El caballito de mar. 5ºA - Contenido educativo
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Érase un caballito de mar que se movía lentamente por las templadas aguas marinas.
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Le gustaba dejarse llevar por las corrientes de vez en cuando enganchar su cola en las algas.
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Entonces su cuerpo tomaba el color de las plantas del mar y el caballito se volvió invisible a los ojos de los peces y otros seres marinos.
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El caballito tenía un amigo, un alegre pez de colores.
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Juntos recorrían los corales, entraban en las cuevas del arrecife y atravesaban los bosques de algas.
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Aquella mañana el pececito buscó agitado al caballito de mar.
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Amigo, he descubierto un monstruo en el fondo del mar.
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Es muy grande, pero no se mueve.
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Otros peces grandes se han acercado para verlo, pero yo soy pequeño y me da miedo.
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El caballito tranquilizó al pececillo.
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Era un caballito de mar viejo y ya había visto muchas cosas a lo largo de su vida
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Así que no se asustó por lo que le contaba el pececillo
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Querido amigo, yo no puedo avanzar tan rápido como tú
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Los caballitos de mar solo podemos avanzar agitando la aleta que tenemos detrás
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Pero si quieres que te acompañe iré contigo a ver ese monstruo del que hablas
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Los dos amigos se dirigieron al lugar donde el pececillo había visto al terrible monstruo
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monstruo. Al llegar allí, el pececito gritó, mira, ¿lo ves allí en el fondo? Pero mi
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querido amigo, aquello no es un monstruo, es un barco hundido. ¿Qué es un barco? Los
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barcos son cáscaras gigantes que los hombres utilizan para hacerse a la mar y pescar. ¿Y
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qué pescan los hombres? Preguntó el pececillo asustado. Pescan peces. ¿Qué? El pececillo
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sí que estaba ahora asustado de verdad. Comenzó a agitar sus aletas y a nadar sin parada haciendo
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círculos y piruetas. Tranquilízate, pececillo. Los hombres solo pesan peces grandes. Tú
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eres todavía chiquito como para quedar atrapado en sus redes. Y ahora que sabes que no se
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trata de un monstruo, si quieres podemos acercarnos a inspeccionar el barco. Puede ser divertido.
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Los dos amigos nadaron en dirección al barco. Se trataba de una fragata muy antigua. Entraron
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por la popa, a través de unas ventanas cuyos cristales habían desaparecido. Hacía ya
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mucho tiempo. Recorrieron algunos camarotes y volvieron a salir a la cubierta del barco.
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El perecillo estaba encantado jugando a dar vueltas entre la rueda del timón. El palo
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mayor estaba roto y caído sobre la cubierta encima de pesados cofres cerrados.
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Ven aquí, perecillo, esto te gustará, le dijo el caballito de mar, que había encontrado
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unos enormes cañones. Este era un barco de guerra, dijo el caballito. Un barco de guerra
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y los hombres han hecho muchas veces guerras en el mar. Este barco fue hundido en una de
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esas guerras hace muchísimos años. El pececito estaba emocionado y confuso. No conocía a
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los hombres, pero le parecía que estos hacían cosas que a él le daban miedo. Seguieron
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entrando y saliendo a las distintas estancias del barco. El pececillo sentía gran curiosidad
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y se divertía con todo. El ancla le parecía un columpio y daba vueltas alrededor de su
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cadena sin parar. El caballito del mar estaba ya cansado de tanto juego y dijo a su amigo
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pececillo creo que ya debemos irnos, si quieres otro día podemos volver. Pero el pececillo
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quiso dar una vuelta más alrededor del barco y el caballito accedió. Los dos comenzaron
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a dar vuelta alrededor del casco viejo del barco y entonces sucedió algo terrible. El
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caballito de mar no se dio cuenta de que entre la pala de timón y el farol de la popa había
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quedado enganchada una red de pescadores. Una red que hacía ya tiempo habría sido
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tirada al mar por los hombres. Al avanzar, el caballito quedó atrapado en la red. El
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pececito, sin percatarse de ello, siguió su marcha alrededor del barco. Al pasar por
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donde estaban los cañones, se dio la vuelta para decirle al caballito, los cañones asustan,
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¿verdad? Entonces vio que el caballito no estaba. Velozmente nadó retrocediendo el
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camino alrededor del casco del barco. Al voltear la popa, lo vio. Vio a su amigo enredado en
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la red. Sus brancas se agitaban, una aleta estaba rota y el caballo de mar, asustado,
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Parecía perder la vida por momentos
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Caballito, ¿qué te pasa?
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Sal de ahí, amigo
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No puedo, petecillo
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Los hombres a veces tiran las redes cuando ya están viejas
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Estas redes se convierten en trampas mortales para los seres que vivimos en el mar
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Dime, ¿qué debo hacer para salvarte, caballito?
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Tú siempre sabes que se debe hacer
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Quiero sacarte de ahí y salvarte de las redes de los hombres
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Petecito, amigo mío
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No es fácil salir de aquí
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Cuanto más lo intento, más me aprisiona la red, dañando los anillos de mi cuerpo.
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Mi aleta se ha roto y no puedo nadar.
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No me iré de aquí sin ti. Entraré en la red y te sacaré.
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No lo hagas. Si entras en la red, los dos quedaremos atrapados.
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No sacrifiques tu vida inútilmente, amigo.
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Ve y busca la ayuda del pez de espada.
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Suele nadar cerca de una cueva que siempre está custodiada por modernas.
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Ten cuidado, pececillo, que las maneras son muy peligrosas.
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Si te ven, intentarán comerte.
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El pececillo nunca se había aventurado solo por aquellos lugares tan lejos del arrecife
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Pero no lo dudó ni un instante
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Salió nadando velozmente en dirección al lugar donde salía a nadar el pez espada
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En la puerta de la cueva estaban acechando las morenas
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El pececillo asustado se escondía entre unas algas y observó las temibles morenas
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Deseando que el pez espada apareciese nadando por allí
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Sabía que debía encontrarlo rápido
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Pues el caballito no podía resistir mucho atrapado en aquella red
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Entonces lo vio. Venía nadando con rapidez y al aproximarse a las morenas, éstas huyeron asustadas.
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El pececillo salió de su escondite y cuando el pez espada pasó cerca de él, se puso encima de su cabeza.
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Este le gritó indignado.
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¿Cómo te atreves, pececillo insignificante? Baja de ahí o verás como te zampo de un solo bocado.
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No, señor pez espada, no me coma usted.
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Vengo de parte de su amigo el caballito de mar
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Está atrapado en la red de los hombres y me envía para que usted pueda ayudarlo
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El pez espada nadó con rapidez hacia donde el pececillo le había indicado
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El caballito de mar estaba ya muy débil
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Sus ojos se abrieron lentamente al ver a sus amigos
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El pez espada se puso enseguida a trabajar
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Con su espada iba cortando la red
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Pero con mucho cuidado para no dañar al caballito
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y para que la red no lo aprisionase cada vez más.
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El pececito quería ser útil y cada vez que el pez cortaba un trozo de red le decía a su amigo
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¡Ánimo caballito, ya queda poco!
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Finalmente el caballito de mar quedó liberado de las garras de esa terrible maraña de cuerdas que la aprisionaban.
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Su cuerpo estaba herido y su aleta rota, pero podía recuperarse y volver a nadar.
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El pececito no comprendía por qué los hombres habían hundido barcos en el mar disparando sus cañones.
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Tampoco comprendían por qué tiraban redes en las que quedaban atrapados muchos seres vivos del mar, como le había sucedido a su amigo.
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El pececito pensó que los hombres no harían esas cosas si conocieran bien las maravillas del mar,
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Sus peces de todos los colores, las estrellas de mar, las tortugas, los corales, las plantas marinas y sobre todo los delicados caballitos de mar.
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Todos los días el pececillo visitó a su amigo hasta que éste estuvo completamente recuperado y pudieron de nuevo salir a nadar y a jugar juntos.
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- Autor/es:
- Roberto R.
- Subido por:
- Roberto R.
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- Fecha:
- 19 de abril de 2022 - 20:56
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