A qué sabe la Luna
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Por eso tenéis que también tener los ojos muy abiertos, con la luz apagada, porque os tenéis que fijar aquí, en este papel, que veréis lo que sucede, ¿vale?
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Calladitos, con los ojos muy abiertos, mirando al papel para ver qué aparece ahí, y vamos a apagar la luz para que lo podamos ver mejor, ¿vale?
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¿Todos nos vamos a fijar? Ahí, ¿vale? Voy a apagar la luz.
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Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna.
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¿Sería dulce o salada?
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Tan solo querían probar un pedacito.
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Por las noches miraban ansiosos hacia el cielo.
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Se estiraban e intentaban cogerla.
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alargando el cuello, las piernas y los brazos.
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Pero todo fue en vano y ni el animal más grande pudo alcanzarla.
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Un buen día, la pequeña tortuga decidió subir a la montaña más alta para poder tocar la luna.
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Desde allí arriba la luna estaba más cerca, pero la tortuga no podía tocarla
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Entonces llamó al elefante
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Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna
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Esta pensó que se trataba de un juego
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Y a medida que el elefante se acercaba, ella se alejaba un poco
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Como el elefante no pudo tocar la luna, llamó a la jirafa.
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Si te subes a la espalda, a lo mejor la alcanzamos.
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Pero al ver a la jirafa, la luna se desangró un poco más.
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La jirafa estiró y estiró el cuello, tanto como él, pero no sirvió de nada.
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Y llamó a la cebra.
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Si te subes a mi espalda, es probable que nos acerquemos más a ella.
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La luna empezaba a divertirse con aquel juego y se alejó otro poquito.
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La cebra se esforzó mucho, mucho, mucho, pero tampoco pudo tocar la luna.
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Y llamó al león.
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Si te subes a mi espalda, quizá podamos atardarla.
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Pero cuando realmente la vio, volvió a subir algo más.
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Tampoco estaba en lograr no tocar la luna y llamar una al zorro.
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Verás cómo lo conseguimos si te subes a la espalda.
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Al avisar al zorro, la luna se alejó de nuevo.
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Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna.
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Pero esta se desvanecía más y más. Y el toro llamó al mono.
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—¡Shh! ¡Seguro que está viendo! —logramos. —¡Hala! —subete a mi espalda.
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La luna vio al mono y retrocedió. El mono ya podía oler la luna, pero tocarla ni hablar. Y llamó al veracorno.
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¡Ven a mi espalda y tocaremos la luna!
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Esta vio al ratón y pensó
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¡Seguro que un animal tan pequeño no podrá cogerme!
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Y como empezaba a volverse con aquel fuego
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La luna se quedó justo donde estaba
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Entonces
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El ratón subió por encima de la tortuga
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del elefante, de la jirafa, de la cebra, del neón, del toro, del mono y de un polisco
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arrancó un trozo pequeño de una. Lo saboreó con platillo y después fue dándole un pedacito
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Al mono, al zorro, al león, a la cebra, a la jirafa y a la tortuga.
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Y la luna les subió exactamente a aquellos que más gustaban a cada uno de ellos.
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Aquella noche los animales durmieron muy, muy juntitos.
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Y como bien colorado, este juego se ha acabado.
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- Subido por:
- Cp maestropadilla madrid
- Licencia:
- Dominio público
- Visualizaciones:
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- Fecha:
- 16 de octubre de 2019 - 15:07
- Visibilidad:
- Clave
- Centro:
- CP INF-PRI MAESTRO PADILLA
- Duración:
- 06′ 12″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 993.52 MBytes
