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HFIL 2BACH - 40 Ser humano, sociedad y política en Ortega - Contenido educativo
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La visión antropológica y social de Ortega y Gasset
Como sabes, para Ortega la realidad radical es la vida, entendida en sentido biográfico y no biológico.
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La vida es tu vida, eso que te ha ocurrido a lo largo del tiempo, tus proyectos, tus ilusiones, tus esperanzas, tus fracasos,
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esa es para Ortega la auténtica y la verdadera realidad.
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Y esa vida, que es la realidad última, tiene cinco atributos o características, como ya hemos visto anteriormente.
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la transparencia, el quehacer, la fatalidad, la libertad y la temporalidad. Además, Ortega cree
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que la vida de cada uno está marcada por una vocación. Piensa que cada uno de nosotros está
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llamado a ser algo en la vida. Por eso para Ortega hay dos maneras de vivir la vida, de forma auténtica
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o de forma inauténtica. Ortega asegura que vivimos la vida de forma auténtica cuando nos atrevemos
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a reconocer nuestra vocación y a poner de nuestra parte para hacerla real, para desarrollarla. Quizá
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lo consigamos o quizá no, eso no es demasiado importante. Lo que sí es importante es que nos
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empeñemos en llevar a cabo nuestra vocación, aquello que como personas, como proyecto vital,
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estamos llamados a hacer. La otra forma de vivir es inauténtica, es la de quienes dan la espalda
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a su vocación y no viven atendiendo la llamada de aquello que están naturalmente dirigidos a hacer.
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Ortega daba mucha importancia al tema de la vocación, tanta que, por ejemplo, ponía en un ejemplo un poco extremado el siguiente caso.
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Imaginemos que la vocación de alguien sea ser un ladrón. ¿Cómo tendría que vivir para vivir de manera auténtica?
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Pues Ortega no lo dudaba, creía que lo suyo sería que viviera su vocación intentando convertirse en el mejor ladrón posible,
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porque eso sería obedecer al llamado de su vida, de su proyecto vital, aquello que estaba destinado
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a hacer. Ya sabes que Ortega daba una gran importancia a la vida como realidad radical,
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pero también hemos visto que para Ortega la vida es cambiante, se modifica, se transforma a lo largo
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del tiempo. Por eso Ortega creía que la historia es una dimensión esencial de la realidad. La vida
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está incardinada en la historia. Una de las dimensiones fundamentales de la vida es la de
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la circunstancia que me determina en cierto modo lo que puedo y lo que no puedo hacer y que está
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constituida por cosas que yo no he elegido. Pues un aspecto muy importante de mi circunstancia es
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la historia. La manera en la que Ortega enfrenta su teoría social y política tiene mucho que ver
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con la concepción que tiene de la historia. Como la historia va cambiando y la circunstancia en la
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que viven los seres humanos también es variable, Ortega creía que eso en lo que consiste ser
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humano va cambiando a lo largo del tiempo. En otras palabras, para Ortega los seres humanos no
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tenemos una esencia fija, atemporal, eterna, sino que lo que es ser humano va cambiando y depende
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del momento y del lugar de la sociedad en la que vivimos. No es lo mismo ser un ser humano en la
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Grecia clásica del siglo V a.C. que en la Europa de los años 30, cuando escribía Ortega sus obras.
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Por eso dice Ortega que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia, lo cual
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quiere decir que no hay una esencia fija e inmutable, sino que lo que somos va cambiando
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a lo largo del tiempo. La visión de Ortega acerca de la historia también está marcada por su concepto
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de las generaciones. Una generación, dice Ortega, es un conjunto de personas que han vivido
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aproximadamente en la misma época histórica, que han nacido más o menos en los mismos años y que,
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por tanto, han compartido una misma circunstancia. La gente que pertenece a una misma generación,
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por lo general, tiene las mismas inquietudes, las mismas preocupaciones, el mismo tono vital,
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o sea, la misma manera de enfrentarse a los problemas. Para aclarar en qué consiste esto de
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las generaciones, puedes pensar, por ejemplo, en las generaciones que precedieron y sucedieron al
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propio Ortega. Como sabes, hay una generación de intelectuales y escritores que es la generación
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del 98, con figuras como Machado o Unamuno, y que estaban, por ejemplo, muy preocupados todos ellos
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por la decadencia de España, el problema de España como se llamaba entonces. Veían que España había
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sido una gran potencia pero que había perdido esa energía, ese empuje, esa vitalidad que tenía en
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otras épocas y querían desesperadamente devolver a España su grandeza perdida. Pero lo hacían con
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un tono trágico, con un tono de cierta desesperación, de cierta desconfianza. Unos años después aparece
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una nueva generación de intelectuales, la generación del XIV, a la que pertenece el propio Ortega o,
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por ejemplo, su amigo Gregorio Marañón, que era médico y escritor. Para los escritores de la
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generación del XIV, España también era un problema, pero encaraban el asunto de una manera muy distinta.
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Era una visión mucho más optimista, que confiaba en la capacidad de la educación, la ciencia, la
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cultura y la integración en Europa para superar los problemas que tenía nuestro país. Unos años
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después aparece otra generación, la generación del XXVII, con poetas tan importantes como Lorca
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o Pedro Salinas, que seguramente conoces. Pues bien, los escritores del XXVII tienen otro tono
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vital, otro enfoque, otra manera de entender las cosas, porque pertenecen a otra generación. Las
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generaciones, dice Ortega, están separadas por un lapso temporal de aproximadamente 15 años y
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siempre hay habitualmente dos generaciones que conviven, una generación más madura, más mayor,
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consolidada, instalada, que tiene los resortes del poder y que puede difundir sus ideas, y una
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generación emergente, la de los jóvenes, que tiene ideas distintas y que habitualmente desafían la de
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la generación establecida. Esta dinámica entre las generaciones impulsa el cambio histórico, el
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cambio en la manera de pensar, el cambio en la manera de entender la vida. Otro de los aspectos
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importantes en el pensamiento social y político de Ortega es su concepto de la rebelión de las
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masas. Esta es la forma en la que Ortega explicaba la crisis histórica que se vivió en Europa en los
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años 30. Como sabes, los años 30 fueron un año difícil, unos años de crisis económica, de crisis
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política, de grandes cambios e incertidumbres en Europa. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué Europa ha
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entrado en crisis. Para intentar explicarlo Ortega desarrolla toda una teoría social de enorme
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interés. Pero esa teoría trasciende los años 30 porque Ortega cree que en toda época histórica se
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puede distinguir en cualquier grupo humano, en cualquier pueblo, en cualquier país, en cualquier
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sociedad a dos grupos de personas. Por un lado está la élite y por otro lado está la masa. ¿A qué se
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refiere Ortega cuando habla de la élite y de la masa? En primer lugar tienes que tener claro qué
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es lo que Ortega no quiere decir. Ortega no se refiere cuando habla de la élite ni al grupo de
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los ricos, ni al grupo de los aristócratas, ni al grupo de la gente mejor educada. No es una cuestión
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de dinero y tampoco es una cuestión de poder o de educación pertenecer a la élite o a la masa,
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según Ortega. Para Ortega la diferencia entre élite y masa está en la forma de vivir nuestra
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vida, esa realidad radical que es mi proyecto vital. Hay personas, dice Ortega, que viven su
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vida exigiéndose a sí mismos más de lo que exigen a los demás, dándolo todo para intentar hacer
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realidad su vocación, para llevar a la práctica sus potencialidades de una forma excelente. Gente
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que se esfuerza por brillar, por ser lo más que pueden llegar a ser. Pues bien, esos son la élite.
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Y la élite puede ser tanto un fontanero como un catedrático universitario, tanto un político como
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un ama de casa, si lo que hacen es exigirse a sí mismos y no exigir a los otros. Pero por otro lado
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está la masa. La masa que, como su propio nombre indica, está formada por la mayor parte de la
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gente en todo momento y en todo lugar está formada por personas que exigen más a los demás de lo que
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se exigen a sí mismos, que se dejan llevar, gentes que no hacen un esfuerzo vital, una tensión por
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intentar llevar a plenitud todas sus potencialidades. Esto no es malo, siempre hay estos dos tipos de
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personas, dice Ortega, ahora bien, para que la sociedad funcione armónicamente, para que esté
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bien estructurada, para que haya armonía y social y progreso, hace falta que la masa se deje guiar
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por la élite. Esto es lo que ocurre en una sociedad bien ordenada, una sociedad capaz de avanzar. Sin
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embargo, en nuestros días, dice Ortega, que escribe en los años 30, en nuestros días se ha producido un
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fenómeno nuevo. Ocurre que ha aparecido un nuevo tipo humano que antes no existía. Personas que
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pertenecen a la masa pero que están muy pagados de sí mismos, que creen que son mejores que los
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demás, que creen que están capacitados para decidir lo que hay que hacer y para corregir las
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decisiones de la élite. Este nuevo fenómeno social, este nuevo tipo humano lo llama Ortega el hombre
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masa. Los años 30, los primeros años del siglo XX han vivido, dice Ortega, la aparición del hombre
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masa, de ese niño mimado que no quiere hacer un esfuerzo de perfeccionamiento social, que no está
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dispuesto a hacer las renuncias y los sacrificios necesarios para dar lo mejor de sí mismo, pero que
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se cree capaz de poder decir a los demás qué es lo que tienen que hacer. Esto es lo que se conoce
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como la rebelión de las masas. Las masas ya no quieren seguir a la élite y esto hace que la
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sociedad se desestructure, pierda su orden y por tanto se descomponga y entre en crisis. Esta es
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la explicación que encuentra Ortega a lo que está ocurriendo, por ejemplo, con el ascenso del fascismo
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en Italia, del nazismo en Alemania, con la crisis económica de los años 30. Esto es lo que ocurre
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en el fondo, el ascenso del hombre masa. ¿Y cuál es la solución que propone Ortega? Ortega, que confiaba
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en la cultura, en la educación y en la democracia como sistemas políticos y sociales que nos
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permitían avanzar, creía que la solución estaba precisamente ahí, en difundir la educación,
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en difundir la cultura, en difundir la democracia y en concreto para España, que era un país muy
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afectado por esta rebelión de las masas, en España la solución pasaba por intentar imitar
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las formas de vida que había en otros países europeos más desarrollados, que tenían por ejemplo
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una ciencia muy desarrollada o unas instituciones democráticas sólidas. Sólo así conseguiremos que
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las élites vuelvan a dirigir a la sociedad, que es la manera en la cual la sociedad puede estar
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bien ordenada y funcionar adecuadamente.
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- Autor/es:
- César Prestel
- Subido por:
- César Pedro P.
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- 1 de octubre de 2021 - 18:00
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