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Don Quijote de la Mancha 1ºJ
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Este es el día, oh Sancho, en el cual vencís el bien que me tiene aguardado mi suerte.
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Este es el día en que se mostrará el valor de mi brazo
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y en el que haré cosas que quedarán escritas en el libro de los famos.
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¿Ves aquella polvareda que allá se levanta?
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Pues todo eso es un numerosísimo ejército que las diversas gentes por allí viene marchando.
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Así es la verdad.
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Y son sin duda dos ejércitos que vienen a invertirse en mitad de esta espaciosa llanura.
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Señor, yo solo veo dos manadas de ovejas y carneros
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Que de dos partes vienen
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Las cuales levantan tan gran polvareda
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Te digo que son dos ejércitos
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Señor, pues, ¿qué hemos de hacer nosotros?
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¿Qué?
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Favorecer y ayudar a los menesterosos y desvalidos
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Y has de saber, Sancho, que este que viene por nuestra frente le conduce el día el gran emperador Alifán Farrón, señor de la isla Trapubana.
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Ese otro es el de su enemigo, el rey de los gramantas, pentapolín de la remanda Magraf, porque siempre entra en las batallas con el brazo derecho desnudo.
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desnudo. Pues, ¿por qué se quieren tal mal estos dos señores? Porque Rifan Farrón es un furibundo
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pagado y está enamorado de la hija de Pentapolín, que es muy hermosa y su padre no se la quiere
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entregar al rey moro. Por mis barbas que hace muy bien Pentapolín y que lo tengo que ayudar. Harás
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Pues bien, Sancho, porque para entrar en batallas semejantes no se requiere ser armado caballero.
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Pero, ¿dónde pondremos este asno? ¿Entrar en las refriegas con semejante caballo?
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No creo que esté en uso. Así es, lo que puedes hacer es dejarle a sus aventuras, se pierda o no,
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Porque serían tantos los caballos que tendremos después de que salgamos vencedores
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Que aún corre peligro rocinante
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No lo cambie por otro
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Vamos a esa loma, desde la cual veremos a los dos ejércitos acometerse
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¡Cuidado, Rufio! ¡Mirá cuánto cambio!
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Señor, yo no veo hombres, ni gigantes de cuantos vuestra merced dice
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Quizás solo sea encantamiento, como el fantasma de anoche
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¿Cómo puedes decir eso?
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No oyes el relinchar de los caballos
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El tocar de los clavinés
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El ruido de los tambores
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No oigo otra cosa, sino muchos balidos de ovejas y carneros
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El miedo que tienes te hace, Sanch
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Que ni oigas ni veas, a derechas
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Porque el miedo tumba los sentidos
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y hace que las cosas no parezcan lo que son.
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Y si tanto temes, retírate y déjame que yo solo basto
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a dar la victoria a la patria quien quiere mi ayuda.
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¡Vuelvo a vuestro merced, señor Don Quijote!
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Mire que no es andante ni caballero, ni arma, ni escudo, ni nada.
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Que son corneros y ovejas los que van a vestir.
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¡No, no! ¡Qué locura es esta!
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Es caballero los que militáis bajo las banderas del valeroso emperador Pentapolín del arremangado brazo. Seguidme todos, veréis cuán fácilmente le doy final de su enemigo Alifanfarrón de los Trapubana.
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¿Dónde estás, soberbio alifanfarrón? Vente a mí, que un caballero solo soy,
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y debes probar todas tus fuerzas, y castigarte en pena a la vida que das al valeroso pentapolín.
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¿Dónde estás, escondido cobarde?
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¡Dejadle! ¡Oh! ¡Oh! ¡Dejadle ya!
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Él, ¡ay! Estoy maltrecho, pero aún tengo el licor que sana todas las heridas, el bálsamo de Fierabrás.
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- Subido por:
- Teresa Pilar M.
- Licencia:
- Reconocimiento
- Visualizaciones:
- 24
- Fecha:
- 11 de mayo de 2016 - 13:19
- Visibilidad:
- Público
- Centro:
- IES SALVADOR ALLENDE
- Duración:
- 05′ 40″
- Relación de aspecto:
- 1.78:1
- Resolución:
- 1920x1080 píxeles
- Tamaño:
- 201.07 MBytes