tuvo que explicar cientos de veces su aventura
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y cada vez que tenía que hacerlo
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alguien corría a su casa a coger un carro y un caballo
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y se precipitaba por el camino que no iba a ninguna parte.
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Pero aquella misma noche regresaron todos, uno tras otro, con cara de enfado a causa del despecho que sentían.
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Para ellos el camino terminaba en medio del bosque, ante un espeso muro de árboles, en un mar de espinas.
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Ya no había ni cancela de hierro, ni castillo, ni hermosa dama.
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porque ciertos tesoros existen únicamente para quien recorre el camino por primera vez
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y el primero había sido Martín de Estarudo.
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- Materias:
- Lengua, Literatura
- Autor/es:
- Claustro por cristidepalma
- Subido por:
- Cp blasdeotero madrid
- Licencia:
- Dominio público
- Visualizaciones:
- 779
- Fecha:
- 23 de abril de 2020 - 11:25
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI BLAS DE OTERO
- Duración:
- 06′ 56″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 640x360 píxeles
- Tamaño:
- 171.49 MBytes