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LOBO SOLO BUSCABA WIFI - Contenido educativo
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Audiocuento narrado por Esther Avilés para el día del libro 2022 del CEIP CIUDAD DE VALENCIA.
Lobo solo buscaba Wi-Fi, un libro de Pilar Serrano, ilustradora Mara Zaval.
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Lobo estaba en su casa, cuando de repente, ¡ep! ¡ep! ¡oh no! ¡otra vez no! exclamó.
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A menudo a Lobo le entraba hipo y no sabía qué hacer.
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Había probado de todo, beber agua al revés, beber por una pajita, contener la respiración
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Mientras contaba hasta 100, colgarse de las pezuñas, pero nada de esto funcionaba
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Aquel hipo era invencible y no le dejaba dormir, ni comer, ni jugar, ni siquiera asustar
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Desesperado, Lobo decidió buscar algún remedio casero en internet
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Encendió su tablet y ¡Oh no! ¡Pero qué mala suerte!
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No tenía cobertura en casa, solo podía hacer una cosa
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Tendría que captar la wifi de la casa de la abuelita
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Que era la vecina que vivía más cerca
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Lobo salió al camino avanzando a toda velocidad
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Con el hipo saltando arriba y abajo
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¡Hep! ¡Hep! Y de lado a lado, de pronto, escuchó una cancioncilla que le era familiar.
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La-la-la-larita, voy con mi cestita, la-la-la-larita, a ver a mi abuelita, la-la-la-larita, llevo comidita, la-la-la-larita, la tengo en mi cestita.
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¡Oh, no! La niña de las coletas, caperuza roja y sus cantos horribles
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¡Es tan pesada! Se dijo el lobo a sí mismo, tratando de no ser visto
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Pero era demasiado tarde, Caperucita ya le había echado la vista encima
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Caperucita sabía que no había que hablar con extraños
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Pero era el lobo, pero el lobo era ya un viejo conocido
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—¡Hola, lobo! —dijo Caperucita con una sonrisa de oreja a oreja.
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—¿Qué tal, Caperucita?
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—Guapa, ¿dónde vas? —contestó Lobo muy serio, tratando de disimular su hipo.
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—A ver a mi abuelita, que está algo enfermita —le dijo Caperucita Roja.
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—Muy bien, muy bien. Pues corre y no te retrases. Ve por aquel camino que llegarás antes —se apresuró a decir Lobo.
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Mientras Caperucita se entretenía cogiendo flores en un claro del camino,
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Lobo aprovechó para salir corriendo y llegar a casa de la abuela antes que ella.
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Miró a ambos lados de la casa y no vio a nadie, así que se coló dentro por una ventana.
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Procurando no hacer ruido, se conectó a internet y buscó remedios caseros para quitar el hipo
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Justo cuando aparecieron los primeros resultados en la pantalla, escuchó gritar a Caperucita en el jardín
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¡Abuela, abuela, abuelita! ¡He visto a Lobo cerca de aquí! ¡Abuela, me oye usted!
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—¡Hija, qué bobo! —dijo la abuelita. —¡Bobo no, abuela! ¡Lobo! ¿Se acuerda usted?
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—¿Globo? ¡Ah, sí! Recuerdo de niña jugar con globos. ¡Era muy divertido! —dijo la abuela.
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—¡No, abuela! ¡Globo no! ¡Lobo! ¡Lobo anda cerca! —le gritó Caperucita al oído a su abuela.
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—¿Lobo? ¡Eso sí que no! Después de la que preparó el último día que estuvo aquí, no puede ser. ¿Dónde está ese gamberro? —exclamó la abuela.
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—¡Maldición! ¡Maldición! —dijo Lobo al escuchar a la nieta y a la abuela, y decidió salir rápidamente de allí por el mismo sitio que había entrado.
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Justo cuando puso una pata al otro lado de la ventana
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Le descubrió Fermín, el cazador
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A quien le gustaba ir a ver a la abuela
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Y tomar una rica magdalena con ella cada mañana
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Al ver al lobo salir de la casa
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Comenzó a correr tras él
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Y sin mediar palabra empezó a dispararle con su escopeta
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¡Pim! ¡Pam! ¡Pum!
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Falló el primer disparo
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El segundo pasó cerca
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Y al tercero le dio en el rabo
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lobo aullaba mientras corría con su tablet bajo el brazo y el hipo que le hacía saltar de arriba
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abajo y de lado a lado lobo corrió tanto como pudo se escondió en el bosque y siguió caminando con
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su rabo chamuscado hasta que ya no tenía fuerzas y cayó desmayado en el felpudo de una linda casa
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de ladrillo. Al abrirse la puerta asomaron tres pequeñas cabezas, un cerdito grande, otro mediano
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y un último más pequeño. —¡No me lo puedo creer! Después de haber destrozado las casas de mis
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hermanos, ¿todavía te atreves a venir a nuestra casa? —dijo el cerdito mayor. —¿Quieres probar
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otra vez el agua hirviendo, dijo el cerdito mediano. Lobo abrió los ojos. Aquellas voces
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le eran familiares, pero no le dio tiempo ni a contestar. Al instante, los tres cerditos cogieron
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lo que tenían a mano y se liaron a golpes con él. ¡Largo de aquí, pesado! Le gritaban los tres,
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mientras le lanzaban todo tipo de objetos a la cabeza.
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Con el rabo chamuscado, tres chichones en la cabeza y su hipo invencible,
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Lobo salió corriendo tan rápido como pudo.
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Como estaba algo mareado por los golpes en la cabeza, se fue a chocar con un pastor.
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Pero no un pastor cualquiera, no.
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Era Pedro y estaba en una reunión de pastores en la convención anual de churras y merinas, blancas y negras.
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—¡Qué mala suerte! ¡No puede ser! —se decía Lobo.
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—¡Lobo! ¡Lobo! —gritaba Pedro.
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—¡No seas bromista, hombre! —le decían los otros pastores.
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Al ver al lobo, los pastores cogieron sus bastones y palos y no dudaron un momento en comenzar a perseguirle para sacudirle el lomo a golpes.
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Corrieron durante un buen rato hasta que con cierta dificultad, el lobo consiguió despistarles.
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Con el rabo chamuscado, tres chichones en la cabeza, el lomo apaleado y un hipo invencible
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Saltando de arriba abajo y de lado a lado, Lobo cayó rodando por la ladera y fue a parar a la orilla del río
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Agotado y muerto de sed con tanta carrera, se puso a beber agua
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Después cerró los ojos para dormir un rato
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Pero el hipo era cada vez más y más fuerte
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De repente, una voz detrás de él dijo
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¿Cómo te atreves a volver aquí, lobo?
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Lobo abrió los ojos para ver que quien le hablaba era mamá cabra
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¡Qué mala suerte! ¡No puede ser! se decía Lobo
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—¡Hijos, venid aquí! ¡Parece que alguien no ha aprendido la lección! —dijo mamá cabra a sus cabritillos.
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Lobo, ojiplático, les miraba a todos entre incrédulo y asustado.
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La gran cabra blanca, acompañada de sus siete pequeños, le miraba con cara desafiante.
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Lobo empezó a gatear para alejarse de allí. Apenas tenía fuerzas para levantarse.
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Fue inútil tratar de explicar que sólo estaba allí, de paso
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Los cabritillos empezaron a lanzarle piedras, palos y toda clase de objetos
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Que le dieron en el lomo, en el rabo y en sus huesos cansados
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Lobo se levantó como pudo y corrió sin mirar atrás
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No pararé hasta llegar a casa, se decía insistentemente
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¡No vuelvas por aquí! le gritaba la mamá cabra. ¡Huye, cobarde! ¡No queremos volver a verte jamás! le gritaban los cabritillos. Con el rabo chamuscado, tres chichones en la cabeza, el lomo apaleado, los huesos molidos por los cantos del río y un hipo invencible saltando de arriba abajo y de lado a lado, Lobo corrió tan rápido como se lo permitieron sus patas hasta llegar a su casa.
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Al entrar por la puerta de casa, Lobo no paraba de exclamar.
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¡Ay, qué daño! ¡Ay, cómo me duele! ¡Ay, qué rencorosos son todos! ¡Si yo solo buscaba wifi!
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¡Qué mala suerte encontrarme con la pesada de Caperucita, su abuelita y el cazador!
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Los tres cerditos cantarines, Pedro y sus aburridas ovejas.
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Y para rematar el día, mamá cabra y sus siete cabritillos.
00:10:24
¡Ay, ay, ay! Sin duda hoy no era mi día de suerte
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Lobo no podía más
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Se tumbó en la cama con la lengua afuera
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Sosteniendo hielo sobre sus golpes para que no se le hinchasen más
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Y entonces, justo antes de quedarse dormido
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Agotado y dolorido
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Lobo se dio cuenta de que ya no tenía hipo
00:10:51
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
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Y espero que os haya gustado
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¡Feliz día del libro!
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- Leticia S.
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- Fecha:
- 21 de abril de 2022 - 8:39
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI CIUDAD DE VALENCIA
- Duración:
- 11′ 09″
- Relación de aspecto:
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