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HFIL 2BACH - 42 La ética dialógica de Habermas - Contenido educativo
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La ética dialógica habermasiana
En el pensamiento de Habermas hay una distinción muy importante entre el mundo de la vida y el sistema. El mundo de la vida, según Habermas, es esa esfera de nuestra existencia que tiene que ver con nuestra vida individual, con nuestros proyectos, con lo que hacemos de manera cotidiana, con lo que a cada cual le preocupa y le inquieta.
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Por otra parte, dice Habermas, está el sistema. El sistema son las instituciones y las prácticas sociales que se rigen por la racionalidad instrumental, es decir, que pretenden encontrar los medios más adecuados para obtener un determinado fin.
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incluye diversos subsistemas como por ejemplo el estado que se ocupa de la administración, la
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economía que se ocupa del intercambio y la producción de bienes y servicios o la cultura
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que incluye instituciones por ejemplo educativas o artísticas. Está bien, dice Habermas, que haya
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una racionalidad instrumental en la esfera del sistema porque el sistema tiene que alcanzar sus
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metas. Para que el Estado sea efectivo tienen que encontrar, por ejemplo, la manera más adecuada
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de recaudar impuestos. Eso está bien. El problema, dice Habermas, es que en las sociedades
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contemporáneas la esfera del sistema se está extendiendo cada vez más y empieza a entrar
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también en el ámbito del mundo de la vida, de aquella esfera de sentido e intenciones personales
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de los sujetos. Habermas cree que esta colonización del mundo de la vida por parte del sistema es
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problemática porque esto lo que significa es que dentro de la vida personal de cada individuo,
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dentro de sus motivaciones, de sus maneras de funcionar en la vida, se instala la racionalidad
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instrumental abarcando cada vez más espacios, cada vez más ámbitos y dejando menos espacio para la
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vida espontánea del sujeto. Por eso existe, dice Habermas, una crisis en las sociedades
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contemporáneas porque nos da la impresión de que el mundo de la vida se está restringiendo. Nos
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sentimos oprimidos, constreñidos por esa racionalidad instrumental que parece que nos
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aprieta por todas partes y que no nos deja ser nosotros mismos ni liberarnos. Para entender esto
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bien hace falta entender cómo funciona nuestra racionalidad práctica, es decir, cómo funciona
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nuestra razón cuando pensamos de qué manera debemos actuar en nuestra interacción con los
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demás. Pues bien, según Habermas existen diferentes dimensiones de la racionalidad práctica. Hay una
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dimensión pragmática que tiene una finalidad técnica e instrumental, es decir, en cierto modo,
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en ciertas ocasiones y para ciertas cosas utilizamos la razón en nuestra relación con los demás como
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un medio para alcanzar fines. Esto no está mal si limitamos la dimensión pragmática de la
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racionalidad práctica al ámbito que le corresponde. ¿Por qué existen otras diferentes dimensiones de
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la racionalidad práctica? Por una parte está lo que Habermas denomina la ética, que en su
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terminología hace referencia a la concepción individual del bien. Presta atención a la manera
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en la que Habermas utiliza los conceptos, porque no todos los autores denominan ética a esto. Para
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Habermas la ética hace referencia a lo que a mí me parece que es mi bien, lo que yo considero bueno
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y justo, que puede ser distinto de lo que tú consideras tu bien. Para Habermas, por tanto, mi
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ética puede ser diferente de la tuya. El tercer ámbito, la tercera dimensión de la racionalidad
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práctica para Habermas es lo que él llama la moral y se refiere con este término a una concepción
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compartida de lo que es el bien y la justicia en la sociedad. Entonces, utilizando el concepto moral
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de manera diferente a como suelen hacer otros autores, Habermas cree que la moral hace referencia
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a los valores compartidos, socialmente establecidos, a lo que nosotros juntos como sociedad creemos
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globalmente, que es bueno y adecuado. Pues bien, la ética de Habermas es una ética dialógica que
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se centra en el ámbito de lo que él llama la moral, es decir, de las concepciones compartidas,
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colectivas, globalmente asumidas de lo que es bueno, de lo que es justo, de lo que hay que hacer.
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Se llama ética dialógica porque Habermas cree que para establecer las normas de convivencia,
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para establecer el ámbito de la moral compartida, lo que debemos hacer es dialogar. Las normas serán
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justas, adecuadas, legítimas, dice Habermas, si las hemos establecido por consenso, mediante un
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diálogo abierto en una comunidad transparente en la cual todos pueden hablar y dar su opinión.
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Como sabes, esto se llama una comunidad ideal de diálogo, es decir, un espacio donde todos pueden
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participar sin restricciones, sin amenazas, sin coacciones y sin tiempo. Todos podemos hablar
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negociando e intentando llegar a un acuerdo para establecer juntos las normas que van a regular
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nuestra convivencia, es decir, para determinar qué es lo que entre todos consideramos justo,
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bueno y adecuado, o sea, el ámbito de la moral, como la llama Habermas. Pues bien,
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Bien, esta es la base de la ética dialógica, que si te fijas recuerda bastante al planteamiento formal de Kant. La ética dialógica de Habermas es una ética formal, no es una ética material. Habermas no nos dice cuáles tienen que ser las reglas, es una ética donde no hay un contenido material específico.
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Las normas no nos las da Habermas, las normas las tenemos que elaborar nosotros, autónomamente. Sin embargo, lo que sí nos da Habermas es el procedimiento correcto para elaborar las normas. Es una ética procedimental, pero a diferencia de la ética de Kant, que hablaba del imperativo categórico y se basaba en una razón abstracta y universal, donde era el individuo el que se ponía a sí mismo las normas,
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la ética de haber más es una ética colectiva esto quiere decir que es una ética formal y
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procedimental pero el sujeto que elabora las normas no es individual sino que es colectivo
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es la sociedad la que elabora las normas y las elaborará de manera correcta si lo hace siguiendo
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el procedimiento adecuado que es mediante un diálogo abierto en una comunidad ideal de habla
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hasta llegar al consenso. Por eso Habermas distingue cuando hablamos de las normas entre
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dos conceptos muy distintos. Una cosa, dice Habermas, es la facticidad de las normas y otra
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cosa es su validez. La facticidad de las normas hace referencia a que las normas son las reglas
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que están establecidas de hecho en una sociedad. La facticidad tiene que ver con el procedimiento.
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Las normas que tenemos son, de hecho, las que son si se han elaborado siguiendo el procedimiento adecuado, el procedimiento establecido. Pero eso no quiere decir que las normas sean legítimas, válidas. La validez de las normas tiene que ver con la capacidad de justificarlas mediante un proceso racional de diálogo. Es decir, utilizando la racionalidad práctica podemos fundamentar esas normas porque provienen de un consenso, de un acuerdo.
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- Idioma/s:
- Autor/es:
- César Prestel
- Subido por:
- César Pedro P.
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial - Compartir igual
- Visualizaciones:
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- Fecha:
- 3 de octubre de 2021 - 13:40
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- IES CERVANTES
- Duración:
- 07′ 33″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1280x720 píxeles
- Tamaño:
- 435.46 MBytes