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Cuento Segundo equipo docente 2 - Contenido educativo
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Hola chicos, ¿qué tal estáis? Vamos a contar un cuento. El cuento se titula
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La Cenicienta que no quería comer perdices.
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La Cenicienta tenía tantas ganas de ir a la fiesta que al final lo consiguió,
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pero se puso tan, tan, tan, tan, tan nerviosa y ansiosa, mirad, mirad,
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que a la mañana siguiente no se acordaba de nada.
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Y es que llegó a las doce, pero a las doce del día siguiente
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Y allí estaban esos dos señores, sí, sí, con el zapato de cristal de tacón de palmo y de punta
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Esperando para que se lo probara Cenicienta
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Al principio a Cenicienta no le cabía el pie
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Pero apretó y apretó hasta que le cupo y metió hasta la pata.
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¿Y sabéis qué? Que se tuvo que casar con el príncipe.
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Mirad, mirad, qué guapos estaban en su boda.
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Al príncipe le encantaban las perdices, pero la cenicienta era vegetariana
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y no comía ni carne, ni pescado, ni siquiera llevaba chupa de cuero.
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Aún así, tenía que cocinar las perdices, porque era la comida preferida del príncipe.
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Se las cocinaba a la plancha, al horno, rellenas, fritas.
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¡Estas están saladas! ¡Estas están crudas! ¡Estas están quemadas!
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gritaba el príncipe malhumorado, porque la cenicienta nunca le cocinaba las perdices a su gusto.
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¡Qué disgusto!
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Y ¿sabéis lo peor? Que la pobre Cenicienta tenía que ir subida en sus zapatos de cristal, de tacón, de punta y de palmo.
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¡Qué vértigo!
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Al principio intentó poner la espalda recta, pero se caía hacia atrás.
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Así se fue inclinando y por su espalda se le fueron deslizando todas sus ideas e ilusiones.
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Y la planta del pie la tenía chafada, completamente chafada.
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Y es que la cenicienta cada vez se encontraba peor, enferma, deprimida, perdida.
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Hasta que un día decidió contarlo.
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¡Qué rollo de príncipe de zapatos y de perdices!
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Solo tenía a su príncipe amado, a su espalda torcida, sus pies chafados y el corazón destrozado.
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Y un día tuvo la suerte de verse a sí misma, comprando en la perecería.
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¿Quién es la última?
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Y le dio por reírse de sí misma, de la inocente que había pensado que un príncipe la salvaría.
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de años viviendo con uno, se dio cuenta que los príncipes no te salvan. Tampoco los camioneros,
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ni los discotequeros, ni los pasteleros tampoco. Dejó de sentirse culpable y es que se dio
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cuenta que la única capaz de salvarse era ella misma. Así que la Cenicienta dijo basta
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Y apareció un hada. He de contaros que las hadas son gorditas, peludas y morenas, y que están dentro de nosotras y salen cuando decimos basta.
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En cuanto Cenicienta vio a su hada, la abrazó y la achuchó. Y Cenicienta en ese momento se sintió tan acogida que se puso a llorar.
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Hacía tanto, tanto que no lloraba.
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Primero empezó llorando por el príncipe, por tantas perdices muertas, por los zapatos.
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Luego siguió llorando al recordar que su madrastra no le trataba bien y que su padre le trataba peor.
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Y sus hermanas, que casi se mueren por intentar usar una talla 30 abezada.
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Lloró por todo, por todo, todo, todo.
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Incluso lloró también por vidas anteriores, por si acaso.
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¿Y sabéis qué? Que se sintió muchísimo mejor. Se sintió vacía.
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Ahora solo tenía que llenarse de cosas bonitas.
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Sabía que teniendo a la hada con ella, lo conseguiría.
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Y en primer lugar dejó al príncipe y también dejó a sus zapatos y a las perdices, claro.
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Y así fue como encontró en el camino de la transformación a otros seres
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Se encontró a la ratita presumida
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Que había empezado a engordar y ahora llegaba más
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Se encontró a la bella durmiente y a Blancanieves
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Que se estaban despertando y desintoxicándose de tanto ibuprofeno
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Se encontró a Caperucita Roja
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A la que le había salido violento el cazador
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Y Pinocho, que estaba harto de sus mentiras y sabe que necesita decir la verdad.
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Así como el hombre de hojalata, que llorando y llorando había encontrado su corazón.
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Ahora están encantadas de haberse conocido, pero también están muy enfadadas por el papel que habían tenido que representar durante siglos.
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Durante siglos en tantos cuentos.
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Niñas, princesas, chicas pasivas esperando a que les pidan la mano y les roben la vida.
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¡Se acabó!
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Han empezado un cuento nuevo.
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Érase una vez unas chicas que no estaban solas y unas perdices que volaban perdices.
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Fin. Bueno, fin no, porque ya sabemos que los finales no existen y que todo, todo continúa.
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Espero que os haya gustado mucho, mucho el cuento
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- Subido por:
- Tic cp infantacatalina alcala
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- Fecha:
- 21 de diciembre de 2020 - 6:51
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI INFANTA CATALINA
- Duración:
- 08′ 01″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
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- Tamaño:
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