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Cuento - CUENTILDA - El cascabel de la gata - Pablo Albo
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CUENTILDA (Arancha) nuestra compañera, nos cuenta maravillosamente el cuento "El casacabel de la gata" de Pablo Albo
Hola chicos, os echo mucho de menos.
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Normalmente me conocéis como Arantxa,
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pero cuando cuento cuentos me llaman Cuentilda.
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Y esta vez me han invitado para contaros un cuento. ¡Qué tontería!
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Y pensando, pensando, aquí con todos mis vecinos,
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pues me ha ocurrido contaros uno de la señora Julia.
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Mi vecina, la señora Julia, tiene una gata.
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Bueno, una gata de lo más especial.
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Y aquella mañana, la gata Benita se levantó sobresaltada, al oír como la señora Julia la llamaba.
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Y ahora vais a ver por qué.
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Benita, Benita, ¿dónde estás? Que no oigo tu cascabel.
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La gata Benita, al ponerse a andar, se dio cuenta de que el clinc-clinc de su cascabel no sonaba como siempre.
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Y entonces se dijo, como no encuentre mi cascabel, la señora Julia no me dará mis sardinas.
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Mientras tanto, la señora Julia la seguía buscando.
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¡Benita! ¡Benita!
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Mi nino traviesa, ¿dónde estás? ¡Que no oigo tu cascabel!
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La gata Benita se acordó de que el sofá todo se lo traga.
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Y entonces le preguntó, meo, meo, Sofa, ¿tú que todo te lo tragas? ¿Has visto mi cascabel?
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Pues no lo sé. Déjame mirar.
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Un botón.
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¡Ah, no! ¡Otro botón!
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Muchas migas de pan.
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¿Y esto?
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Algo muy pegajoso, pero no. Lo siento, Benita, no he visto tu cascabel, pero pregúntale a la escoba, que ella es muy guapa y muy lista.
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Benita se acercó a la escoba, que estaba apoyada en el brazo del sofá, y la preguntó.
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¡Meo! Escoba, tú que eres tan guapa y tan limpia, ¿has visto mi cascabel?
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Perdona, ¿estás hablando conmigo? Pregúntale al sofá, que él todo se lo traga.
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—Pues ya le pregunté. —Pues entonces déjame pensar. Esta mañana he barrido cinco hormigas, un vaso roto, una sardina pocha y muchas, pero que muchas, migas de pan.
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Pero no, no he visto tu cascabel. Pregúntale a la mesa, que por ella todo pasa.
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Mientras tanto, la señora Julia seguía buscando a Benita.
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¡Benita! ¡Benita! ¡Ay, qué cansada ya estoy! ¿Dónde estás? ¡Que no oigo tu cascabel!
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Benita se acercó a la mesa y le preguntó
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Mesa, que por ti todo pasa, ¿no habrás visto mi cascabel?
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¿Perdona? ¿Estás hablando conmigo?
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Preguntale al sofá, que es todo cerotrada
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Ya le pregunté
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Pues pregúntale a la escoba, que ella es muy guapa y muy limpia.
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Entonces déjame pensar.
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Esta mañana debajo de mí han pasado cinco hormigas.
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La escoba va riendo un vaso roto.
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Y la gata, la gata Benita, se subió encima.
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Y luego, ¡Anda, mira, ve si está ahí arriba!
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La gata Benita, ni corta ni perezosa, de un salto, se subió a la mesa.
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Y allí había una pecera.
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En la pecera había un pececito azul.
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Y en el fondo, sí, en el fondo, estaba el cascabel.
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Pececito, ¿tú que sabes nadar hasta el fondo?
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¿Me puedes coger mi cascabel?
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¡Estás diciendo...!
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¡No, no, no, no, no, no, no, no!
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¡Yo no puedo, yo no puedo!
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¡Que me comerás como el pececito rojo!
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¡Cógelo tú! ¡Cógelo tú!
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¡Yo no puedo! ¡Que los gatos tienen miedo!
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¡Pues entonces, bébetela!
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Ni corta ni perezosa la gata Benita cogió la pecera y...
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Bebió.
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Bebió.
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Y bebió, y al pececito se tragó.
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Eso sí, el cascabel lo cogió.
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¡Ay, madre! Cuando ese pececito azul llegó al estómago de la gata Benita,
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se encontró con su amigo el pececito rojo.
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¡Pero qué haces aquí! ¡Qué haces aquí! ¡También te ha comido la gata Benita!
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Tranquilo, no pasa nada, pececito rojo, que tengo un plan
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Pececito rojo y pececito azul se pusieron a dar vueltas
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Y más vueltas, y más vueltas
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En la tripa de la gata venita
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La gata venita empezó a sentir cosquillas
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Muchas cosquillas
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Pero ella no quería reírse
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Porque los gatos no...
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Sí, los gatos pensáis que no se ríen
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Pero los gatos se ríen. ¿Y sabéis cómo se ríen los gatos?
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No. Pues yo lo digo.
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Entonces se rió y se rió que le empezó a salir el agua por todas partes.
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Por los ojos, por las orejas, por la nariz, hasta que le salió por la boca.
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Y entonces, Pececito Rojo y Pececito Azul aprovecharon y salieron directos a la pecera.
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Fue entonces cuando la gata Benita bajó de la mesa y su cascabel sonó.
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Y la señora Julia por fin lo oyó.
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—¡Ay, Benita, gata traviesa! ¿Dónde has estado? ¡Que estoy oyendo tu cascabel!
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—¡Uh! ¡Esta pecera tiene el agua muy sucia! ¡No habrás intentado comerte a mis pececitos, ¿verdad?
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¡Oh! La gata Benita puso esa cara de como si no hubiese hecho nada.
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¡Meo! ¡Yo no he sido!
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Y Azulín, azulado, el cascabel de la gata de Pablo Albo, os he contado.
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- Autor/es:
- Pablo Albo - Contado por CUENTILDA
- Subido por:
- Cpee juanveintitres fuenlabrada
- Licencia:
- Todos los derechos reservados
- Visualizaciones:
- 178
- Fecha:
- 22 de abril de 2020 - 17:42
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP EE JUAN XXIII
- Duración:
- 08′ 54″
- Relación de aspecto:
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- Resolución:
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- Tamaño:
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