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Día del libro (Pinocho)
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Había una vez un viejo carpintero llamado Gepetto, que fabricaba muñecos y juguetes de madera,
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imaginando que los hacía para un hijo que siempre deseó y nunca tuvo.
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Una noche estaba tallando en su taller un muñeco de madera,
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y como siempre se esforzó tanto en su trabajo, que el resultado fue realmente extraordinario.
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Y una simpática nariz puntiaguda.
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Con él consiguió no sentirse tan solo como se había sentido hasta aquel momento.
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—¡Ya estás listo! Aunque debería ponerte un nombre. ¡Ya sé! Como estás hecho de pino, te llamaré Pinocho.
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—¡Cómo me gustaría que tuvieses vida y fueses un niño de verdad! —dijo el viejo carpintero.
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Y el hada azul, que es el hada de los deseos, decidió concederle el deseo.
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Cogió su varita mágica.
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Se acercó a Pinocho.
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¡Despierta, Pinocho!
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Ahora podrás hablar y moverte como los demás.
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Pero tendrás que ser muy bueno si quieres ser un niño de verdad.
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Y no decir mentiras o te crecerá la nariz.
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Y el hada desapareció.
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Pinocho, muy contento, recomendó a dar vueltas por todo el taller y ¡qué sorpresa!
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Entre un montón de juguetes había un pequeño grillo.
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Hola, mi nombre es Pinocho. ¿Cómo te llamas? Si quieres, puedes salir y jugar conmigo.
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El grillo tuvo un poco de miedo, pero acabó saliendo.
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Hola, Pinocho. Soy Pepito Grillo y el hada me ha pedido que te cuide y que sea tu amigo.
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Se hicieron amigos rápidamente y se pusieron a jugar y a reír.
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Al día siguiente, cuando Yepeto llegó al taller, se asustó mucho cuando escuchó que alguien lo saludaba.
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—¡Hola, papá! —dijo Pinocho. —¿Quién me habla? —dijo Yepeto. —Soy yo, Pinocho, ¿no me conoces?
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Yepeto se acercó al muñeco. —¿Eres tú? —Creo que estoy soñando. ¡Por fin tengo un hijo!
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Yepeto se acercó a Pinocho y lo abrazó con todas sus fuerzas.
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—¡Qué alegría, Pinocho! ¡Haré de ti un niño bueno y aplicado!
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Y Peto quería cuidar a su hijo como habría hecho con cualquiera, aunque no fuese de madera.
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Pinocho tenía que ir al colegio, aprender y conocer a otros niños.
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Pero el carpintero no tenía nada de dinero y tuvo que vender su abrigo para poder comprarle a Pinocho una cartera y unos libros
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para que pudiese ir al cole, aunque no le importó, porque sólo deseaba lo mejor del mundo para el que ahora era su hijo.
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A partir de aquel día, Pinocho empezó a ir al cole con la compañía de Pepito Grillo, que le daba siempre muy buenos consejos.
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Pero, como la mayoría de los niños, Pinocho prefería divertirse antes que ir al colegio a aprender,
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Por lo que no siempre hacía caso de Pepito Grillo.
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Un día Pinocho, de camino al cole, se cruzó con un chico, al que todos llamaban Espárrago, porque era muy delgado.
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Y Espárrago le dijo, vas a ir al cole, pero si es aburridísimo, vente conmigo al teatro de marionetas y verás que allí sí que te lo pasas bien.
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Pinocho no lo dudó ni un segundo
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Y le dijo que sí
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El grillo parlanchín había estado escondido en el bolsillo de su chaqueta
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Y lo había escuchado absolutamente todo
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Y muy enfadado le dijo a Pinocho
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Prometiste portarte bien
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Tu obligación es ir a la escuela
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Además es el deseo de tu padre
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A pesar de las indicaciones que le dio el pequeñito grillo, Pinocho no hizo caso y se quedó en el teatro con su amigo espárrago.
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La función le gustó tanto a Pinocho que acabó subido en el escenario bailando con las demás marionetas.
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La gente se reía, aplaudía, se lo pasaban súper bien.
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Tragalumbres, que es el dueño de las marionetas, se dio cuenta de Pinocho.
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¡Oh, una marioneta que anda y camina por sí sola me hará ganar mucho dinero!
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Tragalumbres pensaba que si tenía a Pinocho en su compañía le haría tener mucho dinero.
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Cuando Pinocho se decidió a ir, Tragalumbres lo agarró por el brazo y lo metió en una jaula con llave.
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Pinocho se dio cuenta de que había vuelto a desobedecer, se dio cuenta de su error
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y empezó a llorar y a llorar, tan desconsolado que apareció de nuevo el hada.
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¿Qué te pasa Pinocho? le dijo el hada azul.
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Cuando volvía de la escuela un monstruo horrible me atrapó y me encerró aquí.
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Y el hada dijo, Pinocho, estás mintiendo, te va a crecer la nariz.
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¡Pum! Y de repente, a Pinocho le creció la nariz.
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Y te vas a quedar así, para que recuerdes que nunca debes mentir.
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Aunque te voy a dar una oportunidad, para que puedas demostrarnos que eres un niño bueno.
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Patatín, patatán, Pinocho de este lugar saldrá ya
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Y con su varita mágica logró romper los barrotes y pudo salir Pinocho de allí
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Y a la vuelta a casa con Grillo se encontraron con dos ladrones
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El astuto zorro y su amigo el gato
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Y entre los dos engañaron a Pinocho y le convencieron de que debía enterrar las monedas que Gepetto le había entregado en un lugar que llamaban el Campo Milagroso.
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Si las enterraba allí, se haría rico.
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Confiando en los dos y sin escuchar las palabras del grillo que le advirtió del engaño, Pinocho entregó las monedas al zorro y rápidamente los dos ladrones huyeron.
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Pinocho se quedó solo sin monedas y llorando.
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De repente apareció el hada azul, que le preguntó,
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¿Qué te pasa, Pinocho?
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¿Por qué no estás en la escuela?
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¿Y las monedas que te dio Yepeto?
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No me mientas.
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El hada azul la advirtió porque sabía lo que había pasado con las monedas.
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Y Pinocho contestó y no le hizo caso.
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Le dijo que había comprado los libros y los había dejado en la escuela
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En ese mismo momento la nariz de Pinocho creció y creció
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Hasta el punto de que no se podía mover la cabeza
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Porque se chocaba con todos los objetos que había a su alrededor
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¿Estás diciendo la verdad?
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Le dijo el hada
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Pinocho se dio cuenta de que estaba mintiendo y enseguida rectificó
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Y el hada le devolvió la nariz a tamaño normal
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Durante los días que Pinocho había estado fuera, Yepeto se había puesto muy triste y preocupado había salido a buscarle por todos los rincones
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Así, cuando Pinocho, Pepito y Grillo llegaron a casa, se encontraron solos
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Por suerte, estaba el hada que les explicó que el carpintero había salido dirección al mar para buscarles
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porque la suerte había querido que se lo tragara una ballena
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y que ahí se encontraba desde hace unos días ya.
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Pinocho y Grillo decidieron ir a buscarle,
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pero se cruzaron con un grupo de niños.
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¿Dónde vais? preguntó Pinocho.
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Al país de los juguetes, respondió el niño.
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Allí podremos jugar sin parar.
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¿Quieres venir con nosotros?
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Le advirtió Grillo.
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Recuerda que tenemos que encontrar a Gepetto, que está triste y preocupado por ti.
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Solo un rato, dijo Pinocho. Después seguimos buscándole.
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Y Pinocho se fue con los niños, seguido del grillo, que intentaba seguir convenciéndole de continuar buscando al carpintero.
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Pinocho jugó y brincó todo lo que quiso.
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Enseguida se olvidó de Gepetto. Solo pensaba en divertirse y seguir jugando.
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Pero a medida que pasaba más y más horas en el país de los juguetes, Pinocho se iba convirtiendo en un burro.
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Corrió a contárselo a Espárrago y no pudo encontrarlo por ninguna parte.
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En su lugar había un burro.
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Estaba tan asustado que quiso pedir ayuda y todo lo que fue capaz de hacer fue rebuznar.
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Afortunadamente, su fiel amigo Pepillo, el grillo, seguía siendo un grillo, así que
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no pudo indicar a Pinocho la forma de salir de aquel lugar lo antes posible.
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Al salir, se dio cuenta de que todavía era un burro, así que empezó a llorar y llorar.
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Al oírle, el hada se compadeció de él y le devolvió su aspecto, ya que esta vez no le mintió, y dijo la verdad de lo que había pasado.
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Pinocho y el grillo salieron rápidamente en busca de Guepeto, que seguía en la barriga de la ballena.
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Desesperados, se hicieron a la mar para rescatar al pobre ancianito papá de Pinocho.
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Navegaron días y días en el inmenso océano.
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De repente, les pareció divisar tierra a lo lejos, pero cuando estuvieron cerca, se dieron cuenta de que no era tierra lo que veían, sino la ballena que andaban buscando.
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Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena, le pidió por favor que le devolviera a su padre, pero la enorme ballena abrió muy grande la boca y se lo tragó también a él.
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Estaba todo oscuro.
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Pinocho comenzó a llamar a su padre a gritos, pero nadie le contestaba.
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En el estómago de la ballena solo había silencio.
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Al cabo de un largo rato, Pinocho vio una lucecita al fondo y le pareció escuchar una voz familiar.
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—¡Pinocho, ¿eres tú? —gritaba la voz.
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—¡Es mi padre! ¡Papá! ¡Aquí! ¡Soy yo! ¡Estoy aquí! —dijo Pinocho.
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Por fin Yepeto y Pinocho estaban nuevamente juntos.
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Por fin pudieron volver a abrazarse padre e hijo después de tanto tiempo.
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Ahora debían pensar cómo conseguir salir de la barriga de la ballena.
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—Ya sé —dijo Pepito—, hagamos una fogata.
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Quemaremos una de las barcas y así la ballena estornudará y podremos salir.
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El plan dio resultado.
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El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes.
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Estaban a punto de alcanzar la playa, cuando Pinocho vio cómo a su viejo padre le faltaban las fuerzas para continuar.
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Agárrate a mí, yo te llevaré, le dijo Pinocho acercándose a Gepetto.
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Una vez a salvo, Pinocho le contó todo lo sucedido a Gepetto y le pidió perdón.
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Gepetto, a pesar de haber sufrido mucho los últimos días, solo le importaba volver a Atenas a su hijo con él.
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Por lo que le propuso que olvidaran todo y volvieran a casa
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Pasado un tiempo, Pinocho demostró que había aprendido la lección
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Y que se portaba muy muy bien
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Iba al colegio, escuchaba los consejos de Grillo
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Y ayudaba a su padre en todo lo que le pedía
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¿Cómo recompensa por su comportamiento?
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Una noche la hada se acercó a su cama y le hizo un hechizo
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Entonces decidió convertir a Pinocho en un niño de carne y hueso
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Por la mañana Pinocho se levantó para ir al cole como cualquier día
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Pero al despertar se dio cuenta de que algo era diferente
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Se miró primero las manos y luego todo el cuerpo.
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Estaba sorprendido, ya no era un niño de madera, era un niño de carne y hueso como todos los demás.
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Dio un salto de alegría saliendo de su cama y corrió a decirselo a su padre.
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¡Papá, papá, mírame!
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Gepetto, al ver que era un niño de verdad, se puso muy contento y se abrazaron con lágrimas de alegría.
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¡Ay, Pinocho, mi vida, qué alegría!
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A partir de aquel día, Pinocho no mintió nunca más
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Y Pinocho, Gepetto y Pepito Grillo fueron muy felices
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Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
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Aplaudid si os ha gustado
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- Autor/es:
- Cp Belmonte de Tajo
- Subido por:
- Cp belmontedetajo belmonte
- Licencia:
- Reconocimiento - No comercial
- Visualizaciones:
- 333
- Fecha:
- 22 de abril de 2020 - 10:49
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- CP INF-PRI BELMONTE DE TAJO
- Duración:
- 15′ 23″
- Relación de aspecto:
- 16:9 Es el estándar usado por la televisión de alta definición y en varias pantallas, es ancho y normalmente se le suele llamar panorámico o widescreen, aunque todas las relaciones (a excepción de la 1:1) son widescreen. El ángulo de la diagonal es de 29,36°.
- Resolución:
- 432x244 píxeles
- Tamaño:
- 37.98 MBytes
