MUJERES EN LA HISTORIA Y LA LITERATURA - Contenido educativo
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Levantisco, Miguel, buenas noches. Levantisco, no. No es pa' tanto. No es pa' tanto, no,
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a lo mejor levantisco es por el pelo. Rumores, exacto, será por el pelo. Porque, además,
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yo creo que tú eres el único ser humano que se baja el pelo para que le quede así.
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Puede ser. Bueno, ¿de qué vienes a hablarnos hoy, Miguel? Vengo a hablarte de mujeres guerreras
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en España. Tres casitos, tres ejemplos que me gustan especialmente. Agustina Daragón
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sería la primera. Agustina Daragón, ya sabemos, Guerra de la Independencia, asedio
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a Zaragoza, lucha contra los franceses, en la puerta de Portillo Agustina Daragón agarra
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y se lia a cañonazos contra los franceses, debió acertar muchísimo porque a partir
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de entonces se ganó el apodo de la artillera. Con 22 años, eso es lo que me flipa, con 22
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años ya eres la artillera. O sea, yo con 40 me fui a la feria de Sevilla y con una
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escopeta de feria le di al perrito piloto de la caseta de al lado. O sea, me apodaron
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un trabuquito de triana. Segundo caso, Catalina de Erauso, esta mujer también conocida como
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Francisco de Loyola, porque la historia es peculiar, es una chica que se crió en un
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convento, a los 15 años se salió del convento, pues no era lo suyo, se vistió ya de hombre
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para toda la vida, se hizo llamar Francisco de Loyola y Francisco de Loyola fue mujeriego,
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pendenciero, un espadachín muy hábil. Posteriormente, después de su muerte la llamaron la monja
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Alferez, me parece un nombre muy bonito. Precioso, para alguien que no ha parado de batirse en
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duelo y ser mujeriego, o sea, quiero decir, o eres Alferez o eres monja, las dos cosas a la vez no
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pueden ser. Yo la veo para película de X-Men ibérica, Magneto Mística y el que lo revienta
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todo es la monja Alferez, lo veo bien. ¿Tienes un problema? La monja Alferez. Me gusta mucho, sí.
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¿Si necesitas que alguien te saque las castañas del fuego con estas personas que te están molestando?
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La monja Alferez. Correcto. ¿Llevas dos mujeres guerreras? Llevo dos, no quería dejar la oportunidad
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de hablar de María Pita. Coruñesa. Coruñesa, efectivamente, estaba en Coruña, estaba atacando
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la armada invencible británica y de repente, aprovechando un hueco entre la multitud, agarró
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una lanza y atravesó al líder de los ingleses en ese ataque. Esta mujer, no sé si tiene mote,
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pero desde luego tuvo mucha puntería. Lo que tiene es plaza en Coruña, bueno, en muchas ciudades de
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Galicia y muy merecida, pero ¿qué es lo que traes hoy? Vengo a hablarte de mujeres guerreras en España,
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no exactamente guerreras de armas, pero sí fueron bastante guerreras con la pluma, con el pincel,
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con su arte, con su inteligencia. Fueron mujeres muy importantes para ir cambiando poco a poco
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el papel de la mujer en el siglo XX. Lo puedo ver. Venga, dentro vídeo. Mi nombre es Miguel Iribar y
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siempre he querido quitarme el sombrero ante alguien, pero quitarme el sombrero de verdad,
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nada de metáforas, así que me ha agenciado este, que milagrosamente es de mi talla, y voy a
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descubrirme ante un grupo de mujeres que también se quitaron el sombrero, pero no como muestra de
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respeto hacia alguien, sino hacia ellas mismas, la sin sombrero. Cuenta la pintora Maruja Mayo,
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que un día iba con su amiga Margarita Manso, también pintora, por aquí, por la Puerta del Sol,
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paseando junto a Lorca y Dalí, cuando de repente decidieron quitarse el sombrero, en un acto de
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rebeldía juvenil que de alguna forma rompía con lo establecido, ya que la norma decía que había que
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llevar sombrero en todas partes. Lo que casi se rompen es la cabeza, porque la gente se lo tomó
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bastante mal. Ese pequeño gesto refleja a la perfección la esencia de la sin sombrero, un grupo
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de artistas, escritoras y pensadoras que conforman la mitad menos conocida de la generación del 27 y
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de la que nadie esperaba que tuviera voz propia. Y qué voz tenían aquellas mujeres, por cierto.
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El origen de todo se encuentra aquí, en la que fue la residencia de Señoritas, el primer centro
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oficial de enseñanza superior para mujeres en España. Aquí es donde mujeres como Josefina de
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la Torre, María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa León, Maruja Mayo, Concha Méndez, Zenobia Camprubí,
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Omar Gajil Reset empezaron a hacer historia. La residencia de Señoritas fue creada por la
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humanista María de Maeztu y abrió sus puertas en octubre de 1915 con sólo 30 alumnas. Lo hizo en
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dos edificios que dejaron libres la archiconocida residencia de estudiantes masculina. Ahí ha quedado
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con Cristina Linares, filóloga y especialista en la generación del 27. Se trataba de una institución
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pionera en la educación de las mujeres de la época. Creó un ambiente muy propicio para el estudio,
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para el conocimiento. Tuvieron conferencias de las personalidades más importantes de la época. Es un
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espacio en el que las mujeres pueden conocerse, pueden crear lazos, se ayudan entre ellas y hay
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muchísima creatividad. De aquí salen poetas, novelistas, políticas... ¿Qué le deben la Sin
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Sombrero y todas aquellas mujeres de la época a la figura de María de Maeztu? Bueno, pues le deben
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todo porque María de Maeztu fue realmente una pionera en pedagogía y fue una gran humanista.
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La verdad es que María de Maeztu se formó internacionalmente, tanto en Alemania como
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en Bruselas, en Estados Unidos y trajo aquí la vanguardia en cuanto a educación, a pedagogía.
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Tenemos que recordar que en aquella época partíamos de una educación prácticamente analfabeta en su
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totalidad y nos encontramos con mujeres que de la noche a la mañana tienen acceso a una
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educación y este sitio por eso, esta es la cuna de la educación de las mujeres en España. A María
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de Maeztu le debemos también la creación de otro lugar clave, no sólo para la Sin Sombrero, sino
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también para todas las mujeres de la época, el Liceum Club Femenino. Esta asociación internacional
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tuvo sedes en algunas de las ciudades más importantes del mundo. Era un club dedicado
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exclusivamente a promover la formación cultural, artística y profesional de las mujeres y el único
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requisito era haber firmado una obra literaria, científica o artística, poseer títulos académicos
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o participar en causas sociales. Aunque si tenemos en cuenta que más de la tercera parte de la
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población era analfabeta y que estaba más para recibir ayuda social que para darla, no era poco
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requisito. Su sede en Madrid fue la famosa Casa de las Siete Chimeneas, que hoy pertenece al
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Ministerio de Cultura. Ahí se reunía lo mejor de la intelectualidad femenina, aunque algunos
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despectivamente la llamaban el club de las maridas, en referencia a sus esposos. ¿Por qué?
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Porque gente faltona ha habido siempre. Ahí me espera Vanessa Montfort, dramaturga y especialista
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en el movimiento artístico femenino de principios del siglo XX. ¿El Liceum Club Femenino era una
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especie de café-jijón para las artistas o era algo más? Era mucho más, porque aquí aparte de
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tomar café y beber y fumar, como les acusaban los sectores de la época, eso también lo hacían,
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pero era un club cultural de mujeres intelectuales, en su mayoría eran abogadas, escritoras,
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científicas. Aquí se fragó la ley del divorcio, el reconocimiento de los hijos ilegítimos, que hasta
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ese momento no se habían reconocido, el matrimonio civil y tantos otros hitos para la lucha de las
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libertades. ¿Cuáles eran las principales figuras que se daban cita aquí? Estaba Victoria Kent,
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que por aquel entonces fue la primera mujer colegiada como abogada en España. Clara Campoamor,
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que fue la segunda y que fueron ellas las que se enfrentaron por el voto en las cortes. Estaba
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Haciendo Avia Camprubí, que siempre la hemos visto a la sombra del genio de su marido, de Juan Ramón
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Jiménez, pero que era una gran traductora. Tenemos a Colombine, la gran periodista, escondida bajo un
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montón de pseudónimos, Carmen de Burgos, pero que fue, entre otras muchas cosas, nuestra primera
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corresponsal de guerra. Así que tenemos un plantel aquí, en esta biblioteca del Lyceum Club, que
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sabemos que se lo estaban pasando probablemente muy bien, pero que hicieron una gran labor por
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la literatura, por la ciencia y sobre todo por la cultura de todos. Mi intención era rendir un
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homenaje a un grupo de pensadoras, de artistas, y al final me he dado cuenta de que a partir de
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los años 20 fueron muchas las mujeres que empezaron a tomar el control de sus vidas,
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a salirse del marco que tantos siglos de tradición les había impuesto. No tengo más
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remedio que quitarme el sombrero ante todas ellas. ¡Va por vosotras!
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- Maria A.
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- 13 de noviembre de 2022 - 17:13
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