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La belleza femenina en el Renacimiento - Contenido educativo
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La belleza femenina en el Renacimiento
¡Vamos, chicas! ¡Es momento de los guisbellas!
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¡Ay, la belleza! La belleza y las mujeres. Una relación inseparable.
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¿Pero siempre ha sido la misma? Pues lo cierto es que no.
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Ahora nos reímos con las sombreras de los años 80,
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nos reímos de los pantalones superacampanados de los 60
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y qué decir de esas mujeres diosas de la fertilidad de la prehistoria
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o de las damas voluptuosas de Rubens o Botero.
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A lo largo de la historia ha ido cambiando el concepto de lo bello.
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Y en el Renacimiento, esta etapa que estamos estudiando en literatura,
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hemos visto que en el Renacimiento la belleza es importantísima.
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Los autores buscan la perfección formal siguiendo los patrones clásicos grecolatinos.
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Buscan una belleza idealizada.
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¿Pero cómo era el prototipo de belleza femenina en el Renacimiento?
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Para que una chica fuera considerada guapa en el Renacimiento,
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debía ser de piel bastante clara.
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Ser morena significaba que trabajabas en el campo.
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A las damas finas no les daba el sol.
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Además, para gustar en el Renacimiento,
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una mujer debía tener el cuello largo y el cabello rubio.
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Y nada de michelines, mejor esbelta.
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¿Y cómo sabemos todo esto?
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Pues porque los poetas escribían versos para enamorar a sus damas.
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Es cierto, no con mucho éxito, ya que las endiosaban
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y nunca eran merecedores de su amor.
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El amor que buscaban también estaba idealizado.
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Pero los autores sí dejaban ver lo que les gustaba en una mujer.
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Por ejemplo, Garcilaso de la Vega lo deja muy clarito en este soneto
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donde describe la belleza femenina y anima a la joven que escuche este poema
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a que disfrute de su juventud, o lo que es lo mismo, carpe diem.
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En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto
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y que vuestro mirar, ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena.
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Y en tanto que el cabello, que en la vena de su corazón
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se muestra el color de su corazón,
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se muestra el color de su corazón,
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se muestra el color de su corazón,
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se muestra el color de su corazón y lo refrena.
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Y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió con vuelo presto
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por el hermoso cuello blanco, en hiesto, el viento mueve, esparce y desordena.
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Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto,
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antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.
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Marchitará la rosa el viento helado,
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y mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre.
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Garcilaso describe una mujer esbelta,
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con la tez blanca y las mejillas son rosadas,
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el cuello largo y rubia.
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Recuerda muchísimo al cuadro Venus naciendo de las aguas,
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del pintor renacentista Sandro Botticelli.
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Y Venus era nada más y nada menos que la diosa de la belleza y el amor.
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De manera que ya sabemos cómo lucían las mujeres bellas en el Renacimiento.
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- Autor/es:
- Ana Mª Plana
- Subido por:
- Ana Maria P.
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial - Sin obra derivada
- Visualizaciones:
- 176
- Fecha:
- 11 de julio de 2022 - 13:25
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- IES ISAAC PERAL
- Duración:
- 04′ 24″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 11.87 MBytes