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Música: Recordamos el cuento de Pepito.
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Música: Recordamos el cuento de Pepito.
Hola chicos, ¿cómo estáis? Yo aquí en la cocina de mi casa, pero...
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¿Qué tengo aquí? Algunos estaréis diciendo, ¿es Manchitas, la nueva mascota de la biblioteca?
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No, no es Manchitas. Bueno, esta es mi Manchitas, porque es la mascota de mi cocina,
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que aparte de que es muy bonita y muy guapa, ¿sabéis para qué sirve?
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Se come todas las migas del mantel y de la encimera
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¿Quieres verlo?
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Mira, Manchitas, a comer
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Y lo deja todo sin miguitas
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Manchitas, descansa
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Bueno, esta semana vamos a volver a escuchar la historia de Pepito
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El cuento de Pepito
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Porque a mí me encanta leer cuentos y también me encanta escucharlos y que me los cuenten.
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Así es que he pensado que os gustaría volver a escuchar el cuento de Pepito y Manchita, tú también, que nunca te lo he contado.
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¿Preparados para el cuento? Espero que os guste volverlo a escuchar. Os envío un beso muy grande. ¡Adelante!
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Quedaban pocos días para que comenzase un nuevo curso y Belén, la profesora de música, estaba preparando el aula
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Había mucho trabajo que hacer, colocar las flautas en su sitio, los panderos, las claves y muchos más instrumentos
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Mientras Belén ordenaba los libros de su mesa, sonó la puerta del aula de música
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Alguien estaba llamando y ella pensó
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Será Andrea que me trae los cuadernos que le he pedido
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Al abrir la puerta, comprobó que allí no estaba Andrea, la profesora de segundo
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No había nadie
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¡Qué raro! pensó
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Yo juraría que han llamado a la puerta
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Bueno, habrá sido un ruido de la calle
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Continuó ordenando los instrumentos y colocando libros
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Cuando, de repente, alguien volvió a llamar
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Pero esta vez no era a la puerta
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Era a la ventana
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Como ya sabréis, los profesores de música
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tienen un oído excelente y Belén, en cuanto oyó el ruido, miró asombrada hacia una de las muchas
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ventanas de la clase, porque el sonido venía de allí y además no sonaba a madera, sonaba a cristal.
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Esto no puede ser. ¿Quién puede estar llamando a una ventana? ¿Como no sea Spiderman? A ver si me
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acerco y hay un niño ahí escondido que ha trepado por el edificio. No, no, no, no puede ser. Yo creo
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que estoy un poco nerviosa porque ya va a empezar el curso y estoy imaginándomelo todo. Bueno, no
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voy a hacer caso. Será el viento que sopla en el cristal anunciando el otoño. Pero al momento,
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¡Tic, tic! Sonó de nuevo esa ventana. Belén, de inmediato, se escondió debajo de su mesa porque alguien llamaba de forma insistente y quería entrar.
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levantándose muy lentamente se aproximó deslizando su espalda por la pared porque estaba un poco asustada
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no sabía que iba a encontrar al subir un poco más la persiana y abrir esa ventana
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pero no habían transcurrido ni tres segundos cuando sintió un desagradable golpecito en su frente
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en el momento en que se asomaba para comprobar de quién se trataba.
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Tras el impacto, algo entró a la clase y tenía alas.
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—¡Uy! ¡Qué golpe! —exclamó Belén aturdida y sentándose en su silla.
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—¡Pero caramba! ¿Qué es eso?
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Nunca había visto nada igual.
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Se trataba de un insecto muy extraño.
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Era muy grande, regordete y de vivos colores.
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Parecía un abejorro, pero también una libélula, aunque también parecía una mariposa.
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Era un insecto especial y sin duda, mágico, porque venía acompañado por un séquito de notas musicales de vivos colores, como él.
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¡Todas eran preciosas!
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Corcheas azules sonando en do, negras, amarillas y verdes sonando en mi.
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Blancas, naranjas y moradas sonando en sol, claves de sol verdes y rojas
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En fin, esa criatura tan fascinante no paraba de volar
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Dando vueltas y vueltas por el aula de música
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Seguido de todo ese enjambre de notas que juntas sonaban inundando la clase con una melodía maravillosa
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—¡Es increíble! ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Para qué has venido a mi clase?
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El insecto fue descendiendo en un vuelo muy suave y silencioso hasta su mesa
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y todas las notas se posaron en los cristales de la clase, dejando de sonar.
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Cuando aquella criatura se posó encima de una cajita preciosa que Belén tenía junto a sus libros,
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pudo observar que, al tenerlo tan cerca, sintió una enorme sensación de bienestar y tranquilidad.
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Aquel insecto tenía unos grandes ojos que transmitían sabiduría y bondad,
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y Belén se sintió extrañamente feliz y tranquila al tenerlo tan cerca.
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Bueno, me has hecho varias preguntas y te las contestaré todas.
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¡No puedo creerlo! ¡También puedes hablar!
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—exclamó fascinada. —¡Je, je, je! ¡Claro que puedo hablar, y cantar, y bailar, y reír, y soñar!
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Mi nombre es Pepe, aunque también puedes llamarme Pepito.
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—Pepito, eso es. Y estoy aquí para ayudarte, si tú quieres, y para regalarte algo que te gustará.
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Estoy aquí para traerte música.
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Belén estaba sorprendida, confundida. No podría creer que estuviese hablando con ese ser tan maravilloso y especial.
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Todo era muy extraño. Pepito continuó hablando.
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Amo la música y por ello viajo por el mundo.
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Vuelo hasta el último rincón del planeta para escuchar y recoger las melodías de todos los países y ciudades del mundo.
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y lo hago porque sé que hay personas, como tú, que también aman la música
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y que hay niños, como los de este colegio, que disfrutan con ella.
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Por esa razón estoy aquí.
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Quiero compartir con vosotros toda mi sabiduría musical.
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Quiero mostraros todas las danzas que he aprendido en Francia, en Argelia, en Japón, en la Polinesia.
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Pero además quiero enseñaros todas las canciones que sé,
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Todos los juegos musicales, todos los instrumentos de cada uno de los países que he visitado
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Sobre todo, quiero quedarme con vosotros todo este curso
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Y contarte lo que sé para que los niños de este colegio lo aprendan contigo
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Pero Pepito, dijo Belén acariciando su suave cabecita y con lágrimas en los ojos
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¿Por qué eres tan generoso? ¿Por qué escoges este colegio y no otro?
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Belén estaba emocionada, era conmovedor ver que esa criatura ofrecía toda su sabiduría sin pedir nada a cambio, por amor a la música
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Me preguntas que por qué elijo este colegio
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Escucha, yo sé que los niños aman la música y es en parte gracias a ti Belén
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Tú les has enseñado durante estos años la lección más importante y ¿sabes cuál es?
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alegría, nos prepara y nos ayuda para combatir la tristeza y el dolor. Nos une y nos recuerda
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que si la llevamos siempre en nuestros corazones, nos ayudará en la vida y nos hará mejores
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personas. Lo han aprendido de ti y por eso les encanta bailar, cantar, tocar instrumentos
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y aprender fascinantes historias de lejanos países. Cuando esto ocurre, Pepito acude
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para mostrar todo lo que aprende en sus viajes y así compartirlo con los demás.
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Belén le escuchaba muy atenta y cogió suavemente a Pepito entre sus manos
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para besar su cabecita en agradecimiento.
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Pepito, es un milagro y una suerte que estés aquí
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y prometo seguir trabajando intensamente y con todas mis fuerzas
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para que los niños sigan aprendiendo.
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Se van a alegrar mucho cuando te vean el primer día de clase
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y les voy a explicar todo.
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Has traído todavía más alegría a este colegio
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con tus notas de colores y tu bondad.
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Y prometo que los niños van a demostrarte
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que lo que aprendan de ti les va a servir mucho
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y les va a motivar para seguir disfrutando con la música.
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¡Muchas gracias!
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Esta vez Belén lo acercó a su cara para darle un abrazo,
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pero al momento Pepito se apartó despacio
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y le habló de nuevo.
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Debo decirte algo importante.
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Antes has dicho que era muy generoso
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por quedarme con vosotros y compartir toda la música que sé
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sin pedir nada a cambio.
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Y sí, sí pido algo a cambio.
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Existe una condición para que no me marche de aquí.
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¿Cuál es esa condición, Pepito?
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Preguntó Belén algo preocupada.
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La condición es que cuando los niños dejen de disfrutar con la música,
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cuando ya no sientan felicidad con ella o cuando no cuiden los instrumentos y no les interese lo
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que tú les enseñas, me marcharé volando por esa ventana y no volveré jamás. Esa es mi única condición.
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Pero Pepito, no te preocupes, eso no ocurrirá. Yo haré todo lo posible para que los niños sigan
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disfrutando de la música y contigo en el aula todavía más. Entonces yo nunca me iré. Bueno,
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en verano sí, claro. Mientras los niños disfrutan de unas merecidas vacaciones y juegan en la playa
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o en la montaña, yo me dedico a seguir viajando por el mundo para recoger nuevas y bellas melodías
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y traerlas aquí en septiembre. Ah, bueno, me habías asustado con eso de que te ibas en verano.
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Pepito sonrió e hizo cosquillas a Belén en la nariz con sus pequeñas alas. Sin duda,
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ese curso iba a ser muy especial
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¿Dónde coloco este bombo?
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Pero Pepito, el bombo pesa mucho
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Sonrió Belén
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Anda, coge estos crótalos y colócalos en ese cajón
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Pepito muy contento cogió los crótalos
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y entre los dos fueron preparando la clase
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porque solo faltaba una semana para que comenzase el nuevo curso
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Durante esos días Pepito contó a Belén
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relatos maravillosos de todos sus viajes y sobre todo le enseñó todos sus conocimientos sobre
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música, que eran muchísimos. Aquella mañana de septiembre, primer día de colegio, algo cambió en
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la vida de esos niños, algo que llevarían en sus corazones por siempre y que jamás les abandonaría.
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La música que Pepito llevó a ese colegio les inundó de alegría y felicidad. Todos adoraban
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a ese bichito tan regordete y sabio y todos soñaban con verle un año más en clase de
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música. Los niños inventaban canciones de Pepito, escribían cuentos de Pepito, hacían
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preciosos dibujos de Pepito para decorar sus clases. Acudían al colegio con ilusión,
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eran dichosos y ese entusiasmo les hacía querer aprender en todas las materias, no
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solo en música. En lengua hacían redacciones de Pepito y sus viajes. En conocimiento del
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medio se interesaban mucho por los animales y en especial por los insectos. Querían aprender
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mucho sobre ellos. En mate hacían problemas de distancias, de kilómetros y metros, los
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que recorría Pepito en sus trayectos. En geografía conocían ya algunos países, ríos
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y montañas que Pepito había atravesado. En inglés sabían ya muchas palabras, palabras
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nuevas porque Pepito sabía muchos idiomas, especialmente inglés. En fin, los niños
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descubrieron que aprender era útil, maravilloso e incluso divertido. Belén sólo soñaba
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con una cosa, sentir que unas patitas, diminutas, golpearan el cristal de su clase pidiendo
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entrar al año siguiente, porque eso sería buena señal. Significaría que Pepito había escogido
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esa clase un año más para inundarla de miles de notas de colores, para inundarla de música.
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