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Cuento Esa fruta es mía
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Atención, atención, este cuento está en acción.
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Las orejas bien abiertas y la boca muy cerrada tengo yo.
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Y este cuento se titula
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Esa fruta es mía.
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En las profundidades del corazón de la selva
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vivían cinco elefantes.
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Pero además de estos animales grandes,
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vivían otros más pequeñitos,
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como estos ratoncitos.
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En aquella selva crecían muchos árboles frutales.
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A los elefantes les encantaba la fruta.
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El elefante 1 se zampaba un montón de mangos.
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El elefante 2 se comía casi todos los cocos.
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El elefante 3 siempre pedía kiwis.
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El elefante 4 prefería los plátanos.
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Y el elefante 5 quería piñas cada día.
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Pero un día, en lo más y más profundo del corazón de la selva, los elefantes descubrieron un árbol nuevo, un árbol nuevo y muy alto.
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Y en aquel árbol tan alto crecía una fruta exótica con el aspecto más delicioso que los animales habían visto en su vida.
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Todos querían comer esa fruta exótica de aspecto delicioso.
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Hasta los más pequeñitos gritaron, ¡eh, mirad eso, mirad esa nueva fruta!
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¡Es mía! exclamó el elefante uno, ¡la fruta es mía!
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Estaba seguro de que podía alcanzarla.
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Sopló y sopló con todas sus fuerzas.
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Mientras, mirad lo que hacían los ratoncitos.
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¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco! ¡Vamos, vamos! Todos juntos se estaban ayudando para trepar el árbol.
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Pero veamos qué pasó con el elefante uno. ¡Oh! La fruta no se movió ni una pizca del árbol.
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Mientras los chiquititos, mirad, seguían
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Arriba, uno, dos, tres, cuatro, cinco
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Vamos, vamos, vamos
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Es mía, dijo el elefante dos
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La fruta es mía
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Estaba tan seguro de haber tenido una idea ingeniosa
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Que ya notaba el sabor de aquella fruta tan y tan dulce
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Mirad, se hizo un paracaídas con las hojas
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Mientras los pequeñitos se seguían animando y ayudando
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Venga chicos, seguid estirando
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Vamos arriba a trepar hasta lo más alto del árbol
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Pero fijaos, el elefante número dos
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Tal vez a su idea le faltaban algunos detalles
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Había volado tanto que se había saltado el árbol
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Pero aquí estaban los ratoncitos.
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¡Mirad! El más pequeño se dio cuenta de que el elefante dos había pasado volando.
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¡Mirad! ¡Un insecto enorme!
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Pero ellos se seguían ayudando y por el tronco seguían trepando.
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¡Es mía! Gritó el elefante tres.
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¡La fruta es mía!
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Estaba seguro de que él era más listo que el elefante uno.
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y el elefante dos. Así que con un tirón y un estirón se puso a trepar por el tronco
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del árbol. Mirad los ratoncitos que se estaban ayudando unos a otros. Decían, ya falta poco,
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venga chicos, uno, dos, tres, cuatro, cinco, vamos, vamos, vamos. Y nosotros vamos a ver
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qué pasó con el elefante número tres. ¡Oh! ¡Uf! Que no llegó nada lejos. ¡Se cayó por el tronco del árbol!
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¡Buen intento! Dijo el otro elefante. ¡Mirad, mirad! Todavía el elefante dos iba volando por el cielo.
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¡Socorro!
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Y los más pequeñitos, fijaos ya dónde estaban.
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¡Ya casi llegamos!
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¡Hala! Estaban ya en lo más alto del árbol.
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Sigamos viendo qué pasaba.
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Mira, los elefantes empezaban a estar muy impacientes y tenían mucha hambre.
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El elefante cuatro decidió simplemente lanzarse a correr hacia el árbol lo más rápido que pudiera.
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¡Es mía!
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Y corriendo, corriendo, corriendo, corriendo
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¡Es mía! gritaban todos los elefantes a la vez
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Pero justo en aquel momento
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¡Vaya lío que estaban montando los elefantes!
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La fruta exótica de aspecto delicioso empezó
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¡Ah! Fijaos, a moverse, los ratoncitos habían alcanzado la fruta.
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¡Uy! Disculpe, le dijo al elefante por el que estaba pasando.
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Los elefantes se quedaron alucinados.
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Ahora la fruta exótica de aspecto delicioso era de los cinco ratones que la transportaban todos juntos.
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¡La fruta es nuestra! exclamaron los cinco ratones.
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Los elefantes los miraron muy sorprendidos.
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—¡Nuestra! —dijeron los elefantes.
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—¡Viva! ¡Tenemos la fruta! —gritaban contentos los cinco ratoncitos.
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—¡Nuestra! —claro —dijeron los elefantes todos a la vez.
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—¿Por qué no lo habíamos pensado?
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Y empezaron a suplar todos juntos a la vez.
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Pero nada, que la fruta no bajaba.
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Probaron de otra manera.
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Nuestra, claro, venga, vamos a empujar todos juntos.
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¡Empujad!
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Claro, claro, nuestra, venga, tirad.
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Y fijaos, ya casi, casi la tenían.
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Y al final lograron alcanzarla.
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La fruta es nuestra y así fue como en las profundidades del corazón de la jungla los elefantes finalmente consiguieron la fruta exótica de aspecto delicioso.
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Mirad cómo estaban disfrutando comiéndosla, pero de repente uno dijo, a ver, a ver, uno, dos, tres, cuatro, pero no éramos cinco.
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¡No! Fijaos, el elefante número dos todavía seguía volando.
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Y colorín colorado, el cuento de la fruta.
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¿Es mía o nuestra? ¡Nuestra! ¡Se ha terminado!
00:07:49
- Subido por:
- Cristina S.
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- Fecha:
- 12 de abril de 2020 - 16:19
- Visibilidad:
- Público
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- CP INF-PRI FRAY JUNIPERO SERRA
- Duración:
- 07′ 57″
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