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CUENTO YO MATARÉ MONSTRUOS POR TI
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Yo mataré monstruos por ti. Afuera llovía muchísimo. Martina tenía miedo. Había llegado la noche y cuando salía la luna, Martina sabía que sus papás la mandarían a la cama.
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Luego sus padres se irían a su habitación y se dormirían. Incluso la televisión se callaría y empezarían a roncar. Nadie menos ella escuchaba al monstruo.
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Martina estaba con una civilización de monstruos.
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Vivían cabeza abajo, como en este dibujo.
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Pensaba Martina, tenían un reflejo al revés.
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También todas las cosas del mundo tenían su reflejo monstruoso.
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A veces Martina tenía pesadillas en las que todos los monstruos saltaban a la vez.
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Entonces hundían nuestro suelo y nos daban un susto muy grande, enorme.
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Aquella noche Martina no podía dormir.
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Temía que si dejaba caer el brazo de la cama, el monstruo haría un agujero.
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Lo agarraría...
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¡Pim!
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Y quizás se la llevaría a su mundo, donde tendría que vivir cabeza abajo.
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Y quizás Martina tendría que luchar al lado de los monstruos, contra las personas, saltando sin parar junto a ellos.
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Tenía tanto miedo que se quedó muy quieta en la cama e intentó que ninguna parte de su cuerpo,
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Sobre todos sus pies o sus brazos quedara fuera de la sábana
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Y llamó a su padre
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¿Cómo serán los monstruos de grandes?
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Yo, en comparación a una hormiga, soy una gigante
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Pero, ¿y si el monstruo fuera tan grande como tú?
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¿Qué podría hacer yo?
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Llamarme, dijo su padre
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Escúchame, yo mataré monstruos por ti
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¿Cómo?
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Dándote una idea para que no tengas miedo
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Martina. El sueño de los monstruos dependerá del miedo que les tengas. Si te sientes valiente
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verás el monstruo pequeño y cobarde. Y aquella noche, sin que se diera cuenta, Martina...
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Y le llegó el sueño. Entonces Martina soñó con una niña monstrua. Estaba recubierta
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de pelo rosa y era bastante rechoncha. La niña monstruo se llamaba Anitram. Anitram
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tenía miedo. Había llegado la noche. Cuando la luna salía, Anitram sabía que la mandarían
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a la cama. Luego sus padres monstruos se irían a su habitación y dormirían con aquellos
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ronquidos de monstruo. Incluso la televisión monstruosa de pelo rosado se callaría y menos
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ella escuchaba a la humana. Anitran estaba convencida de que en la otra cara del suelo
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había una civilización de humanos. Caminaban cabeza abajo. Todo lo que ella conocía tenía
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el reflejo al revés. Las calles rosas del mundo monstruo, las casas peludas y los árboles
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azules. Había tantos humanos como monstruos, así que en caso de pelea, la batalla sería muy
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igualada, aunque los monstruos tuvieran las pistolas de fresa y los lápices gigantes para
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defenderse. Anitrán también tenía un reflejo al revés. Por debajo de su cama imaginaba una
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niña humana. Tenía su misma edad. Seguramente aquella niña había nacido el mismo día y año
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que a Nitrán. La había escuchado saltar encima de su cama. Esa humana era muy ruidosa. ¿Y si todos
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los humanos decidieran saltar a la vez? Se preguntaba Nitrán. Quizás hundirían el suelo. Desde luego,
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si eso sucediera, les daría un susto muy grande, enorme. Aquella noche a Nitrán no pudo dormir.
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Estaba convencida de que la niña haría un agujero, la agarraría con fuerza y se la llevaría al mundo
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de los humanos. Allí tendría que aprender a vivir cabeza abajo. Quizás Anitrán tendría que luchar
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al lado de los humanos contra los monstruos. Anitrán tuvo tanto miedo que se quedó muy quieta
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en su cama peluda, intentando que ninguna parte de su cuerpo, sobre todo sus pies o sus brazos
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rosados quedara colgando fuera de la sábana. Como no podía dormir, Anitrat llamó a su
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padre monstruo y le explicó por primera vez sus miedos.
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Escucha esa niña ruidosa, pero no sé cómo es. Y si fuera increíblemente grande, dijo
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su padre. Escucha, yo mataré miedos por ti. ¿Sabes? El miedo es elástico, como un chicle.
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Se hace pequeño hasta desaparecer cuando tú te creces.
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Y en aquel momento, Anitrán notó que había crecido por dentro, y sin que se diera cuenta, se durmió, y su brazo salió de la sábana y quedó colgando en el aire.
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Lo mismo le pasó a Martina, y a la misma hora de la noche, su brazo salió de la sábana y cayó hacia el suelo.
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Entonces se hizo un enorme agujero. Nadie sabe cómo ocurrió.
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Son ese tipo de cosas mágicas que suceden por la noche cuando soñamos.
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Y por aquel agujero, la punta de los dedos de Martina pudo asomarse al otro mundo,
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el que tanto temía, ni más ni menos, que...
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A la pequeña monstrua le sucedió lo mismo.
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Ambas manos se tocaron.
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Anitrán notó aquel tacto de piel humana.
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Y Martina notó que su mano se llenaba de un agradable pelaje.
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Y las dos se dieron cuenta de que habían tenido miedo la una de la otra, porque aún no se conocían.
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Y a partir de entonces, las dos dejaban caer su brazo cada noche.
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Espero que os haya gustado este cuento que hemos preparado con tanta ilusión y os deseamos un feliz Día del Libro.
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- Autor/es:
- CEIP CRISTO DE LA CAMPANA
- Subido por:
- Cp cristodelacampana villanuevadeperales
- Licencia:
- Todos los derechos reservados
- Visualizaciones:
- 62
- Fecha:
- 22 de abril de 2020 - 20:58
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI CRISTO DE LA CAMPANA
- Duración:
- 09′ 15″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 600x338 píxeles
- Tamaño:
- 166.84 MBytes