Explicación Coplas a la muerte de su padre - Contenido educativo
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Vamos a hacer un análisis de las coplas a la muerte de su padre.
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Teniendo en cuenta que la primera parte la vimos en clase,
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voy a ser un poquito más ligera y me centraré más a partir de la mitad y la última parte.
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Voy a contextualizar para recordar un poquito que Jorge Manrique, de 1440,
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está ya a final de la Edad Media,
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tenemos que tener presente toda la mentalidad y todo lo que hemos estudiado hasta ahora,
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pero con un paso más, porque Jorge Manrique ya está a caballo con el Renacimiento,
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también bebe de este cambio de mentalidad que vamos a ver posterior y que tiene presente.
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Y hay un hecho que es el que produce estas coplas, que es la muerte de su padre.
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Es interesante esto porque Jorge Manrique, parte de un hecho real,
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no teoriza sobre la vida y la muerte, sino que ante un acontecimiento que le ha interpelado,
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él da una respuesta.
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Y entonces es curioso porque todo lo que vamos a ver tiene detrás una pregunta.
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¿Qué es lo que tiene Jorge Manrique que le hace escribir,
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ante un acontecimiento concreto de la muerte de su padre, unas coplas con una certeza?
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¿Qué es lo que hace que tenga serenidad ante un acontecimiento que nos interpela
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y ante el cual nos pone delante de un misterio?
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Estamos en el siglo XXI y seguimos teniendo ese misterio y esa preocupación,
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que nos excede razonablemente.
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Es interesante que entendamos también que Jorge Manrique tiene una doble intencionalidad,
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una personal.
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Pone por escrito, con un ritmo concreto, con unas estrofas absolutamente cerradas,
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con una rima y con unos tópicos literarios que se repiten incansablemente,
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pues pone de manifiesto a sí mismo, de forma personal,
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la certeza que él ha vivido en la experiencia de la muerte de su padre.
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Como ha conseguido una respuesta a este misterio que es la muerte,
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y lo quiere plasmar para que se le grave de forma personal esta experiencia.
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Pero a la vez no se introduce en el texto, porque él escribe su obra para sí mismo,
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para verificarse a sí mismo lo que ha experimentado,
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pero también es una obra con una finalidad social, es para otros.
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De tal manera que la respuesta que él ha encontrado al misterio de la muerte
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se ha compartido, se ha expuesto a los demás.
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Y este es el motivo por el cual vamos a ver que constantemente se repite,
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casi a modo de sentencia, una serie de tópicos, una serie de temas típicos
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de la fugacidad de la vida, de la banalidad de los bienes,
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que de alguna manera quiere que se le graben en el corazón, a modo de certeza,
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y que se nos grabe a los demás también.
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Por empezar, acordaos de que esta primera copla empieza siendo una exhortación,
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es decir, una llamada de atención.
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Este primer verbo recuerde el alma dormida.
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Este recordar no significa traer a la memoria nada, sino que significa despertar,
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volver en sí. Vuelve, avive el seso, es decir, despierta tu inteligencia, hombre,
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y date cuenta de cuál es la realidad en la que vives.
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Que la vida se pasa y que la muerte viene a todos.
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Que el placer no dura.
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Que somos seres finitos.
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De tal manera que estas primeras coplas son una exhortación al ser humano
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para que se eleve, para que recupere su conciencia y viva según su dignidad humana.
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Si el deseo más grande del corazón del hombre es la eternidad,
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y sin embargo la realidad le presenta que es finito,
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¿cómo podemos vivir los días sin tener en cuenta que cada momento que pasa es único?
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¿Cómo podemos dejar pasar las horas sin considerarlas un tesoro tan valioso
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que se va y no vuelve?
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Entonces es una llamada de atención a vivir según nuestra dignidad de hombres.
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De tal manera que no vivamos despreciando el tiempo, despreciando la realidad,
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despreciando nuestra naturaleza.
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Es de alguna manera un llamamiento, casi un por favor,
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a vivir acordes a nuestro gran deseo, a este deseo de eternidad.
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Y por eso en esta segunda copla, que nos introduce el tema del tiempo,
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nos introduce además con la primera persona del plural,
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todos vemos que lo presente se acaba.
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Que nadie se engañe pensando que va a durar más de lo que espera.
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Que nadie se engañe pensando que somos, de alguna manera, posesión,
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o tenemos en posesión el tiempo. No es verdad.
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Nadie puede añadir ni una hora sola a su vida.
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Nadie puede. Nadie elige el momento de la muerte.
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Cuando hablamos en sentido natural, entendedme bien,
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cuando un niño de siete años tiene leucemia,
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y hay niños de siete años que se mueren,
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y podéis ir a la planta de oncología de cualquier hospital,
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¿cuántos daríamos minutos de nuestra vida para ellos?
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Estamos en el siglo XXI y no tenemos ni siquiera esta poción mágica
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en el desarrollo de la ciencia.
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Que nadie se engañe pensando que va a durar más de lo que espera.
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No poseemos el tiempo, no poseemos el presente, tampoco el futuro.
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Y que nos lo digan justo en el siglo XXI.
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Que nadie se engañe.
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¿Por qué, sin embargo, sentimos la necesidad de planear nuestro futuro
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cuando ni siquiera sabemos si vamos a vivirlo?
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Esta exhortación que continúa con esta copla tan famosa,
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nuestras vidas son los ríos que van a nadar en el mar,
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que es el morir.
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Con esta imagen, este tópico literario, el Vita Flumen,
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que ha perdurado tanto en el tiempo,
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y que nos hace, de alguna manera, preguntarnos
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si la vida es igual que los ríos,
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que siempre acaban en el mar, que siempre acaban en la muerte.
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Hemos sido creados para la muerte.
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Hemos sido creados para perecer, para acabarnos.
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Pero a la vez, avanzando en esta copla,
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podemos ver además cómo nos pone delante de una realidad.
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Que nos invita a preguntarnos cómo queremos vivir la vida.
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Porque si la muerte, además, iguala a todos.
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Los ríos cabalosos, los medianos, es decir, la gente poderosa,
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la gente que tiene muchas cosas,
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la gente que ha hecho muchas cosas en la vida,
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la gente que a lo mejor ha pasado desapercibida, que nadie le conoce.
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El otro día me preguntaba mi hijo mayor,
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oye mamá, ¿y qué hay que hacer para que se acuerden de ti cuando te mueras?
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Y es curioso, ¿no?
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Porque a todos nos iguala la muerte.
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Todos llegamos a ese momento igual.
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Hayamos hecho muchas cosas, menos, seamos famosos, no seamos.
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Hayamos utilizado bien nuestras horas o no.
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Hayamos hecho actos de amor o no.
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Y es curioso, ¿no?
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Entonces nos pone delante de esta realidad y por eso es una exhortación.
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Oye, sé consciente.
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Vosotros, alumnos de primero de bachillerato,
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sed conscientes de que os vais a morir.
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De que nos vamos a morir todos.
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Entonces, ¿cómo quieres vivir?
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¿Cómo quieres percibir, cómo quieres concebir tu vida?
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Porque no es lo mismo la respuesta de ser un ser para la muerte
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que pensar o tener la certeza.
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Porque Jorge Manrique no tiene una teoría,
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tiene la certeza de que la vida está salvada.
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Por eso, en esta copla cuarta,
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y cerro esta introducción,
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cuando era costumbre que los poetas de alguna manera
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invocaran a las musas que despertaban en ellos este deseo de belleza
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y por eso escribían,
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Jorge Manrique dice, no, yo no quiero invocar a nadie
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ni a nada que sea finito,
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a nada de estos famosos poetas oradores,
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no a nada ficticio,
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sino que solo quiero encomendarme a aquel que de verdad perdura.
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En esta copla cuarta introduce, por primera vez,
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Jorge Manrique a Dios en su texto,
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de forma absolutamente indirecta.
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No quiero encomendarme,
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no quiero dejar, de alguna manera,
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mi pensamiento o el origen de mi texto
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en nada que se acabe, en nada que sea finito.
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Ni siquiera en la dama de la que me enamoro,
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en la dama que su belleza me produce,
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ese anhelo de sentido de las cosas.
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Solo en Dios, si mi deseo más profundo es la eternidad
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y solo Dios es eterno, solo a Dios invoco
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y en él pongo mi esperanza
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y el origen de estas coplas
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ante el hecho de la muerte de mi padre.
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- Autor/es:
- María González Castro
- Subido por:
- María G.
- Licencia:
- Reconocimiento
- Visualizaciones:
- 4
- Fecha:
- 27 de julio de 2023 - 8:30
- Visibilidad:
- Clave
- Centro:
- CPR INF-PRI-SEC SAN IGNACIO DE LOYOLA
- Duración:
- 07′ 54″
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