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Comenoches
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Buenas noches, baby sharks. Buenas noches, tiburoncillos.
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Buenas noches a los dragones y buenas noches a los pececitos arcoíris.
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Hoy os voy a contar un cuento que me ha gustado muchísimo.
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Ya que es de noche, pues bueno, se titula Come noches.
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Es de Ana Juan y es uno de mis cuentos preferidos.
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Al filo del amanecer, Come noches corría detrás de la luna, devorando la noche.
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De vez en cuando se paraba a descansar un ratito en la montaña más alta,
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mientras su amiga la luna seguía el camino alrededor del mundo.
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Come-noches comía todo tipo de noches.
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Comía noches nubladas suaves y dulces como el algodón de azúcar
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y profundas noches negras que sabían a chocolate amargo.
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Pero sus preferidas eran las noches claras y brillantes,
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cuando las estrellas, como pequeñas burbujas de gas, le hacían cosquillitas en la nariz.
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Desde la madrugada, Comenoches corría de las montañas al mar y del mar hasta el desierto,
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dejándole a su amigo el sol, el placer de dar los buenos días a todos.
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Y así pasaba el tiempo. La noche seguía el día y el día seguía la noche,
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hasta que un día la luna miró hacia atrás y le dijo a su amigo,
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—¡Vaya, vaya, come noches!
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—¿Te has puesto un poco gordinflón, no?
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Come noche se quedó muy sorprendido y respondió enfurruñado.
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—Pues a partir de ahora ya no voy a comer ni un solo pedazo de noche más.
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Y se cruzó de brazos.
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Al principio todo fue bien, la gente se despertaba
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y descubría cosas que nunca había imaginado,
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como animales nocturnos y perfumadas flores,
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cuyos pétalos solos se abren de noche.
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Pero después de un tiempo sin sol empezó a hacer mucho frío
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Hubo que encenderla la calefacción en pleno verano y todos se ponían pálidos
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Y las flores nocturnas también se marchitaban
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Porque ellas necesitaban también aunque fuera solo un poquito de luz del sol
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El sol estaba impaciente de tanto esperar
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Y la luna se cansó de alumbrar el planeta con su débil resplandor
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Entonces los niños miraron hacia el cielo y gritaron
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—¿Dónde estás, Comenoches? ¿Por qué no vienes?
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Comenoches abrió la boca para responder, pero sin querer se tragó un trocito de estrella.
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Estaba tan rica, tan sabrosa, que se le olvidó por qué había dejado de comer.
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Y pronto empezó a correr de nuevo detrás de la noche en compañía de sus amigos.
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Todo volvió a la normalidad.
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La gente pudo disfrutar otra vez del día y también de los atardeceres.
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seguidos de noches repletitas de estrellas
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y amaneceres radiantes de sol.
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Ni siquiera las nubes podían estropear
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tan apasionante espectáculo.
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Come Noches volvió pues a sus andanzas
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persiguiendo la sabrosa oscuridad
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y cuando descansaba en la cima de la montaña
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se comía siempre un pedacito
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que se había guardado en el sombrero
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para no olvidar nunca lo deliciosa
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que es la noche.
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Que tengáis dulces sueños, dragones, peces y tiburones.
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- Autor/es:
- Mónica Arrans
- Subido por:
- Cp eljarama sanfernando
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial - Sin obra derivada
- Visualizaciones:
- 40
- Fecha:
- 1 de abril de 2020 - 9:58
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI EL JARAMA
- Duración:
- 03′ 57″
- Relación de aspecto:
- 0.56:1
- Resolución:
- 1080x1920 píxeles
- Tamaño:
- 75.18 MBytes
