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Leemos a Pérez Galdós, Kristian Hannah, Carmen Mola y Ana Iris Simón
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Bea, Mercedes, Cristina y Gema, alumnas del Taller Operativo, nos leen fragmentos de las obras de Pérez Galdós, Kristian Hannah, Carmen Mola y Ana Iris Simón.
Esa work había durante años en soledad forzada, leyendo novelas de aventura, imaginando otra
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vida y sus cuartos solitarios, rodeados de libros que se habían convertido en sus amigos.
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En ocasiones, no demasiado, se atrevían a soñar con una aventura propia. Sus familias
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no dejaban de repetirle que la enfermedad a la que había sobrevivido era la infancia.
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La había cambiado la vida para siempre, volviéndola frágil y solitario. En los últimos días,
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bueno, Elsa le creía. En los días malos, como aquel, sabía que siempre había sido
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un bicho raro para su familia. Todos habían percibido sus limitaciones desde muy pronto.
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Había sabido que no encajaba. Sus desapoblaciones constantes causaban dolor de Elsa, la sensación
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de haberse perdido en algo, no nombrado, desconocido. Elsa había sobrevivido a ese dolor siendo
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callada y exigir, ni buscando la atención de los demás, aceptando que era querida pero
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no valorada. El dolor se había convertido en algo tan familiar que apenas reparaba en él.
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Sabía que no tenía nada que ver con esa enfermedad, a la que por la general se achacaba el rechazo
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de que era objeto.
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El agüero se transformaba en suelo arcillero. En un fanjal, un perro famelico jugaba con la cabeza de una niña.
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La lluvia cae inclemente sobre las caucas, las barrancas y los tejares miserables, que parecen
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a un punto de derrumbarse con cada ráfaga de viento. El cerrillo del rastro no lejano
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del matadero de Madrid inundaba siempre que llueve. Para llegar a este barrio pobre y
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olvidado hay que bajarse una rampa abrundada y salvar continuas cortadas de terreno que
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formaban barrancos aquí y allá. El agua golpeaba con fuerza los tejados de hojalata y paja
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de ramas, penetraba en las viviendas y crea charcos en las arenas y cascadas. En las taulas
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no extraño que nadie reparase en el perro, en el gruñón juguetón con el que zarreaba
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la cabeza que mantiene sujeta con los cornillos clavados en la mejilla. Entre el estruendo de
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la lluvia y el gorgoteo histérico de una vieja arrodillada junto a un cadáver cubierto de barro,
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en el fondo un pequeño barranco. La bestia vendrá para todos, la bestia nos matará. Donoso no
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lograba hacer callar a la bestia, está aquí. Conocí a Ana Iras y Iris gracias al
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miphi divino, aca divina providencia que a su vez me puso en contacto con
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varios de sus amigos y con su vida obra y milagro, el miphi divino en adelante suele
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llevarte a descampados, a cuartas plantas de hospitales, a la antigua casa de tu abuelo o
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de tu novia, a tu niñez o a un puesto de feriantes en algún lugar de la mancha. Aquí la
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cuestión de esos élitos invisibles que tejen las relaciones efectivas, son lo más guapo que
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hay. La bestia y el gorgoteo histórico de una vieja arrodillada junto a un cadáver cubierto de
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barro, en el fondo un pequeño barranco, en el fondo una bestia vendrá para todos, la bestia nos
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como un tío vivo, fulibundo no sé a ustedes, pero a mí eso me chifla. Este libro que tiene
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entre sus manos, habla de estas cuestiones y lo que hace con la claridad y firmidad de un
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infantilmente, de una entidad natural, familia miniquizipio y sindicato
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Segundo, los élitos de oro del deje que lo iba a hacer Ana Iris, no pone delante de nuestras
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narices a los padres, las madres, las muertes y los necipientes, nacimiento gracias,
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grandezas de la estancia que más veces perdemos. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura
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la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta y
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el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba el de
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la noche, iba por angusta vereda de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y
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brutos, y subía sin cansancio por un cerro, en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos
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de guinderos, hallas y robles, ya se ve que estamos en el norte de España, era un hombre de mediana
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edad, de complesión redencia, de buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes, firme de
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andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad, y
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digase de una vez, aunque sea prematuro, excelente persona por doquiera que se le mirara, vestía el
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traje propio de los señores, acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a
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su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y a grueso bastón que
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entre paso y paso le servía para apalear a las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas
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uñas para tapar la ropa, detuvese y mirando a todo el círculo del horizonte parecía impaciente y
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desasojeado, sin duda no tenía tan confianza en la exactitud de su itinerario, y aguardaba el paso
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de algún aldeano que le diese buenos informes topográficos para llegar pronto y derechamente
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a su destino, no puedo equivocarme, murmuró, me dijeron que atravesara el río por la pasadera, así
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lo hice, después que marchar adelante, siempre adelante, en efecto, allá detrás de mí queda esa
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apreciable villa a quien llamó, llamaría villa fangosa, por el buen surtido de lodos que hay en sus
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calles y caminos, de modo que por aquí adelante, siempre adelante, me gusta esa frase, y si yo
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tuviera escudo, no le pondría otra divisa, he de llegar a las famosas minas de Sócrates, después de
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andar largo trecho, añadió, me he perdido, no hay duda de que me he perdido, aquí tienes Teodoro
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Golfin, el resultado de tu adelante, siempre adelante, estos palurdos no conocen el valor de
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las palabras, o han querido volarse de ti, o ellos mismos ignoran donde están las mimas de Sócrates.
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Subtítulos por la comunidad de Amara.org
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- Etiquetas:
- Radio, Podcast
- Subido por:
- Tic cepa alcala
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- Reconocimiento - Compartir igual
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- Fecha:
- 31 de enero de 2024 - 22:28
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CEPAPUB DON JUAN I
- Duración:
- 11′ 47″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 278.48 MBytes
