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Cyrano
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Escuchar una buena historia siempre gusta. Aquí os dejo un clásico para los más grandes de la casa. No hay edad para disfrutar de un buen cuento.
Cirano tenía una nariz enorme. Cuando fumaba, los pelos de la nariz se le chamuscaban siempre,
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y cuando llovía, su bigote no se mojaba nunca. Cirano vivía en una época en que las personas
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viajaban a caballo y se batían con espadas. Las muchachas eran bonitas, pero no se lavaban
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casi nunca. Los muchachos no sonreían porque a los 20 años ya no les quedaba casi ningún
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diente. Era una época terrible, sobre todo para alguien con una nariz enorme. Y Cirano
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tenía una nariz enorme. Cirano tenía también unos espléndidos ojos verdes, pero no era
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fácil descubrirlos detrás de su enorme nariz. Cuando se tiene una nariz enorme es como cuando
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se tienen unas orejas enormes o unos pies enormes o una cara enorme, pero peor. Cuando se tiene una
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nariz enorme todo el mundo se burla. Por eso Cirano tuvo que aprender muy pronto a defenderse
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de los chinches. Desarrolló más su inteligencia y también se hizo más fuerte. Era habitual
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que un chinche exclamara riendo, ¡Uy, qué nariz! ¡Vaya nariz! Cirano le respondía
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que su nariz no era en verdad una nariz, sino más bien una percha para los gorriones, o
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una caña para pescar carpas, o un trampolín para saldr los santamontes,
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o una porra para cazar mamuts, o un telescopio para observar la luna.
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Cirano era también un poeta, pero el chinche no solía entender la poesía.
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Cirano entonces le daba un capón en la cabeza para que comprendiera bien sus palabras.
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Aunque se tenga una nariz enorme, se puede llevar una vida normal
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Comer sin demasiada pimienta, beber con una pajita, dormir, bueno boca abajo no, y enamorarse
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Resulta que Cirano estaba enamorado de su amiga Roxana
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Le habían dicho que no estaba bien enamorarse de su amiga
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Aunque de todas maneras no se atrevía a decirle nada
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por su enorme nariz.
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Así que Cirano estaba muy triste.
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Además de ser su amiga, Roxana era muy bella.
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Tenía un vestido rojo.
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Era muy inteligente, pero no demasiado fuerte.
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Eso no tenía ninguna importancia
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porque en aquella época las chicas tampoco peleaban.
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Preferían hacer otras cosas, como montar a caballo.
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Pero Roxana también estaba enamorada de Cristian. Cristian era muy tonto. Era como un adoquín. Por tanto, sólo podía hablar con adoquines. Sin embargo, como era muy guapo, hablaba con hermosos cantos rodados, pulidos por el mar y dorados por el sol.
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Resulta que Cristian también amaba a Roxana, pero tampoco se atrevía a decírselo debido a su enorme tontera.
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Por otro lado, Roxana lo que amaba por encima de todo era la poesía.
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Cirano era inteligente, muy fuerte y poeta, pero sobre todo era muy amable.
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Así que decidió ayudar a Cristian para que confesara su amor a Roxana
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Aunque aquello le pusiese todavía más triste
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Cristian estaba aterrado con la idea
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¿Cómo iba a encontrarse con Roxana?
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Él, alguien tan tonto que sólo había hablado con cantos rodados
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Cirano le dijo que no se preocupase
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Que él hablaría en su lugar
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Llegó la noche y Roxana se asomó al balcón
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Cristian estaba debajo, en el jardín
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y Cirano, escondido entre la lavanda
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Cirano le soplaba sus poemas a Cristian
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y este los soltaba con su aire más inspirado
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A Roxana, Cristian le pareció maravilloso
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A Cristian, Roxana le pareció deliciosa
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Y de repente, el amor se adueñó de los dos.
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Escondido entre la lavanda, Cirano sintió que algo le corroía por dentro.
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Había un chinche que detestaba a Cirano.
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Se llamaba The Geese.
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Era guapo, rico, inteligente, tenía una nariz pequeña y amaba la guerra.
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También amaba a Roxana, pero Roxana no quería saber nada de él.
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Como era muy orgulloso para admitir que era desgraciado, hacía como si no le importara, pero como en realidad sí que le importaba, mandó a Cirano y a Cristian a la guerra.
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Además de ser guapo, rico e inteligente, De Guise era un tramposo.
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Afortunadamente, antes de marchar al campo de batalla, Christian se casó con Roxana.
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Eso no impidió que Christian fuese a la guerra, pero estaba casado, tenía una mujer y podía fanfarronear ante los otros soldados.
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Sí, Christian seguía siendo muy tonto.
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La guerra es terrible, la guerra es la muerte, la guerra es el odio, la guerra es el miedo,
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es el llanto, la guerra es el ruido, la guerra hace tanto ruido que los que la hacen se quedan
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completamente sordos, tanto que ni siquiera oyen el llanto de los niños.
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y Cirano se encontraron muy pronto perdidos en medio de la batalla, asediados por el enemigo.
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Los soldados estaban hambrientos y soñaban con pulardas braseadas y cochinillos asados.
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Cristian tenía miedo, pero Cirano le dijo una vez más que no se preocupara, que él
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combatiría en su lugar. Cuando caía la noche, la guerra enmudecía
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y Cirano pensaba en Roxana.
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Todos los días le escribía cartas íntimas y hermosas
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haciéndose pasar por Cristian.
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Atravesaba las llanuras desoladas para llevar sus cartas
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y Roxana las encontraba tan hermosas
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que decidió dar una sorpresa a su marido e ir a verle.
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¡Ah! Terrible equivocación.
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Cuando Roxana llegó, Cristian se desesperó
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porque comprendió que lo que ella amaba era la inteligencia y las magníficas cartas escritas por Cirano.
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Huyó a la batalla para que le mataran. Y le mataron.
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Roxana se quedó destrozada y en medio del estruendo de las armas solo estaba Cirano para consolarla.
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La guerra se fue consumiendo y acabó por extinguirse del todo.
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Todos los hombres, es decir, todos los que quedaban vivos
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Volvieron a casa, donde les esperaban sus mujeres, sus hijos
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Las pulardas braseadas y los cochinillos asados
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Cirano envejeció, seguía teniendo su enorme nariz
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Pero ahora ya caída y arrugada
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Roxana seguía triste por la pérdida de su esposo en la guerra
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Ya no se ponía el vestido rojo, ahora vestía de negro
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Vivía en un convento.
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Cirano la visitaba con frecuencia, porque seguía amándola.
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Cirano seguía siendo muy inteligente, pero ahora era menos fuerte,
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porque estaba viejo y los viejos ya no pelean.
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Un día, un viejo roñoso le dio un garrotazo en la cabeza.
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Pero a pesar de ello, Cirano fue a visitar a Roxana.
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Cuando llegó junto a Roxana, Cirano ya casi no veía, porque el golpe que había recibido había sido tremendo. En la penumbra apenas distinguía otra cosa que el rostro de su amada. Ella le leyó la última carta que había recibido de Cristian.
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Cirano se la sabía de memoria
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ya que él mismo la había escrito
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Roxana se la oyó recitar a medida que ella leía
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y entonces se dio cuenta
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de que Cirano había sido el amor de toda su vida
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y Cirano murió
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pero justo antes de morir sonrió
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porque estaba por fin en los brazos de su amada
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- 7 de mayo de 2020 - 9:05
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