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Vídeo cuento musical: "Los Conciertos de la Torre"
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Cuento para reforzar los conceptos de grave y agudo
Andrés tenía siete años y vivía en un pueblo cerca de las montañas.
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Su padre, Joaquín, era el campanero.
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En la torre de la iglesia había dos campanas.
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Una grande, con un sonido grave,
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y otra pequeña, con un sonido agudo.
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A Joaquín le encantaba tañer las campanas.
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Y como le parecía poco tocar nada más cuando hacía falta,
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no sólo anunciaba las fiestas o las desgracias, sino que había organizado los conciertos de la
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torre. Tenía un repertorio amplísimo que había ido elaborando él mismo a lo largo de los años.
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Al principio tocaba solo y únicamente la campana grande, pues la pequeña estaba en lo más alto de
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la torre y no podía pasarse el concierto subiendo y bajando las estrechas escaleras de madera para
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hacer sonar ambas. Pero, como Andrés ya era mayorcito, habían empezado a hacer dúos. Joaquín
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seguía encargándose de la campana grande y Andrés de la pequeña. Las primeras veces Andrés le daba
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la cuerda tan fuerte que los conciertos resultaban bastante estrepitosos, pues su padre, para no
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desentonar, tocaba fuerte también. Lo bueno era que las personas que vivían en los pueblos de
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alrededor no tenían que ir hasta allí, pues las campanadas se oían estupendamente en todo el
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valle. Y lo malo era que, ni metiendo la cabeza debajo de la almohada, podían evitar oírlo quienes
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querían descansar. —¡Pero hombre! —le decían los vecinos al día siguiente de cada concierto. —¿Por qué
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tañía usted tan fuerte ayer tarde? —Por solidaridad —les respondía el padre. Y agarrando a su hijo de
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la mano, se iba con él al campanario, a ensayar. Andrés se esforzó mucho para aprender a tocar
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suave y después de un tiempo lo consiguió. Lo consiguió tanto que hubo un concierto en el que
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apenas se oía nada. Tan suave sonaba su campana y la de su padre, por solidaridad, que los asistentes
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creyeron que el concierto se había suspendido y al cabo de un rato se marcharon. ¿Qué pasó ayer?
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¿Qué pasó ayer?
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Les preguntaban unos y otros a la mañana siguiente, viéndolos ir de aquí para allá tan panchos, sin pinta de enfermos ni nada.
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¿Por qué no hubo concierto?
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¿Que no hubo? Claro que sí. Lo único es que tocamos al estilo susurrante.
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Les respondía el padre a todos, guiñándole un ojo a su hijo.
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Si no hubiese tanto ruido de coches...
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el tráfico por las calles más próximas. A las siete menos diez segundos, padre e hijo estaban
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listos para comenzar. Y de pronto, al sujetar a Andrés la cuerda de su campana, se rompió. Sin
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tiempo ni siquiera para bajar a avisar a su padre, Andrés tomó una decisión. Cantar sus campanadas.
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Su padre, por solidaridad una vez más, cantó también.
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Don, don, don, don, don, don, don, don, don, don, don.
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Y fue el concierto más bonito que había hecho en su vida.
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Claro que no fue un concierto de campanas.
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¿Os atrevéis a cantar vosotros un concierto de campanas?
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- Subido por:
- Germán M.
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial - Sin obra derivada
- Visualizaciones:
- 162
- Fecha:
- 18 de mayo de 2020 - 21:13
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI PARQUE DE LISBOA
- Duración:
- 05′ 20″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1280x720 píxeles
- Tamaño:
- 59.94 MBytes