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Tercer clasificado

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Subido el 12 de junio de 2021 por Maria Victoria M.

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"El viaje de Fausto" escrito por Mario Ríos del CEPA Gloria Fuertes de Navalcarnero es el tercer clasificado en esta edición.

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Cuando desperté aquella mañana, enseguida noté que algo había cambiado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me sentí como un trapecista del circo en su aprobación más difícil. Decidí hacer frente a aquella funesta sensación tomando un café. Armado con la humeante taza, eché un vistazo por la ventana. 00:00:00
El panorama era extraño al otro lado del cristal. El paisaje estaba incompleto. La niebla siempre me infundía la misma sensación misteriosa. Me gustaba ver aparecer de repente las cosas, como llevadas de otra dimensión. En aquella intimidad todo podía pasar. Todo era nuevo y sorprendente. 00:00:19
Me extrañó que el alca no viniese a saludarme, poniendo su rabito perezosamente. 00:00:39
Evidentemente, era evidente que dormía plásticamente. 00:00:47
Me hubiese gustado pasar un rato con ella en el parque. 00:00:51
Disfrutaba de esos paseos. 00:00:54
Con la niebla, los viejos cedros del cementerio parecen gigantes. 00:00:57
La vieja cripta sobresale del recinto enigmática y fría, como la inmensa cabeza de una ballena surgiendo de la vida. 00:01:01
Decidí darme prisa 00:01:07
Tenía que volver al hospital 00:01:10
No estaba la situación como para llorar tarde al trabajo 00:01:12
Un último vistazo desde la puerta de la habitación 00:01:16
El contorno dedicado de María se dibujaba bajo el edredón 00:01:19
No quise despertarla 00:01:23
Había oído llorar durante la noche 00:01:25
Creo que lo necesitaba 00:01:28
Estaba siendo duro para ella 00:01:30
La epidemia nos afectó a todos en lo más hondo de nuestra condición humana 00:01:34
manos. El sufrimiento, la desesperación y el desamparo se emprendaban en el alma casi tan 00:01:37
profundamente como lo hacía el virus en las vías respiratorias, dejando el espíritu indefenso 00:01:43
ante su avance lento pero irremediable. En la habitación más alegre y confortable de la casa, 00:01:48
la pequeña Ana dormía profundamente. La verde fresa de su boquita abierta emitía un rugidito 00:01:55
casi imperceptible. Me incliné para besar su cabeza cubierta de aquella suave pelusita. 00:02:01
Al notar su febril calor, pensé en lo indefensa e inocente que era. Imaginé mi vida con ellas en un tercer grado y confortable. Sin miedo, emprendí mi viaje. 00:02:07
Llegué a la parada del autobús. Me refugié en ella como un náufrago que encuentra una balsa en mitad de la mar en calma. El silencio era enorme. Durante la espera, algunos personajes desfilaron por la acera, absortos en sus pensamientos y ateridos por el frío de la mañana. 00:02:20
Infundados en sus abrigos y para interpretados tras la mascarilla 00:02:38
Parecían astronautas desvalidos en aquella atmósfera extraña 00:02:43
Nadie saludo 00:02:46
La excepcionalidad apartaba las sencillas rutinas que nos empujaban en la ida 00:02:48
Los detalles que antes nos habían servido, ahora se antojaban un lujo 00:02:53
Después de una extraña espera, llegó el autobús 00:02:59
Al entrar, el conductor ni siquiera me vio 00:03:01
La pantalla y la mascarilla le conferían un aspecto de autómata 00:03:07
en una película de ciencia ficción. 00:03:10
El transistor, mal sintonizado, 00:03:14
y mi tema no tenía sin sentido que no alcanzaba a entender. 00:03:17
Era domingo y el autobús estaba completamente vacío. 00:03:21
Me senté resignado y me coloqué en los auriculares para escuchar la radio. 00:03:25
Seguiré a reconocer los acordes. 00:03:29
Era el adagio de la quinta sinfonía del malo. 00:03:31
Me invadió una profunda melancolía. 00:03:34
La luz del sol encendía la espesura como un halo celestial 00:03:36
El pesado traqueteo del vehículo provocaba la sensación de estar flotando en una barcada 00:03:40
Los bancos de bruma se reforzaban a nuestro paso 00:03:45
La fantasmal silueta oscura del conductor me confundía con el barquero Caron 00:03:49
Transportándome a la otra orilla del estirje 00:03:54
No recuerdo el viaje, pero una sensación de abandono me embargó 00:03:57
No sentía nada y eso me tranquilizó 00:04:02
La artritis que me había acompañado desde pequeño por fin cesó 00:04:04
Por un momento, el miedo se esfumó, arrastrado por la serenidad más placentera que podáis imaginar 00:04:09
Me sentí más vivo que nunca 00:04:16
No sé si me venció el sueño 00:04:18
Cuando recuperé la noción del tiempo, me encontraba de pie frente a la puerta del hospital 00:04:21
El autobús se perdía a lo lejos devorado por la sobrenatural niebla 00:04:26
Entré en el edificio por la entrada del personal 00:04:31
Bueno, las puertas automáticas se abrieron hacia adentro arrastrando un fino aliento de débil niebla. Un baruto de batas, equipos de protección se amontaraban junto a la puerta. Sentía fuerzas renovadas para incorporarme a mi puesto. Estaba seguro de que hoy sería un día especial. Me puse el equipo y fui atravesando las puertas de la UCI, que se abrían a mi paso, invitándome a seguir. 00:04:34
Cuando atravesé la última de ellas, el sol resplandeciente que entraba por la ventana me deslumbró. 00:04:58
Poco a poco aparecieron las siluetas de mis compañeros. 00:05:05
Todos se movían a mi alrededor en su ritual diario que ahora me parecía más armonioso que nunca. 00:05:08
No podía moverme mientras los observaba. 00:05:14
Se ve que todos me miraban con dulzura, con la misma expresión con la que todavía, 00:05:18
y después de tantos años, recuerdo los ojos grises o el hinojo de mi padre. 00:05:22
De repente entendí que la situación en el box número 9 era desesperada 00:05:26
Sin saber muy bien cómo, crucé el umbral y la bruma pétrea de mi corazón se disipó para la cima 00:05:32
Entendí entonces que la vida es un pequeño instante, lugar, maravilloso 00:05:38
Que nuestro tiempo aquí es un regalo 00:05:44
Que viviremos juntos con el recuerdo de las cosas fantásticas que nos ocurrieron 00:05:46
Que nos fueron regaladas, casi por casualidad 00:05:50
ya no tenía miedo 00:05:53
mis compañeros estaban de pie frente a mí 00:06:04
intenté abrazarlos con toda mi alma 00:06:07
pero ya no quedaba tiempo 00:06:10
y para sacar el cuerpo marchito 00:06:11
que yacía en aquella cama 00:06:13
si hubiese aliento de vida 00:06:14
yo debería estar con él 00:06:16
la vida me había reservado tantas cosas 00:06:17
aquel era mi destino 00:06:21
lo asumí 00:06:23
y supe que todo había valido la pena 00:06:25
ahora viviría en el recuerdo para siempre 00:06:26
la niebla recuperó lo que era su 00:06:29
era la hora de pasar 00:06:32
brújulmente al otro lado 00:06:34
a mis padres y a mi esposa 00:06:36
Autor/es:
Mª Victoria Moreno Sanfrutos
Subido por:
Maria Victoria M.
Licencia:
Reconocimiento - Compartir igual
Visualizaciones:
70
Fecha:
12 de junio de 2021 - 21:49
Visibilidad:
Público
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