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IV CERTAMEN DE MICRORRELATOS 2014
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Certamen de microrrelatos con el objetivo de promocionar nuevas actividades creativas en los alumnos
Razón ha muerto. Escepticismo. Aunque lo viera, no lo daré por vencido. Empirismo. Lo vi, lo estudié y lo comprobé. Fe. Su espíritu permanecerá. Ateísmo. ¿En eso te apoyas?
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Deductivo, elemental, ha sido caos
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Inductivo, ¿en qué premisas y hechos te basas?
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Kant, ¿qué podríamos esperar?
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La injusticia del hombre ha encarcelado a pensamiento y libertad
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Razón moribunda buscó a un hombre
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Ambos se perdieron y razón se desplomó a los pies de caos
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Aristóteles, ¿a dónde vamos?
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Lo digo en el sentido literario
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Todos los grandes filósofos y elementos del pensamiento erraban por un pedredal. Sócrates, Platón, Epicuro, Tomás de Aquino, Lutero, Erasmo, Galileo, Descartes, Luc, Nietzsche, Ortega y Gasset, Sartre, otros tantos conocidos y otros pensadores desconocidos.
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Llegaron difuminados al desierto
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Divisaron la mano herida de razón asomando por una fosa
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Caos la ahogaba ferozmente en una ducha interminable
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Apareció sin aliento el hombre
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No es posible
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Todos menos escepticismo gritaron
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Por supuesto que sí
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Kant, ¿eres tú?
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¿Qué has hecho y dejado de hacer?
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Así nunca serás feliz
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Nunca sabrás nada
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El hombre, desde el borde de la tumba, apenas sin equilibrio, cogió una mano de razón y otra de caos.
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Entonces gritó Duda.
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¿Razón ha muerto?
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¿Viva caos?
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Reloj de arena
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El vestido azul turquesa se le pegaba al cuerpo como la arena en la playa,
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cuando el viento sopla tímido, pícaro, queriendo esconder la belleza de los cuerpos,
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pero dejando traspasar su identidad.
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Le recordaba una mujer de principios del siglo XX. El cabello recogido minuciosamente dejaba caer dos mechones rojos como llanas, llamas adornando sus pómulos.
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Parecía haberse desprendido del soporte por sí mismos, rebeldes, pero él sabía que aquellas manos eran muy culpables.
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Solo alguien como él se daría cuenta que esos mechones habían sido rizados algo más de lo normal.
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Los labios carnosos que la caracterizaban habían sido maquillados de forma incitamente con una rosa pálido, haciendo juego con sus mofletes.
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Aún así, se podían distinguir las pecas que le daban ese toque infantil, un detalle que sin duda alguien como él, solo como él, obviaría con gesto de incredulidad.
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Aquella dama había dejado sus años de inocencia muy atrás
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Y a sus ojos estaba convencido de que si algún día desapareciera
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No sería difícil mientras recordara sus ojos
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Cruzaron las miradas y ella se aproximó
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Perdona, ¿tiene hora?
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Ese día el reloj se había quedado sobre la mesilla
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Por invitación de la coincidencia
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La silueta empujada desde la más profunda oscuridad, la caja metálica, era un recipiente enorme, mucho más grande que el propio individuo.
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Aunque ser titánico trabajo no parecía suponerle un gran esfuerzo.
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Una atmósfera de vacío lo cubría todo, en la que no cabía siquiera el eco del rítmico sonido que acompañaba para cada uno de sus movimientos.
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Estaba sin duda en un lugar abandonado, tras tanto tiempo en soledad.
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¿Quién podría recordar su existencia?
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El robot se detuvo al final de la pasarela y aguardó a que alguien se llevase el artículo.
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Permaneció totalmente inmóvil durante días y noches hasta que,
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una vez alcanzado su máximo tiempo de espera, reaccionó.
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Nada había ido a recogerlo. Así pues procedió a empujar de nuevo la caja en dirección contraria a la que había venido. Llegó a un muro en el que una sobría puerta metálica se deslizó a la derecha tras detectar su presencia inerte.
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La habitación a la que dio paso era enorme y lugumbre, sobre todo por la leve iluminación que producía el piloto verde situado encima de la puerta permanentemente encendido durante ausencia de la fuente de luz principal.
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El robot apiló la caja en su lugar correspondiente al lado de las otras, ya innumerables que tampoco nadie recogió nunca.
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Su siguiente paso fue volver sobre sus pasos, dirigiéndose hacia la oscuridad inicial. Allí, en las pasarelas inferiores a la suya, había más como él, realizando tareas en cadena que culminaban en cajas que nunca serían transportadas y cuyos contenidos nunca serían utilizados.
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Una nueva esperaba exactamente en el mismo lugar que la habían hecho todas las anteriores.
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Comenzó a empujarla con esa cadencia que siempre le dirigía hacia el exterior.
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Desde nuestro amigo artificial volvería a esperar nadie en la oscuridad y así continuar con su eterna tarea ya que era su razón de ser.
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- Autor/es:
- DAVID SANZ SANZ
- Subido por:
- David S.
- Licencia:
- Reconocimiento
- Visualizaciones:
- 69
- Fecha:
- 20 de marzo de 2015 - 18:14
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- IES MARIANO JOSÉ DE LARRA
- Duración:
- 07′ 35″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 856x480 píxeles
- Tamaño:
- 17.07 MBytes