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La leyenda de la cueva de Salamanca - Contenido educativo
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Audiolibro elaborado por alumnos, familias y profesores de 4º de Primaria del CEIP Santiago Ramón y Cajal (Alcorcón).
La leyenda de la Cueva de Salamanca. Aquí podéis escuchar un audiolibro que hemos elaborado con la colaboración de las familias de nuestros alumnos y alumnas de cuarto de primaria para celebrar el Día del Libro.
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Vamos, os contaremos lo que pasó hace muchos años en aquella cueva.
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Cuenta la leyenda que el marqués Enrique de Villena viajó a Salamanca y allí buscó un preciado tesoro
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que según decían había sido llevado a esta ciudad desde Santiago de Compostela, el libro de Ceprián
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Este libro era lo que la gente llamaba un grimorio, es decir, un libro que recoge fórmulas mágicas y hechizos
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Según la leyenda, fue escrito por Cipriano de Antioquía, un hechicero y famoso mago.
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En él recogió todos sus conocimientos esotéricos y todo tipo de fórmulas mágicas y encantamientos.
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También mostraba los tesoros del Reino de Galicia y de parte de Portugal, con localizaciones detalladas de dónde encontrarlos.
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La fama de tal libro lo convirtió en un codiciado tesoro de la Edad Media.
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Persona que poseyera aquel grimorio se convertiría en alguien con gran poder y conocimiento.
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Una vez en Salamanca el marqués de Villena conoció que había una iglesia donde se enseñaba astrología, necromancia y la práctica de artes mágicas, sortilegios, hechizos, etc.
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Aquella iglesia era la de San Cebrián, cuyo nombre correspondía al de Ciprián de Antioquía.
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Hasta allí acudió el Marqués de Villena, bajó por la calle de San Pablo, Antigua San Polo,
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y luego subió por la cuesta de Carvajal. Allí encontró la pequeña iglesia de San Cebrián.
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Entré en ella, no había nadie y un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del marqués
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Le dieron ganas de marcharse inmediatamente porque notaba que allí había alguna presencia marina
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Pero la curiosidad y su interés por aquello le mantuvieron en la iglesia
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Estaba muy oscuro. El ruido de sus pisadas retumbaba entre las paredes del templo. Se dirigió hacia una puerta, tal vez de la sacristía, pero estaba cerrada. Estaba claro que allí no había nadie. Volvería al día siguiente.
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No quería que la noche le sorprendiera en aquel lugar. Volvió a hacer sus pasos y buscó la puerta de salida. Está a punto de llegar a ella, cuando de repente una sombra aparece ante él.
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El marqués se detuvo asustado. No sabía de dónde había surgido aquella figura. Aquel extraño ser que se identificó como el sacristán de la iglesia le dijo que estaba esperándole.
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El sacristán le pidió al marqués que le siguiera mientras le contaba aquella gruta
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A donde se dirigían había sido construida por el mismísimo Hércules
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Y en ella el héroe había escondido todos los secretos del mundo
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El sacristán era el guardián de aquella gruta y el poseedor de aquellos secretos guardados en ella
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incluido el libro de Ciprián, cuyas enseñanzas se daban a aquellos que, como el marqués,
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dedicaban su vida al estudio de las artes ocultas.
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Le dijo también que no estaban solos. En la grita había otros seis estudiantes más.
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También le advirtió que existían algunas condiciones para llevar a cabo las enseñanzas.
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Los estudiantes debían ser siete.
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Y los siete recibirían estos conocimientos durante siete años seguidos
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Siete, el número mágico, el número sagrado y el número de la perfección
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La multiplicación del siete por tres es igual a veintiuno
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Que es el número del diablo
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Luego, uno de ellos, aquel que fuera elegido, tendría que pagar un precio por todo el conocimiento adquirido.
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Todo estaba preparado y sólo faltaba el marqués de Villena. El sacristán le ordenó que le siguiera. Entraron por la puerta de la sacristía, la cual no era profunda y se bajaba desde la iglesia a través de unos pocos escalones hacia un nivel inferior.
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El marqués siguió al sacristán por aquel estecho camino. Finalmente llegaron a un acuerdo. Allí se encontraban los otros seis estudiantes, seis hombres jóvenes sentados alrededor de una mesa en la que había una silla vacía, sin duda la reservada al marqués.
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La cristal le indicó con un gesto que tomara asiento porque ya era la hora indicada
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Eran las siete de la tarde
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Los años fueron pasando en aquella estancia subterránea a la luz de una incombustible vela
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Mientras aquel extraño personaje
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Al que el marqués identificó con algún discípulo del diablo
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O tal vez, el diablo mismo
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impartía a aquellos iniciados sus lecciones de magia negra, adivinación y negromancia
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contenidos en varios libros de magia, entre ellos el mencionado de Ciprián
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Finalmente transcurrieron los siete años
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siete años en los que todos aprendieron innumerables sortilegios y fórmulas mágicas
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conocieron muchos secretos y se convirtieron en hábiles magos
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magos. El sacristán miró entonces a Enrique de Villena. Él era el elegido, el que tendría
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que pagar por todos. Un escalofrío secundió su cuerpo. Los otros seis estudiantes salieron
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de allí y le dejaron solo en la cueva, meditando. Pero Enrique de Villena no estaba dispuesto
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a pagar por todos. No sabía siquiera si podía hacerlo y mucho menos quería permanecer allí
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de por vida. No había aprendido aquellos conocimientos para no salir de allí y simplemente
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enseñárselos a otros.
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Ponderse en la mesa del centro y una de agua. En el fondo no era mucho incluso para alguien
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que poseía tantos conocimientos como él había adquirido.
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Uno de los libros mágicos que había sobre la mesa. Lo abrió al azar. El libro mostraba cómo hacerse invisible, algo que él necesitaba en aquel momento. En efecto, pensó, aquel era el mejor momento para hacerse invisible. Dejó el libro sobre la mesa y se escondió dentro de la tinaja vacía.
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Esperó a que todos volvieran
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Pasados unos eternos minutos
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Todos regresaron a la cueva
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Entonces comprobaron que aquí no había nadie
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Todos comentaron la imposibilidad de salir de allí sin ser vistos
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Uno de los iniciados vio el libro abierto
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Que mostraba la facultad de hacerse invisible
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Un clamor de admiración sonó en la cueva
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porque pensaron que el marqués había salido de allí ante todos, habiéndose hecho invisible.
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Era lo menos que podía pensarse de un alumno aventajado tras siete años de estudio.
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Salieron todos comentando el prodigio, olvidándose de cerrar la puerta.
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Pronto el silencio se hizo dueño de todo.
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El marqués salió de la tinaja y, cuando calculó que el sacristán y los demás estarían ya dormidos, salió de la sacristía, entrando en la iglesia.
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Le hubiera gustado haber sido realmente invisible, aunque en la oscuridad de aquella iglesia casi lo parecía.
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Se escondió tras el altar y esperó a que se hiciese de día.
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A la mañana siguiente, el sacristán abrió la puerta principal de la iglesia y se dirigió después a la sacristía
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El marqués salió de su escondite con sigilo y se dirigió hacia la puerta
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Salió de ahí apresuradamente
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Ya en la calle, sus ojos se acostumbraron a la claridad
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Notó que algo le faltaba
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Algo se había quedado allí dentro de la cueva
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Su sombra, en realidad su alma. Había pagado un precio por estudiar aquella magia.
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De regreso a Toledo, Enrique de Villena se convirtió en un hombre poderoso, muy poderoso.
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Fue un maestro de las ciencias y, como hemos dicho al principio, se convirtió en un hombre sabio y erudito.
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Nadie sabía cómo ni dónde el marqués había aprendido tantos conocimientos.
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Y toda su vida transcurriría en su Palacio de Toledo, situado junto a los Jardines del Tránsito, donde el marqués pasaba los días y las noches leyendo y estudiando, practicando sus artes ocultas y echando de menos a su propia sombra.
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Si algún día te cruzas con alguien que no tiene sombra, acuérdate de esta leyenda.
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Puede que estés delante de alguien que haya estudiado magia y negromancia en la cueva de Salamanca.
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- Subido por:
- Ignacio S.
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- Fecha:
- 21 de abril de 2021 - 22:41
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- Público
- Centro:
- C.E.I.P SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL
- Duración:
- 10′ 59″
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