Cuento La ovejita que vino a Cenar - Contenido educativo
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Cuento para aprender
La ovejita que vino a cenar
00:00:01
Otra vez sopa de verduras
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Se quejó el viejo lobo
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Ojalá tuviera una ovejita
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Me prepararía un buen estofado
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Mi comida favorita
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Justo entonces
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Era una ovejita
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¿Puedo pasar?
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—¡Sí, querida! ¡Pasa, pasa! ¡Llegas justo a tiempo para cenar! —respondió el viejo lobo con tono burlón.
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La ovejita tiritaba de frío.
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—¡Santo cielo! ¡No puedo comerme una ovejita que está tan helada! ¡Odio la comida fría!
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Y la puso cerca de la chimenea para que entrara en calor
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El viejo lobo buscó la receta de un estofado en un libro de cocina
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Se le hacía la boca agua solo de pensarlo
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La ovejita también tenía hambre y le sonaban las tripas
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¡Santo cielo! pensó el viejo lobo
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No puedo comerme una ovejita a la que les venen las tripas
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Podría generar una indigestión
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Y le dio una zanahoria para que se la comiera
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¡El relleno!
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La ovejita se zampó la zanahoria tan rápido que le entró hipo
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¡Santo cielo!
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Pensó el viejo lobo
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No puedo comerme una ovejita que tiene hipo
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¡Podría darme hipo a mí también!
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Pero el lobo no sabía qué hacer para que se le pasara el hipo
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Lo intentó lanzando a la ovejita por los aires
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¡Hip!
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Pero no funcionó
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La levantó sujetándola por los pies, pero no funcionó.
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Le hizo dar vueltas y más vueltas, pero tampoco funcionó.
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El viejo lobo puso a la ovejita sobre su hombro y le dio unas palmaditas en la espalda con su grande y peluda garra.
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La ovejita dejó de tener hipo. Se acurrucó bajo el pelo del hocico del viejo lobo y al instante se durmió en sus brazos.
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El viejo lobo tenía una sensación extraña. Era la primera vez que su cena lo abrazaba y de pronto perdió el apetito.
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La ovejita roncaba dulcemente bajo su oreja, un ronquido tras otro.
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¡Santo cielo! No puedo comerme una ovejita que ronca
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El viejo lobo se sentó en el balancín junto a la chimenea
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Con la tierna ovejita en su regazo
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Y pensó que hacía mucho tiempo que nadie lo abrazaba
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El lobo la olfateó una y otra vez
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Aquella ovejita olía muy, muy, pero que muy bien
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¡Oh! refunfuñó el lobo.
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Si me la como rápidamente, no pasará nada.
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Y cuando estaba a punto de zampársela, la ovejita se despertó y le dio un gran beso.
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¡No! gritó el lobo.
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¡No es justo! Soy un lobo grande y malo y tú eres un estofado.
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¿Estofado? dijo sonriente la ovejita.
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Y señalando al viejo lobo, añadió
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¿Lobo?
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¡Oh, señor! ¡Dame fuerzas! ¡Tienes que irte!
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El lobo abrigó bien a la ovejita y la dejó fuera.
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¡Ahora vete!
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Si te quedas aquí conmigo, te comeré.
00:04:06
Y después los dos nos arrepentiremos.
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Fuera estaba oscuro y hacía frío.
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La ovejita aporreó la puerta.
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Lobo, ¿puedo entrar?
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Pero el viejo lobo se tapó las orejas con las manos y empezó a cantar.
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¡Lolololo!
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Hasta que ya no oyó a la ovejita.
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Al fin se hizo el silencio.
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¡Gracias a Dios, se ha ido!
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Pensó el lobo.
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Aquí, con un viejo lobo hambriento como yo, no estaba a salvo.
00:04:43
Después se puso a pensar en la ovejita sola en la oscuridad del bosque.
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¿Qué no se ha perdido? ¿Qué no se ha congelado? ¿Qué no se la han comido? ¡Oh, no! ¡Qué hecha!
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Aulló el lobo, se levantó y abrió la puerta.
00:05:06
El viejo lobo salió a toda prisa hacia el oscuro bosque, gritando
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¡Ovejita, ovejita, vuelve! ¡No te comeré, te lo prometo!
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Más tarde, mucho más tarde, el viejo lobo regresaba a su casa
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Triste, decaído, cansado y solo
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El lobo abrió la puerta y...
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Ahí, junto a la chimenea, estaba la ovejita
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¡Has vuelto! ¿No tienes otro lugar al que ir?
00:05:45
La ovejita dijo que no con la cabeza
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¿Entonces te gustaría quedarte aquí conmigo?
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La ovejita lo miró fijamente y dijo
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¿No me comerás todo de verdad?
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¡Santo cielo! ¡No puedo comerme a una ovejita que me necesita! ¡Podría darme ardor de estómago!
00:06:06
La ovejita sonrió y se lanzó a los brazos del viejo lobo.
00:06:16
¿Tienes hambre, estofadomino? ¿Te apetece un poco de sopa de verduras?
00:06:21
¡Es mi comida favorita!
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Y colorín colorado, este cuento se ha acabado y espero que te haya gustado.
00:06:30
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- Alberto S.
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- 15 de abril de 2024 - 19:39
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