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Lengua II Clase a distancia 37 20230502 - Juan Ramón Jiménez: poemas "Intelijencia" y "La otra forma" - Contenido educativo
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Bueno, aquí tenemos un par de poemas, aunque yo ahora que tengo tiempo quería citar alguno más.
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Uno de ellos, lo voy a buscar ahora mismo, vamos a ver, por ejemplo, uno es la Edad de Primavera,
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que es muy famoso, bueno, es un libro bastante largo, entonces, Dios está azul, aquí está,
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Mañana de la Cruz se llamaba, ¿veis? Pues mantiene, digamos que bastantes de sus raíces andaluzas,
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de las tradiciones, de toda esta cultura andaluza, no quiero decir folclore, pero sí, lo es, sus tradiciones,
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un poco con esta interpretación poética de Dios, este verso de Dios está azul, este medio verso,
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de Dios está azul, es algo muy llamativo en cuanto al choque que hay con la religión o la filosofía.
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¿Cómo se puede atrever alguien a decir que Dios está azul? Como un pitufo, ¿no? Bueno, pues claro,
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es que lo que está haciendo es que está asociando el cielo con Dios, y está diciendo que el cielo está azul,
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pero digamos que ese vigor, esa luminosidad, esa pureza que tiene el cielo azul es Dios, ¿de acuerdo?
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Entonces, por eso, esta afirmación, esta sencilla oración dice mucho.
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Y ya está hablando un poco de la tradición de la Semana Santa, de la Cruz, de la Primavera, no sé qué,
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pero es que la propia Primavera, con lo florido, las rosas, las rosas del amor, digamos la alegría de la vida,
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y lejos de hablar de la pasión de Cristo, pues habla un poco de esta exuberancia divina que hay en toda esta belleza.
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Entonces, en los poemas de Juan Ramón hay casi siempre una presencia de lo divino, en muchos casos.
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Otro poema es este, donde habla de la muerte. Una forma de ver la muerte poética,
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este poema me gusta mucho, es muy bueno. Fijaos lo que dice, vamos a leerlo.
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Dice, y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando, y se quedará mi huerto con su verde árbol y con su pozo blanco.
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Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.
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Se morirán aquellos que me amaron, y el pueblo se hará nuevo cada año, y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
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mi espíritu errará nostálgico. Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido,
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y se quedarán los pájaros cantando. Bueno, esta visión de la propia muerte es algo frecuente en poesía,
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pero este es uno de los poemas más famosos, donde en una especie de, no sé si se llama idolopeia,
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uno está viendo su propia muerte desde fuera, casi como en Don Juan Tenorio de José Zorrilla,
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en la obra de teatro de Don Juan Tenorio, al final, él mismo ve su féretro en una comitiva púnebre,
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y luego se da cuenta de que él es el que está en el féretro. Y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando.
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Está aquí, pues, haciendo esta prolepsis, esta de su propia narrativa, de cuando se haya ido, de cuando él ya no esté en la vida,
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y está, pues, vaticinando como será el mundo cuando él ya no esté, y se quedarán los pájaros cantando.
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O sea, que está, pues, diciendo que el mundo seguirá siendo bello, y se quedará mi huerto con su verde árbol y con su pozo blanco.
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O sea, lo bello que él tuvo en la vida, pues, va a permanecer. En este caso, él también es un cantor.
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Está diciendo, con esta, y se quedarán los pájaros cantando, yo aquí quiero ver que va a seguir habiendo cantos,
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entre los cuales quizá la memoria del mundo, de la naturaleza, conste el suyo propio, su propia poesía.
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Y luego lo que él tuvo y que hizo en la vida, va a seguir permaneciendo también, por este deseo de trascendencia, y que se cumple.
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Porque él tuvo su huerto que estuvo cuidando, labrando, su árbol que estuvo cuidando, regando, etc.
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El pozo del cual bebía, pues todo aquello, y veis el cromatismo, verde, blanco, verde además todo tan simbólico,
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de la vida, de la esperanza, de la juventud, de lo eterno, blanco la pureza, pues va a seguir permaneciendo.
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Todas las tardes el cielo será azul, más cromatismo, esto es propio del modernismo, también es de Darío,
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del tema del cromatismo, de los colores.
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Todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.
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Toda la tradición, lo bello, lo que permanece, las campanas del cielo.
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Se morirán aquellos que me amaron, sigo vaticinando, pasarán los años y morirán las demás personas que le conocieron.
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Y claro, ¿qué pasa cuando muere la persona que a uno le conoce y le ama?
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En principio la memoria de uno en los demás también va a terminar.
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¿Qué pasa con esto? Pues que el pueblo será nuevo, se renovará, será joven, desconocido con otras personas.
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Y en el rincón, aquel de mi huerto florido y encalado, como veis sigue estando el blanco en estas casas blancas encaladas,
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mi espíritu rara nostálgico, aquí tenemos nostálgico con J, que es esta particularidad ortográfica de Juan Ramón Jiménez.
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Mi espíritu rara nostálgico está aquí haciendo una ficción de incorporaridad, de que va a permanecer su espíritu vivo de alguna manera,
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como un fantasma, y yo me iré y estaré solo sin hogar, porque está diciendo que su espíritu, lo que sea, su memoria, su entidad incorpórea permanecerá.
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Pero pese a él no estar ya, porque ya no tendrá su hogar, su árbol, su pozo, sin cielo ni nada, se quedarán los pájaros cantando.
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Aquí acaba el poema como empieza, con esta estructura circular, donde al repetirlo se ve que es lo más importante,
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que dará belleza, que darán canciones, que darán cantos, y esto de los pájaros pues con esa reminiscencia que tiene simbólica también de las ilusiones.
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Los pájaros eran las ilusiones amorosas en la poesía tradicional, de ahí lo de tener la cabeza llena de pájaros.
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Es bastante esperanzador, es una manera de ver la muerte con cierta belleza, con cierta esperanza, sin ser religioso,
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porque es el único que habla de espíritu, pero aquí no menciona a Dios para nada, y sobre todo la permanencia de la belleza, que ya hubo y que habrá.
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Entonces no deja de ser un poema de belleza más que de lamento por la muerte. No es un lamento por la muerte, esto es otra cosa.
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Es muy interesante y es bueno pensar en ello.
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Bueno, y luego este otro, Inteligencia, dice así, y aquí ya sí que vemos algo un poco más complejo.
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Vamos a ponerlo más grande. Como veis la J, ¿verdad? La J es con Ramón y luego las X que van a estar con S.
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Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas. Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente.
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Que por mí vayan todos los que no las conocen a las cosas. Que por mí vayan todos los que ya las olvidan a las cosas.
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Que por mí vayan todos los mismos que las aman a las cosas. Inteligencia, dame el nombre exacto, tuyo y suyo y mío, de las cosas.
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Bueno, como veis es otra vez muy místico. Y aquí es curioso que no se esté dirigiendo a Dios como tal, sino a una supuesta inteligencia,
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una inteligencia superior, trascendente, inteligencia digamos sobre-supra-humana, a la cual se dirige como si la invocase como a Dios.
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Esto no deja de ser una apóstrofe. Una apóstrofe es una llamada dentro de un poema, al comienzo normalmente, para invocar, para decirle algo.
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Dame el nombre exacto de las cosas. De manera que las cosas, según él, no tienen el nombre exacto. Las cosas que así llamamos,
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si ahora mismo estoy viendo una silla, una ventana, una gata, un libro, estas cosas, esos nombres no las definen plenamente, según él.
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Las cosas tienen que tener un nombre exacto, un nombre que recoja toda su esencia. Y es lo que está diciendo, que mi palabra sea la cosa misma.
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Que no haya una distancia entre el significante y significado del signo lingüístico, hablando en términos de Sosir.
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Que esa manera de enunciar, de nombrar algo, sea algo ya directamente. Eso es una especie de creación por medio de la palabra.
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Algo que remite casi a la religión o a la magia. Que las cosas existen por nombrarlas. Es un atrevimiento también, una osadía enorme.
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Pero en el fondo es así. Que las palabras tienen que definir las cosas. Y lo que tenemos las define en bastante grado.
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Pero claro, lo que está diciendo es eso. Que mi palabra sea la cosa misma creada por mi alma nuevamente. Es decir, que a través de él en su vertiente, en su raigambre más divina,
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a través de lo más esencial de él, su alma, pueda nombrar las cosas. Pueda nombrar las cosas y crearlas con nombrarlas. Es una especie de...
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Él quiere ser Adán, nombrando todo lo que hay y poniendo nombres a las cosas. Incluso más, porque no es solamente ponerles nombres. Es que la va a crear la cosa.
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Y luego además se erige como guía para toda la población humana, por así decir. Que por mí vayan todos los que no las conocen a las cosas.
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Entonces, cuando él nombre las cosas con su palabra, quiere que los demás puedan verlas como las ve él. Que por mí vayan todos los que no las conocen a las cosas.
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Porque no las conocían con el nombre que tenían. Con el nombre que va a poner él ya las va a conocer. Que por mí vayan todos los que ya las olvidan a las cosas.
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Algunos las hemos conocido y las hemos olvidado. Entonces, con esta nomenclatura, este nombramiento que va a dar el poeta a las cosas, de una manera ya por fin precisa,
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gracias a la inteligencia que quiere que le ayude, pues los que estamos olvidando las cosas las vamos a ver de nuevo. Que por mí vayan todos los mismos que las aman a las cosas.
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Ya pues los que aman la realidad que nos rodea, los que amamos la realidad, todo lo que implica, pues podemos amarla de nuevo y comprenderla gracias a poesías como esta.
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Inteligencia, y aquí cierra el poema volviendo al encabezamiento, inteligencia dame el nombre exacto y tuyo y suyo y mío de las cosas. Fijaos en esto.
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El nombre exacto, esto es una especie también de trinidad, de todo a la vez y todo que es lo mismo a pesar de ser cosas distintas.
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El nombre exacto que a la vez es el tuyo, el de la inteligencia divina, es el nombre que tiene según la inteligencia divina, y suyo que es el propio nombre que tienen las cosas y el mío de las cosas.
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Como veis, el nombre exacto tiene que reunir estas tres condiciones, que sea el nombre de la inteligencia, el nombre de la propia cosa y el nombre que el poeta quiere dar a la cosa.
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Bueno, pues aquí, como veis, esto es un poema bastante místico donde además el poeta se quiere erigir como guía del mundo, como inteligencia genial que puede comunicarse con una inteligencia divina para dar el nombre exacto a las cosas.
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Es una reflexión filológica, ¿no? Y aquí, pues, si tuviera la tableta para escribir, pues os diría figuras retóricas porque las hay. Tenemos encabalgamientos muy frecuentes y muy abruptos.
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Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas. Encabalgamiento, que mi palabra sea la cosa misma. Como veis, que por mí vayan todos los que nos conocen.
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Está todo el poema bastante encabalgado porque así da más fluidez. Podemos, aparte de encadenar enunciados largos, podemos crear expectación, ¿no? Dame el nombre exacto.
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Inteligencia, dame. Fijaos que aquí, no sé si decía Neruda que cada verso tiene que ser una isla. Si leemos solamente esto, inteligencia, dame, ya esto tiene fuerza. Tiene fuerza ilocutiva.
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Tiene inteligencia, dame. Estamos haciendo una invocación con esta apóstrofe y le estamos pidiendo algo, ¿no? Dame el nombre exacto de las cosas. Bueno, tenemos ciertas anáforas, los que, los que, ¿no?
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Y también, sobre todo, epíforas. Epífora es lo contrario del anáfora, es el mismo final de verso. A las cosas, a las cosas, a las cosas, ¿vale? Tenemos estas epíforas, que son finales comunes de versos.
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Igual que hay anáforas que son principios comunes. Tenemos, por lo tanto, paralelismo sintáctico también. Paralelismo, ya que coincide la misma estructura sintáctica en varios versos.
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Tenemos también, con tanta mención de las cosas, pues una insistencia en esta palabra. Querría decir que esta repetición innecesaria de las cosas, aunque no sé si es exactamente,
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pero sí que conviene que conozcáis la figura retórica de la ploce o aposis, ¿vale? Que vamos a buscar ahora mismo para que veáis. La ploce o aposis consiste en la repetición de una palabra o expresión en la mitad de un verso o versos consecutivos.
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Bueno, por eso digo que aquí nos menciona el ejemplo del ploce como repetición en mitad de un verso. Como el cisne cuando muere, si es verdad que el cisne canta, ¿no? En lugar de usar pronombres o algo para referirse al cisne, pues lo repiten.
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En el cielo una estrella negro, en el cielo la primavera, en el cielo el cielo. Esta repetición innecesaria se llama ploce o aposis o mesodiplosis. Es una figura un poco compleja. Vosotros me basta con que me digáis repetición o repetición insistente, ¿no? Pero que está aquí diciendo tantas veces cosas que parece que resuena en la cabeza.
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Tenemos también esto, que por mí vayan todos, que por mí vayan todos. Esto realmente no se llama estribillo, aunque parezca una repetición así del mismo verso. Esto es una epímone. Epímone es la repetición del mismo verso, o a veces con pequeñas variantes, insistentemente también a lo largo del poema.
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Vamos a buscarlo. A ver si... Epímone. Sí, lo tengo por aquí. Aquí no sale directamente la raíz. Repetición sin intervalo de una misma palabra para dar énfasis a lo que se dice o intercalado de un mismo verso o una misma expresión varias veces en una composición poética. Busco otra definición. Vamos a ver.
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También podría valer como epímone esto de las cosas que estamos diciendo. Ah, que lo ponen aquí con otro... Fijaos aquí en Neruda. Me gustas cuando callas porque estás como usente. No, no, no. Me gustas cuando callas y estás como distante. Me gustas cuando callas.
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Y sobre todo este, el famoso llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca. Este de a las cinco de la tarde. ¿No? En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde y el toro solo corazón arriba. A las cinco de la tarde. Cuando el sudor de nieve fue llegando a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde.
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Como veis, esta repetición de a las cinco de la tarde a lo largo de todo el poema responde a la definición que quiero dar de epímone o epínome que pone aquí. Yo digo epímone, ¿vale? Que consiste en repetir una misma frase varias veces a lo largo del poema, de la poesía.
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Entonces aquí tenemos esta epímone, que por mí vayan todos, que por mí vayan todos, que por mí vayan todos, con esa intención que no es otra cosa que la de insistir, en atraer la atención de todos, de invocarse, de dirigirse a sí mismo como un guía de todos.
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Que quiere asumir no solamente una soberbia, no soberbia, parece soberbia, pero esto es más que nada una gran responsabilidad la que se quiere echar encima, la que quiere asumir de decir algo de una manera que le pueda mover a todo el mundo por ser algo auténtico, algo verdadero, algo que revela la realidad tal como es.
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No solamente con palabras inexactas, ¿no? Bueno, pues este poema es muy difícil, no lo voy a poner en el examen, y este otro tampoco. Vamos a verlo rápidamente.
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Este es un poema que me llamó la atención. A mí no está en internet, por más que lo busquéis, no sé por qué.
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Y es del libro La estación total, y fijaos que de fechas tiene porque fue reformando el libro, ¿no? Bueno, pues se llama La otra forma, y dice lo siguiente.
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Ondo vaivén de sólidos y luces, traslada la estación de un sitio a otro. En medio del viraje natural, ¿qué hacer con nuestra loca vida abierta?
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¿Verdor solar con apariencia eterna, tierra en que duplicar con nuestra boca, agua en que refrescar la vena viva, poniente al que mirar en el descanso?
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Ya no sirve esta voz ni esta mirada. No nos basta esta forma. Hay que salir y ser en otro ser el otro ser. Perpetuar nuestra explosión gozosa.
00:22:12
El ser que siempre hemos querido ser, y en él quedarnos ya, fuerza cerrada de la embriaguez que nos echó en su seno. Estatua ardiente en paz del dinamismo.
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Bien, pues este es un poema también bastante complicado, aunque después de pensarlo muchas veces creo que la idea que encierra no es tan complicada.
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Bien, fijaos que esto pertenece al libro La estación total, y aquí habla de la palabra estación.
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Y vamos a ver que empieza hablando de un hondo vaivén de sólidos y luces, y esto remite por medio de sensaciones propias del modernismo a un tren.
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Un vaivén es algo que se mueve, además estos sólidos y luces parece como algo pesado, y a la vez algo ligero como las luces.
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Aquí tenemos una antítesis de conceptos de sólidos y luces, y este vaivén es hondo, digamos que es profundo.
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En este movimiento, que puede ser oxidante, que puede ser algo que tiene que ver con el movimiento.
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Estamos hablando de movimiento, y por si acaso nos dice traslada la estación de un sitio a otro.
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Al hablar de este movimiento que parece de un tren y aquí de estación, también tenemos una relatividad de movimientos, hablando de que es la estación lo que se mueve.
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Entonces estamos teniendo ahí una visión centrada en el punto de observación y no real de saber que nos estamos moviendo, sino que parece que se está moviendo todo a nuestro alrededor.
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Lo cual parece un poco más complejo, más sobreponedor, que nos rebasa, algo complejo.
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Traslada la estación de un sitio a otro, y luego está hablando del viraje natural, de un giro lento, amplio, natural, en medio del viraje natural, como un movimiento que no es recto,
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en medio del viraje natural, y estamos hablando de algo de la naturaleza, anuncia esta pregunta con signos de exclamación, una pregunta retórica, un erotema, pero con signos de exclamación.
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¿Qué hacer con nuestra loca vida abierta? Abierta, sin destino, sin saber a dónde va, abierta, pues aquí está, y además este sustantivo encerrado, estos dos adjetivos, loca y abierta, pues no deja de ser que está bastante amplificada en este sentido de sin destino, de sin rumbo.
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En medio del viraje natural, sin embargo estamos en lo que parece un tren y una estación, claro aquí podemos hablar de dilogía o silepsis, al poder ver estación como cambio de estado, de ahí viene estación, de estado, de estación como las estaciones del año,
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de primavera, verano, otoño, inverno, trasladar la estación de un sitio a otro, o sea que aquí está jugando con varios significados de la palabra estación, voy a buscaros la palabra, la figura de la dilogía o silepsis, para que la apuntéis por si no lo tenéis en los apuntes, que es que tenga dos significados simultáneos, la silepsis o dilogía va a tener una palabra con dos significados simultáneos que cobran sentido los dos significados en el poema.
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Bueno, y aquí hace una larga pregunta que alberga la clave del poema, esta pregunta, este otro erotema, esta otra pregunta retórica.
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¿Verdor solar con apariencia eterna? Bien, verdor, lo verde, lo verde ya sabemos que es el color de la esperanza, de la juventud, que además una juventud que se regenera, que guarda esperanzas porque parece eterna, lo verde siempre es el color de la juventud, de la vida, incluso del disfrute del amor en la juventud.
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Verde que te quiero verde, que decía Lorca, verde ramo, verde rama, el barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Verdor solar con apariencia eterna, que parece que va a vivir para siempre, la apariencia es curioso, solar además con luz, con luz poderosa del sol, verdor solar, no hay más que ver las hojas recién nacidas de las hayas atravesadas por la luz del sol,
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con ese verde teñido de amarillo luminoso del sol, no hay nada más verde que el verde de la primavera con hojas recién nacidas, verdor solar con apariencia eterna, es lo que parece que quiere remitir este poema.
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Bien, y a esto se refiere un poco a disfrutar de la juventud, de haber disfrutado de la juventud, porque os está preguntando, tierra en que duplicar con nuestra boca, vale, pues aquí tierra en que duplicar con nuestra boca, esto responde a la fertilidad, y además duplicar, parece que quiere hablar de reproducirse, entonces este verso parece que está hablando de la posibilidad de tener hijos con nuestra boca.
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Pues a esto puede hacernos dudar, hacer una especie de otra doble interpretación, otra posible interpretación, de poder usar la palabra, digamos, la facultad lingüística como medio de permanencia, de trascendencia, de quizá algo que nos permita
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tener un hijo, como la reproducción, tierra en que duplicar, pero con nuestra boca. O bien, yo creo también que lo está diciendo un poco, ya que estamos hablando de amor en la juventud con ese verdor solar, que esté usando boca con un sentido erótico de uno de los órganos del amor más, digamos, productivos.
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Tierra en que duplicar con nuestros besos, cuando está boca, es como habiendo encontrado el amor y habiendo encontrado una pareja, a través del amor materializado físicamente, tenemos tierra en que duplicar, duplicarnos, de reproducción.
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En esto, pues siempre me, con esto de la tierra, del amor y del amor y la posibilidad de reproducción, siempre me acuerdo del verso de Neruda, de 20 poemas de amor y una canción desesperada,
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mi cuerpo del abrigo salvaje te socaba y haces saltar el hijo del fondo de la tierra. Como veis aquí, en un poema de amor completamente erótico, que dice, cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega, mi cuerpo del abrigo salvaje te socaba y haces saltar el hijo del fondo de la tierra.
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Como aquí vemos el cuerpo de mujer también como símbolo de la fertilidad de la tierra, como lo que producen nuestros alimentos, pues también es el cuerpo femenino y es el amor.
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Bueno, agua en que refrescar la vena viva, y aquí tenemos agua, otro elemento natural que en este caso es siempre símbolo, o suele, vamos, normalmente símbolo de la satisfacción amorosa.
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El agua refresca, además se lo pone aquí, refrescar, refresca cuando hace calor, y el calor aquí, en vez de decir calor corporal, corpóreo, el calor de ponerse caliente por el deseo amoroso, dice la vena viva, de nuestra sangre caliente, como lo que decía Bongora, de ande yo caliente y ríase la gente, este yo vivo, este yo vivo y en plenas facultades de deseo y de disfrute.
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Agua en que refrescar la vena viva, o sea que aquí pues esta vez está hablando del disfrute amoroso y de siempre, poniente al que mirar en el descanso, y por fin el descanso mirando al atardecer, que es símbolo también de la madurez, llegar a la madurez pudiendo descansar habiendo vivido todo esto.
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O sea que aquí en estos cuatro versos está hablando de toda una vida con lo más importante que es la materialización del amor. Con este duplicar que parece apuntar a tener hijos.
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Ya no sirve esta voz ni esta mirada. No nos basta esta forma. Hay que salir y ser en otro ser el otro ser. Perpetuar nuestra explosión gozosa. Vale, entonces, ¿qué pasa? Que está hablando de un agotamiento de haber sido lo que ha sido. Ya no sirve esta voz ni esta mirada.
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Que esta voz que se refiere a la suya, ¿no? Tiene pinta, no va a hablar de otra. Ya no sirve esta voz ni esta mirada. Estos ojos que están viendo, por los que está viendo, los ojos como espejo del alma. No nos basta esta forma. Necesita un cambio, una evolución, ¿no? Un cambio radical.
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Hay que salir con este encabalgamiento tan bueno y ser en otro ser el otro ser. Y fijaos qué ploce o aposis de ser, ser, ser en el verso con este juego también de verbo y sustantivo.
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Esto sería un poco un fenómeno de homonimia, ya que estamos usando homónimos de ser, pero uno siendo el verbo y otro sustantivo. Y aquí rematando eso con ese ser en otro ser el otro ser.
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Ser en otro ser, ser en otro ser el otro ser. ¿Qué significa esto? Bueno, pues yo en clase hablaba de la doble interpretación, de bien, de haber tenido un hijo y ya con ese otro, otra persona que ya no es él, aunque venga de él, ¿no? Ser en otro ser el otro ser.
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Pues podría ser esto. Hay que tener un hijo, haberse reproducido para salir de uno, digamos, de ese ensimismamiento y crecer a la vez que se ve crecer a otra persona. Ser en otro ser el otro ser.
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O bien, un poco más complicado, casi diría que más forzado, creo que predomina la interpretación del hijo, que puede ser que su palabra, si estamos duplicando con nuestra boca en el sentido de transmitir nuestra poesía, de transmitir la poesía, ser en otro ser el otro ser.
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Que evolucione, que crezcan y vivan y se reproduzcan nuestras ideas poéticas en otras personas. Es lo que puede ser también esto. Perpetuar nuestra exposición gozosa, ese perpetuar puede ser que trascienda nuestra poesía en la memoria de otros, ¿no? Que haya arraigado en otras personas.
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El ser que hemos querido ser, otra vez ser, ser, ¿no? Aposis o ploce. Casi, casi, casi, esto es una, cuando comienza y acaba un verso igual, es una epanaliplosis, ¿vale? Epanaliplosis es otra figura muy interesante, ¿vale?
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Que es el mismo comienzo y final que consiste en terminar un verso o una frase con la misma palabra con la que empieza. No es exactamente porque tiene un artículo, el ser que hemos querido ser en otro ser, pero epanaliplosis es este mismo comienzo y final de verso, ¿vale?
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Verde que te quiero ver, que también sería una epanaliplosis. Bueno, y en él quedarnos ya. Fuerza cerrada, fijaos que ahora opone lo de cerrada a la vida abierta. Fuerza cerrada, con el sentido que quiera darle, de la embriaguez que nos echó en su seno.
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Digamos que esa fuerza cerrada, yo creo que se refiere al impulso natural, de la naturaleza, bajo el cual vivimos como embriagados, ¿no? Porque es algo que nos domina, que nos echó en su seno.
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Y acaba, otra vez, con movimiento. Empezó el poema con movimiento, con este ondo vaivén, y aquí acaba con la palabra dinamismo. Otra vez una estructura circular. Estatua ardiente en paz del dinamismo, donde en paz del dinamismo parece un oxímoron.
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Casi una paradoja, ¿no? Paz del dinamismo. La paz debía ser de la quietud, de la estabilidad, ¿no? Es donde se encuentra mejor la paz. Pero aquí dice paz del dinamismo, con este oxímoron, con este juego de contrarios, o casi podemos decir incluso paradoja también.
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Estatua ardiente. Además, estatua ardiente, que está en constante el fuego, es un símbolo también de transformación. Entonces, estatua ardiente en paz del dinamismo es algo que está en constante cambio, parece ser.
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Bueno, estos poemas son cosas que yo os quiero mostrar, pero por supuesto no puedo poner un poema así en el examen. Todavía no estamos preparados para comentar esto, ni siquiera lo estoy yo.
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Entonces, simplemente que sepáis un poco cómo es la poesía de Juan Ramón Jiménez. Si toco una pregunta en el desarrollo de Juan Ramón Jiménez y del modernismo en España, podéis mencionar algo de estas cosas que os he contado.
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Y nada, os animo a que leáis algo más de Juan Ramón, aunque sea difícil, y que os enfrentéis a poesía difícil, porque siempre tiene algo que aportarnos y sobre todo que nos despierta el intelecto y nos hace crecer, digamos, este tipo de poesía.
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Bueno, pues muchas gracias y continúo en otro vídeo con la Generación del 98.
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- Idioma/s:
- Autor/es:
- Eduardo Madrid Cobos
- Subido por:
- Eduardo M.
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial - Sin obra derivada
- Visualizaciones:
- 12
- Fecha:
- 2 de mayo de 2023 - 13:51
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CEPAPUB ORCASITAS
- Duración:
- 37′ 16″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1366x768 píxeles
- Tamaño:
- 1.12