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Las voces de la memoria
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Contar mi vida. No sé por dónde empezar. Una vida la recuerdas a saltos, a golpes.
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De repente, te viene a la memoria un pasaje y se te ilumina la escena del recuerdo.
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Lo ves todo transparente, clarísimo, y hasta parece que lo entiendes.
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Entiendes lo que está pasando allí, aunque no lo entendieras cuando sucedió.
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Otras veces, tratas de recordar hechos que fueron importantes,
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acontecimientos que marcaron tu vida
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y no logras recordarlos
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sacarlos a la superficie
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si tienes paciencia y me escuchas
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si tú te encargas de buscar explicaciones
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a tantas cosas
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que para mí están oscuras
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entonces lo intentaremos
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pero poco a poco
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como me vaya saliendo
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no me pidas que te cuente mi vida
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desde el principio y luego
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todo seguido año tras año
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no hay vida
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Que se recuerde así
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¿Imaginas que aquí hubiera una guerra de verdad?
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¿Pero dónde te has creído que estás?
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¿En Abisinia?
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Para que haya una guerra de verdad
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Se necesita mucho campo
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O un desierto como en Abisinia para hacer trincheras
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Pero aquí, en una ciudad, en Madrid
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Tienes razón
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Además, tan lejos de la frontera
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¿Con quién podía España tener una guerra?
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¿Con los franceses?
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¿Con los portugueses?
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En lo que tardan en llegar aquí
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Ya se acaba la guerra.
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¡No pasará!
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¡No pasará!
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Cuando me autorizaron, fui a Cáceres.
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Y a Cáceres nos mandaron a Trujillo.
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Y allí fue donde hicimos la extorsión militar y juramos bandera.
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Por el día, como si estuviéramos en la calle, que no hay nadie.
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Pero a la noche, un escándalo del Perunal.
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Yo hablaba toda la noche con uno.
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En fin, nos decíamos cosas y ya una noche me dice, porque es que claro, a lo mejor estabas hablando y venían los guerrillos de ellos y conforme estabas hablando te tiraban una bomba y te limpiaban.
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Y yo me gustaba ir a hablar cuando había luna, haciendo la guardia por la noche, pero cuando no había luna casi no me gustaba.
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Nos metieron de cabeza en Aravaca, y estuve en el Frente de Madrid en Aravaca, estuve tres meses.
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Yo estuve nueve meses en la cinchera.
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Se veía cuando estaban acabando en la cinchera y tal, se veía que era la tierra tal y igual.
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Y ahí hubo, el Frente de Madrid fue nada más que estiroteo a estiroteo, no fue ni avance ni nada.
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Ni conocías a unos, ni conocías a otros. Como era una guerra, esto es un hierro que hacían.
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Pero no sólo nosotros, que a lo mejor dejaban, cercaban una brigada, o cercaban un batallón,
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y decían, hace falta 30 hombres para romper el cerco, voluntarios, y salían 20 o 30 hombres voluntarios.
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Y a lo mejor sabían que me morí y sabía.
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Cuando la batalla del Ebro me tocó, cuando se avanzó,
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pichar por encima de los cadáveres.
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Ahí reventados, con la cabeza destrozada.
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Desde entonces me curé de todos miedos.
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Cuando íbamos todos, cerraba los ojos cuando veía que nos iban a coger.
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Ya no, ya estoy curado del espanto.
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Al rayar el día, venía una avioneta y no se me extrañaba.
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No sabía dónde meterse.
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En las calles que pisamos a diario, nuestros mayores vivieron una guerra, la Guerra Civil
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Española. Para Menno y Pedro, el recuerdo de esos días sigue vivo. No olvidan nombres,
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lugares, escenas. Lucharon en bandos diferentes, pero los recuerdos son los mismos. Las guerras
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son reales, las atrocidades son reales.
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La argentinita tenía pasaporte argentino, luego no marchase a España. Me costó mucho
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trabajo y gestión, ya no, luego no marchase. A mí yo sabía que cuando salió el exagero,
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Pues yo no sabía ya hacer todo lo de las dialogas, si la había anotado no debía tener ese clima de mentira que vivíamos nosotros aquí en Madrid.
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Y yo le dije que me escribiera una carta diciendo, como censurado está la correspondencia, si se habían metido los solares o no se habían metido.
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Si se habían metido los solares es que había anotado a Federico.
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Yo durante la guerra no recibí ninguna carta en Madrid. Mis padres, que estaban afuera,
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los que vinieron a sus hijos a enviarlos a sus hermanos y a mí, nos dieron muchas cartas
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y yo no recibía ninguna. Y yo creí, yo también creí que de casa no recibía tampoco ninguna,
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pero en fin, con los mismos álbumes empezaban a escribirse. Pues mira, bastante rápido,
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No había pasado quince días que reviví la carta de Carla.
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La carta salió por Cartagena, Cartagena-Marjo, se fue a Argel y Argel a Marsella y a Parilla.
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Y en la carta efectivamente se vendieron los dólares.
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El día 20 de noviembre del 37, que es cuando ocurre el bombardeo,
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avisan de que va a haber un bombardeo monzón no sé cómo pero se han enterado pero que va a haber
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un bombardeo monzón pues entonces mi madre con algunas vecinas malditas oye mira por si las
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moscas más vale que nos vayamos cogemos a los críos y nos vamos al campo y allí pues si
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bombardean el pueblo pues estaremos más más seguros y bueno pues así hicieron tres o cuatro
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vecinas cogieron a sus niños y caga afuera pero que habíamos ya salido del pueblo pero ya la
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cercanía, o sea, sin habernos salido más que 20 metros, digamos, del pueblo, y aparecieron
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los aviones y empezaron a descargar. Y una de las bombas, pues, nos pilló de medio,
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nos pilló de medio, y nada, mi madre se conoce que se echó encima de mí, claro, y me venía
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a llevar de la mano, y otra mujer encima de mi hermana. Bueno, pues la mujer que se
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que he hecho encima de mi hermana murió. Quedaba ahí muerta. Y mi madre le destrozó
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todo el vientre, el costado, todo. Se acuerda que yo es ahí donde tenía la piececita y
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también se la llevó a mí.
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En las guerras, mucha gente termina matando y muriendo por servir a intereses e ideales
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que ni siquiera conoce y que en definitiva rara vez son los suyos.
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Al igual que millones de españoles, Pastora, de 84 años, padeció el aislamiento al que quedó condenado un país en ruinas tras la guerra civil.
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El salvoconducto del hambre adoptó la forma de las cartillas de racionamiento, un impreso dolorosamente familiar para varias generaciones de consumidores.
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Los pudientes tenían cartilla de primera y los pobres tenían cartilla de segunda.
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se casaba, pues en Madrid venían a los pueblos a comprar pan, a comprar cosas, para venderlo
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y el aceite lo guardaban, el aceite iba a los pueblos a por aceite, y lo vendían de estaperro a precios abusivos
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y había muchos cuentos también, porque con el aceite, ahí en el rastro es donde se hiciera el centro
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de estaperro, el rastro, y ahí era aceite, te vendían un litro de aceite y la mitad era agua
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Tenía dentro de aceite y la mitad era agua, y el azúcar se mezclaba con harina.
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La dificultad de lograr víveres, incluso con cartilla, comenzará muy pronto, un fenómeno característico de la guerra.
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Las tazas constituyeron el alimento casi único para toda la población madrileña, hasta el punto de que las llamaron las píldoras de la resistencia.
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La ausencia de carne fue tal, a partir de la primavera de 1938, que se hizo patente en Madrid la disminución de gatos y perros.
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Incluso se llegaron a vender destraperro.
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En los años 40 se pasaba mucha hambre porque había terminado la guerra y los niños tenían que ir pidiendo por las casas para que nos dieran un cacho de pan.
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Yo era pequeño, pero me acuerdo de aquello.
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¿Qué le parece ahora que a los jóvenes no les gustan algunas comidas o que protestan?
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Pues que tenían que vivir aquellos tiempos para saber lo que es.
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Tenían que vivir aquellos tiempos para saber lo que era, para pasar necesidades.
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¡Ave María, venid a su hogar!
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Sin pecado concebida.
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¿Le hago este su permiso?
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Sí, señorita Gallardo, pero llega usted tarde de nuevo.
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Es que son mis hermanos.
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¿Otra vez sus hermanos?
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Es que están enfermos.
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¡Siempre sus hermanos!
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¡Voz a su labor que está usted distrayendo a sus compañeras!
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¡Y usted, señora Icatana, continúe leyendo!
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Sí, señorita.
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¿Confende por su criterio y tradición de superioridad?
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A través de toda la vida, la misión de la mujer es ser viva.
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Cuando Dios hizo el hombre, pensó, no es bueno que el hombre esté solo.
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Y formó a la mujer, para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre.
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La primera idea de Dios fue el hombre.
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Pensó en la mujer después, como un complemento necesario.
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Esto es como algo útil.
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Ya veis claro cuál es el sistema de movimiento del sistema circulatorio.
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Pero, casi más importante de cómo llega a los órganos caprinosos,
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el helado se hace también con sangre.
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¿Sabéis qué otra función más que cumple?
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Vamos con ello.
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¿Y vosotros dónde quedáis?
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De nada.
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¡Eh, eh, eh!
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La capucha fuera y el MP3 fuera.
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¿De acuerdo?
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¿Pero qué más te da?
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Y tú también, no me da lo mismo.
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En cada centro de enseñanza subyacente hay unas normas. Este tiene unas claras. No hay MP3, no hay borra.
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Te digo lo mismo, Manuel, quítatelo ya. No, vamos, te lo tienes que quitar yo.
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Esa es la zapatua de estudios ahora mismo. Venga, por favor, que esto es para ti.
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Ah, ya lo he visto. Vale. Bueno, como decíamos ayer...
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Hoy en día, el compañerismo es algo tan natural que los jóvenes apenas pueden concebir que hace tan poco tiempo
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la educación de los chicos y las chicas haya sido tan represiva, diferente y discriminatoria.
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Hacíamos las pelotas de trapo, muchos trapos, hacíamos una pelota y se guardaban las pelotas muy bien,
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sin falta de pelotas de gomas ni de nada.
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Y las muñecas, como no había dinero para comprar muñecas, las hacíamos de trapo, que yo hice muchas.
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Hacíamos la cabecita, hacíamos los brazos, pegábamos, lo que hacíamos y hacíamos las muñecas.
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Lo que hacíamos era unos cuadros, echábamos una piedra y dábamos con el pie y el que la echaba bien ganaba.
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Y el que la echaba fuera, pues ya no ganaba.
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una pandilla de amigos, a lo mejor 5 o 6, de la misma edad, y pues eso, jugábamos ahí
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en la calle, todo Francisco Sirvela era un boulevard, y las madres bajaban pues con sus
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sillitas plegables, estaban allí a hacer puntos y a coser.
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El domingo pues el cine, que había cine de, no sé, de una peseta, una 50 o algo, no sé,
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Si llegaba, dependía, claro, en fin, ya de la gran vía de estreno ya era otra cosa.
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Normalmente no se hacía la gente novio,
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eso no lo tratan habitualmente después del servicio militar.
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Se relacionan con mucha más libertad que los abuelos.
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Desde que terminó la guerra, no ha pasado un solo día sin que piensen ellos.
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Eran tan jóvenes.
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Murieron todos.
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Ninguno probó las cosas buenas de la vida
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Ninguno tuvo una mujer para él solo
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Ninguno conoció la maravilla de tener un hijo
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Y de que su hijo, con tres o cuatro años, se metiera en su cama
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Entre su mujer y él, un domingo por la mañana
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En una habitación con mucho sol
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A veces sueño con ellos
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Y entonces me siento culpable
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Nadie, nadie se acuerda de ellos, Sam. Nadie, nadie se acuerda siquiera de por qué murieron, de por qué no tuvieron mujer e hijos y una habitación con sol. Y menos que nadie, la gente por la que pelearon. ¿Lo entiende?
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Ah, pero yo me acuerdo, vaya si me acuerdo, me acuerdo de todos
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No sé por qué lo hago, pero lo hago
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No pasa un solo día sin que piense en ellos
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- Idioma/s:
- Autor/es:
- Tempus Fugit
- Subido por:
- Ies grinon grinon
- Licencia:
- Todos los derechos reservados
- Visualizaciones:
- 59
- Fecha:
- 3 de marzo de 2016 - 14:09
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- IES GRIÑON
- Duración:
- 20′ 24″
- Relación de aspecto:
- 4:3 Hasta 2009 fue el estándar utilizado en la televisión PAL; muchas pantallas de ordenador y televisores usan este estándar, erróneamente llamado cuadrado, cuando en la realidad es rectangular o wide.
- Resolución:
- 640x480 píxeles
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