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AUDIOLIBRO 3º - ROSA CARAMELO
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Había una vez, en el país de los elefantes, una manada en la que las hembras tenían ojos grandes y brillantes, y la piel de color rosa caramelo.
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Este bonito color se debía a que las elefantitas desde su primer día de vida solo comían anémonas y peonías.
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No es que las anémonas y las peonías fuesen muy recomendables como alimento.
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Pero sí lo eran para conseguir una piel lisa y rosada y unos hermosos ojos brillantes
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Las anémonas y las peonías crecían en un jardincito vallado
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Encerradas allí dentro, las elefantitas jugaban entre ellas y comían las flores
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Pequeñas, les decían los papas, si no coméis todas las anémonas, si no os acabáis las peonías
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Nunca llegaréis a ser tan hermosas y rosadas como vuestra madre
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Nunca tendréis los ojos brillantes y nadie querrá casarse con vosotras cuando seáis mayores.
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Y para favorecer que apareciese el color rosa, le ponían a las elefantitas zapatos rosas,
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cuellos rosas y hermosos lazos rosas en sus rabos.
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Desde su encierro, las elefantitas miraban a sus hermanos y primos.
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Todos de color gris elefante jugaban en la aromática sabana, comían la hierba verde, se revolcaban en el agua y el fango, y dormían la siesta bajo los árboles.
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Margarita, pese a comer peonías y anemonas, era la única elefantita que no se volvía ni un poquito rosa.
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Y eso entristecía mucho a la mamá elefanta y fastidiaba muchísimo al papá elefante.
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Pero Margarita, le decían, ¿cómo es que sigues con este feo color gris que le está tratando a una elefantita?
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¿Lo haces a propósito? ¿Acaso quieres rebelarte?
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Atiendo, Margarita. Si continúas así, jamás llegarás a ser una hermosa elefanta.
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Margarita, cada vez más gris, callaba y para contentarlos comía otro bocado de anémonas y otro de peonías.
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Hasta que un día los papás de Margarita abandonaron toda la esperanza de llegar a verla hermosa y rosa, con grandes ojos brillantes como debería ser cualquiera elefanta, y decidieron dejarla en paz.
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Margarita feliz salió del recinto, se libró del calzado de los cuellos y de su lazo rosa atado al rabo.
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Se fue a vagar por su cuenta entre la alta hierba, bajo los árboles cargados de frutas deliciosas y a revolcarse en los hermosos chascos de lodo.
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Desde el jardín vallado las demás elefantitas la observaban.
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El primer día, espantadas. El segundo día, preocupadas. El tercero, perplejas. Y el cuarto día, con envidia.
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El quinto día, las más valientes comenzaron a salir del recinto de una en una.
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Alrededor del jardín de ponias y anémonas, los zapatos, los cuellos y los lazos se amontonaron abandonados.
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Ninguna elefantita después de haber probado la hierba verde, las duchas frescas, las sabrosas frutas, los juegos alegres y las siestas
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Bajo las sombras de los árboles frondosos quiso volver a ver jamás un zapato, ni a comer una peonía, ni mucho menos a entrar en un vallado
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Desde entonces es muy difícil extinguir a los elefantes de las elefantas
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- Subido por:
- Tic cp charlesdickens loeches
- Licencia:
- Todos los derechos reservados
- Visualizaciones:
- 86
- Fecha:
- 14 de junio de 2022 - 9:33
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI CHARLES DICKENS
- Duración:
- 03′ 47″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 85.87 MBytes