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Entrevista Guerra Civil
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Hola mamá. Hola hija. ¿Qué tal? Bien. Bueno, vamos, te voy a hacer unas preguntas y me vas contestando, ¿vale?
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Vale, muy bien. ¿Qué edad tienes mamá? 94 años. Muy bien. ¿Cómo te llamas? Celedonia
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Almendro Jiménez. O sea, que 94 años, naciste en el 1930. Sí. ¿Y dónde naciste? En Toledo,
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En San Martín de Puig.
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En un pueblo de Toledo.
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Sí.
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Muy bien.
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¿Y cuántos hermanos eráis?
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Pues once hermanos.
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¿Once hermanos?
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¿Tu padre a qué se dedicaba, mamá?
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Pues a pescar en el río.
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A pescar.
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¿Y tu madre?
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Mi madre, pues nada, hace las cosas de la casa y luego ya se metió a trabajar, a comprar, a vender.
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Ah, ya, ahora me lo cuentas.
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Entonces, cuando tú tenías seis años aproximadamente, llegó la guerra civil
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Claro, llegaría, claro que no
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¿Y qué pasaba ahí en la guerra civil? ¿Qué hacíais? ¿Qué comíais?
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Comer, nada, no había nada
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¿No había nada de comer?
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Pero bueno, algo comíamos, lo que veíamos por ahí
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¿Lo que veíais por aquí, irado en el suelo o qué?
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Yo sí, yo me comía las cascaras de naranja, pero ya en el suelo, cuando iba andando.
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Sí, y en la guerra civil, ¿dónde os metíais o qué hacíais cuando, qué pasaba?
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¿Os teníais que esconder en algún sitio?
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Sí, nos escondíamos, íbamos en casa de un chotoribio que tenía cuevas en el pueblo.
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¿Tenía cuevas?
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Tenía una cueva muy grande y allí nos metíamos, y allí estábamos.
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Pero luego ya había mucha gente allí en la cueva, y mi madre nos sacó a otra cueva del pueblo.
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¿Y cómo era la cueva? ¿Debajo de la tierra?
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Sí, hecha, no sé, debajo de la tierra, claro, debajo de la tierra, en la cueva, y allí nos metíamos.
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Cuando ya venían los aviones tirando, nos abrazábamos así un poquito en la cueva para mirar cuando tiraban y eso.
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Ah, o sea que cuando veíais que venían los aviones tirando bombas, enseguida os íbais.
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Claro, nos íbamos enseguida a meternos a la cueva.
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¿Y ahí paisabais días o...?
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Pues sí, estábamos bastante tiempo ahí.
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¿Y comíais?
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Pues no sé, era de lo que comíamos.
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Llevaba...
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Unas veces salía la madre a comprar algo y volvía otra vez a la cueva.
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Volvíamos otra vez allí.
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¿Corriendo?
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Corriendo.
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Para que no le...
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Claro, claro.
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Vale.
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¿Alguno de tus hermanos mamás fue a la guerra?
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Fue un hermano mío, pero enseguida vino.
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Ah, vale.
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Y mi padre también le llevaron.
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Ah, ¿tu padre también?
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Sí, pero a los tres días o cuatro vino.
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Ah, ¿y por qué vino?
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Pues porque los echaron, no sé por qué, porque no haría así nada y vino y nos trajo el chocolate.
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Ah, ¿os pusisteis tan contentos?
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Sí, nos trajo una cesta de chocolate.
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Ah.
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¿Y cómo vivíais allí, mamá? ¿Cómo vivíais durante la guerra? ¿Había mucha miseria?
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Había mucha miseria, había muchos viejos.
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¿Qué hacíais? Que a mí me has contado que los domingos, ¿qué hacíais?
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A ver, por los domingos...
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¿Salíais al sol a qué?
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Sí, al sol, a curvarnos, a limpiarnos y a todo.
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¿A despiojaros uno de mano a otro?
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Sí, sacábamos los colchones también para echar los aguas calientes, para quitar las chinchas, había mucha miseria.
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Había mucha miseria.
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Mucha miseria, había mucha miseria.
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¿Y qué es lo que hacía tu madre de comer?
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Pues nada, tenía una patata que era una patata guisada.
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¿Para los once?
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Claro, un plato de sartén, un plato de sartén muy grande, la ponían en el suelo y ahí nos poníamos alrededor a comer.
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¿Y tu mamá no fuiste al colegio?
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Yo no fui al colegio.
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¿Por qué no fuiste al colegio?
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No había colegio entonces.
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¿No había colegio?
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No, le dijimos, no hay colegio, no hay colegio.
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¿O es que te tuviste que poner enseguida a trabajar?
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Bueno, enseguida me pusieron, pero trabajo no hacía, no había.
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Me mandaron de niñera con una niña, un niño, que tenía puesta tortillas, tortillas en la cintura y en la cadera.
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Pequeña, que tú eras pequeña.
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y tenías que hacerte cargo.
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Me daban un real y la merienda, un cacho de pan con queso.
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Un real y la merienda, un trozo de pan con queso.
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Con queso, un cacho de pan con queso, sí.
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Y había gente rica en el pueblo, ¿no?
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Sí, sí, había gente rica.
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Yo las conocía, las ricas.
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Claro.
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Y otra cosa que siempre me has contado,
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para salir un poco más adelante,
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salir más adelante, la abuela, ¿qué hizo?
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¿A qué se metió?
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Al estraperlo
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¿Y qué es el estraperlo?
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El estraperlo iba a un pueblo de Alagún
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Y compraba panes, y compraba aceite, compraba de todo
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Y luego venía al pueblo nuestro
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Y ahí lo vendía al estraperlo
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¿A los ricos?
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Claro, a los ricos
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¿A la gente rica se lo vendía?
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Sí, sí
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No, a la gente rica no
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A la gente pobre
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La gente rica tenía
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La gente rica cuando se iban al casino
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Los maridos
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¿Al casino?
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Las llamaban a la abuela para que fuera a vender la cosa, el lixo, el aceite, de todo
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Ah, o sea, que se iban al casino
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Se iban al casino a jugar a las cartas
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Y entonces las mujeres, como no eran amas de dinero, pues las vendían todo lo que podían a la gente de pobre
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¿Y qué más te acuerdas de así, de la guerra, mamá?
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Alguien que muriera allí
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Donde caían las bombas
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Algo que te acuerdes
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Mataron mucho a alguien para aquellos
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Allí todos los días caían bombas
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Y mataban a gente
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Para aquellos está aquí cerca
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Pero en tu pueblo
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En mi pueblo no
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En mi pueblo también mataron a dos niñas
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Que iban a agarrar pitas de la mano
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Cuando venía la bomba
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Sí, les cayó una bomba
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A dos niñas
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Sí, dos niñas, dos hermanitas que iban de la mano, pero no me acuerdo de más.
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¿No te acuerdas? ¿Fue muy duro entonces?
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Fue muy duro, la verdad, muy duro. Ya te digo que me encontraba yo pasada en el alonjo, a lo que fuera en el suelo, y todo me lo comía.
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Porque pasabais mucha hambre.
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Estábamos hambre. A ver, mi madre no tenía nada más que la camisa que tenía puesta, sucia, como ella sola.
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Sucia, tenía la regla y todo, y esa camisa salía, o sea, seguía así sucia.
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Y no teníamos bragas ni teníamos nada.
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Hasta que ya fue la cosa un poco más, que ya nos hicieron unas bragas y un sujetador.
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Con lo que dejaba para sujetador o para braga nos hacían un sujetador.
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Ah, sí. Y también los inviernos eran muy duros, porque tú también me has dicho que ibas, para que te dieran algo de dinero, ibas a por agua, al río.
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A río, estaba todo el día cargando cántaro de agua.
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¿Para la gente rica?
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Pues sí, para la gente rica y para todos los que estábamos sin comida,
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porque las parecías me daban, porque las parecías me daban.
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Y yo pues tan tranquila, tan a gusto que iba a la fuente,
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no me consumaba con un cántaro que cojaba, cogía también un cubo en la otra mano.
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Mucho, me sabrán mucho, mucho.
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Mucho, y para lavar
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Y para lavar, pues no te quiero contar
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¿Dónde ibais a lavar?
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Al río, íbamos al río, pues íbamos andando
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Con la ropa seca
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Pero luego veníamos andando
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Con la ropa mojada
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Que llegaba todo con la braga y todo
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Chopeando de agua
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Porque no sabía, claro
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No lo revolvía bien yo
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Como era joven, pues no lo retortía bien
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Y cuando llegaba al patio
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De la señora
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Que yo la estaba trabajando también
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para otra, pues
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daba toda mojadita a la braga
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y todo, todo, todo, todo.
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Y allí,
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bueno, y cuando eran los
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reyes y eso, no
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os traían nada a los reyes.
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No había dinero. Nosotros nos mandaba
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mi madre, la abuela,
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a comprar una
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burrita de mazapán
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y se la echábamos a mis hermanos.
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Que yo cuando era pequeña me la echaría
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a los otros hermanos. Una figurita de mazapán.
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Sí. Y eso es
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Lo que echábamos a las zapatillas. Se ponían tan contentos.
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Ay, qué bien. ¿Y a ti también te lo echarían?
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Claro, cuando era pequeña igual me lo echaron. Así que esa es la vida que hemos tenido.
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Y muy pobres, muy pobres. Ya te digo que muy pobres. Ni gastábamos braga, ni gastábamos nada.
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Mi madre con la cacharra, con una escena agua grande que gastaba en ella, flanca, pero ahí la venía la regla, la venía todo y como si nada.
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Ahí se lo tenía todo que limpiar con la camisa.
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Ya, todo era así.
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Me acostaba yo con ella y claro, eso estaba duro ya, porque no se podía cambiar porque no había otra ropa.
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Y yo lo tocaba por los pies y, claro, estuvo como una pandereta.
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No se me olvidará.
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¿Y cómo te acostabas tú con tu madre, mamá?
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Porque no había otra cama.
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No había otra cama y a ti te tocaba ahí.
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Me tocaba a mí y a su hermana también.
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Oye, ¿y iban militares y eso por el pueblo?
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Sí, mi madre la echaron un militar para que estuviera en casa.
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Y era muy sinvergüenza.
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El tío Luna, se llamaba tío Luna.
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¿Pensó a un militar para que le atendiera en casa?
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Sí, sí.
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Cuando fue a una cateba,
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a mí me la echaron uno
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y se llamaba Turuna Alto, muy alto.
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Pero le gustaba mucho sobarnos.
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¡Ah!
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Y para mí me tocaba así.
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¡Oh, sí! ¡Madre mía!
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O sea, que le gustaba...
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Sí, me acuerdo de aquello.
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¿Y tu madre? ¿Se lo dijiste a tu madre?
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Sí, se lo dije, pero tú cállate, hija.
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Claro, no sé qué me he casado encima.
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Porque eran militares y había que...
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Que no la liaran, ¿sabes?
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Que no la liaran y si no os llevaban para adelante, os mataran.
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Se llevaban colunas, pero eran muy calentones, pero se iban a tocarnos, a tocarnos.
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Sí.
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Y te tenías que aguantar, claro.
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Te tocabas, sí, te aguantabas.
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Bueno, madre.
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Y nos pasamos.
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Has pasado mucho, sí.
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Mucho.
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Y papá también, ¿no?
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Sí, papá también, claro.
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Papá también.
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Bueno, y ¿tienes algo más que contarnos? ¿Que te acuerdes de cuando era la guerra?
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Cuando era la guerra, era una guerra muy mala. Estuvimos en una cueva del pueblo de Tiros, nos juntábamos mucho,
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y mi madre le dije, nos vamos al campo, a ver si hay alguna cueva, y ahí busquemos una y ahí estuvimos.
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Luego ya venían los aviones matando a gente de ahí de Paracuello, Paracuello mataba a mucha gente.
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Nosotros nos agachábamos así a la cueva y veíamos que tiraban hacia atrás, tiraban y tiraban.
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Pero en la cueva no llegaban, por eso ahí os refugiabais. No había puerta, no era como un búnker. No había puerta.
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Había varias cuevas de esas.
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Y ahí se metía la gente.
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Sí, ahí estuvimos nosotros metidos. Nosotros fuimos andando, todos detrás de mi madre, todos pequeños, pequeños, hasta que llegamos a la cueva.
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Y eso es lo que hemos pasado, hija, mucho.
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Bueno, bueno, madre.
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Y luego, pues, nos peinábamos mucho porque había mucha miseria.
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Sí.
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Nos teníamos que peinar porque había muchos viejos, mucha miseria había.
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Pero nosotros éramos muy limpias.
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La abuela, pues, luego nos pusieron a trabajar.
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Cuando veníamos los domingos, pues, nos hacían de sacar las camas para echar las aguas calientes.
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Porque estaba infestadita de chinches y eso.
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Eso era de la miseria que había.
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La miseria, la miseria.
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Muchas chinches, muchas chinches.
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Con agua caliente en el patio, las echábamos para matar a las chinches.
00:12:40
Y luego volvías a meter otra vez las camas y a dejarse las echas a mi madre.
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Y así ha sido la vida.
00:12:50
Bueno, madre, ¿y ahora qué tal vives?
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Ahora vivo bien.
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¡Ay, madre!
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Bueno, pues muy bien por hacerme este favor tan grande
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Claro, sí
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¿Vale? Un beso y te quiero, mamá
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Vale
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