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Marianela - Capítulo 1 - Benito Pérez Galdós

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Subido el 22 de febrero de 2023 por Marco Antonio V.

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Marianela, de Benito Pérez Galdós 1. 00:00:00
Perdido. 00:00:07
Se puso el sol. 00:00:09
Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron 00:00:11
poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante 00:00:17
en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. 00:00:22
Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres 00:00:26
y brutos, y subías en cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos 00:00:33
grupos de quinteros, hallas y robles. 00:00:38
Ya se ve que estamos en el norte de España. 00:00:42
Era un hombre de mediana edad, de complexión recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto 00:00:46
de ademanes, firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su 00:00:52
regular obesidad, y, dígase de una vez aunque sea prematuro, excelente persona por doquiera 00:00:58
que se le mirara. 00:01:05
Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete 00:01:07
que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, 00:01:13
y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para palear las zarzas cuando extendían 00:01:18
sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa. 00:01:24
Detuvose, y mirando a todo el círculo del horizonte, parecía impaciente y desasosegado. 00:01:29
Sin duda no tenía gran confianza en la exactitud de su itinerario, y aguardaba el paso de algún 00:01:35
aldeano que le diese buenos informes topográficos para llegar pronto y derechamente a su destino. 00:01:40
—No puedo equivocarme —murmuró—. Me dijeron que atravesara el río por la pasadera. Así lo hice. 00:01:47
Después que marchara adelante, siempre adelante. En efecto, allá, detrás de mí, 00:01:54
quedó esa apreciable villa, a quien yo llamaría Villa Fangosa, por el buen surtido de lodos que 00:02:00
en sus calles y caminos. De modo que por aquí, adelante, siempre adelante. Me gusta esta frase, 00:02:06
y si yo tuviera escudo, no le pondría otra divisa. He de llegar a las famosas minas de 00:02:13
Socartes. Después de andar largo trecho, añadió. Me he perdido, no hay duda de que me he perdido. 00:02:19
Aquí tienes, Teodoro Colfín, el resultado de tú, adelante, siempre adelante. Estos palurdos 00:02:25
no conocen el valor de las palabras, o han querido burlarse de ti, o ellos mismos ignoran 00:02:32
dónde están las minas de Socartes. Un gran establecimiento mineroa de anunciarse con edificios, 00:02:37
chimeneas, ruido de arrastres, resoplido de hornos, relincho de caballos, trepidación de máquinas. Y 00:02:43
yo no veo, ni huelo, ni oigo nada. Parece que estoy en un desierto. ¡Qué soledad! Si yo creyera en 00:02:50
brujas, pensaría que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de ser presentado a ellas. 00:02:57
¡Demonio! ¿Pero no hay gente en estos lugares? Aún falta media hora para la salida de la luna. 00:03:03
¡Ah, brivona! Tú tienes la culpa de mi extravío. Si al menos pudiera conocer el sitio donde me 00:03:09
encuentro. Pero ¿qué más da? Al decir esto, hizo un gesto propio del hombre esforzado que 00:03:15
desprecia los peligros. ¡Colfín! ¡Tú que has dado la vuelta al mundo! ¿Te acobardarás ahora? 00:03:22
Los aldeanos tenían razón. Adelante, siempre adelante. La ley universal de la locomoción no 00:03:29
puede fallar en este momento. Y puesta denodadamente en ejecución aquella osada ley, 00:03:35
recorrió un kilómetro, siguiendo a capricho las veredas que le salían el paso y se cruzaban y se 00:03:41
quebraban en ángulos mil, cual si quisiesen engañarle y confundirle más. Por grande que 00:03:46
fuera su resolución intrepidez, al fin tuvo que pararse. Las veredas, que al principio subían, 00:03:52
luego empezaron a bajar, enlazándose, y al final bajaron tanto que nuestro viajero 00:03:58
hallóse en un talud, por el cual sólo habrían podido descender echándose a rodar. 00:04:04
—¡Bonita situación! —exclamó sonriendo y buscando en su buen humor, 00:04:08
lenitivo a la enojosa contrariedad. —¿En dónde estás, querido Golfín? 00:04:14
—Esto parece un abismo. ¿Ves algo allá abajo? —Nada, absolutamente nada, 00:04:19
pero el césped ha desaparecido, el terreno está removido. Todo es aquí pedruscos y tierra sin 00:04:24
vegetación, teñida por el óxido de hierro. Sin duda estoy en las minas, pero ni alma viviente, 00:04:30
ni chimeneas humeantes, ni ruido, ni un tren que murmure a lo lejos, ni siquiera un perro que ladre. 00:04:37
—¿Qué haré? Hay por aquí una vereda que vuelve a subir. 00:04:43
—Seguiréla. —¿Desandaré lo andado? 00:04:46
—¿Retroceder? ¡Qué absurdo! O yo dejo de ser quien soy, o llegaré esta noche a las famosas 00:04:49
minas de Socartes y abrazaré a mi querido hermano. Adelante, siempre adelante. 00:04:55
Dio un paso y hundióse en la frágil tierra movediza. 00:05:01
—Esas tenemos, señor Planeta. ¿Con qué quiere usted tragarme? Si ese algazán satélite quisiera 00:05:04
alumbrar un poco, ya nos veríamos las caras usted y yo. Afé que por aquí abajo no hemos de ir a 00:05:12
ningún paraíso. Parece esto el cráter de un volcán apagado. Hay que andar suavemente por 00:05:17
tan delicioso precipicio. ¿Qué es esto? ¡Ah, una piedra! Magnífico asiento para echar un cigarro, 00:05:23
esperando a que salga la luna. El discreto golfín se sentó 00:05:30
tranquilamente como podría haberlo hecho en el banco de un paseo. Y ya se disponía a fumar, 00:05:34
cuando sintió una voz. Sí, indudablemente era una voz humana que lejos sonaba. Un quejido patético, 00:05:40
mejor dicho, melancólico canto, formado de una sola frase, cuya última cadencia se prolongaba 00:05:47
apienándose en la forma que los músicos llaman morendo, y que se apagaba al fin, 00:05:54
en el plácido silencio de la noche, sin que el oído pudiera apreciar su vibración postrera. 00:05:59
—¡Vamos! —dijo el viajero lleno de gozo—, ¡humanidad tenemos! ¡Ese es el canto de una 00:06:05
muchacha! Sí, es voz de mujer, y voz preciosísima. Me gusta la música popular de este país. Ahora 00:06:12
calla. Oigamos, ¡qué pronta de volver a empezar! ¡Ya, ya suena otra vez! ¡Qué voz tan bella, 00:06:19
qué melodía tan conmovedora! Creería ser que sale de las profundidades de la tierra, 00:06:25
y que el señor de Golfín, el hombre más serio y menos supersticioso del mundo, 00:06:30
va a andar en tratos ahora con los silfos, hondinas, gnomos, hadas, y toda la chusma 00:06:34
emparentada con la loca de la casa. Pero, si no me engaña el oído, ¿la voz se aleja? ¿La 00:06:40
graciosa cantora se va? ¡Eh, muchacha, aguarda, detén el paso! La voz, que durante breve rato 00:06:47
había regalado con encantadora música el oído del hombre extraviado, se iba perdiéndose en 00:06:54
la inmensidad tenebrosa, y a los gritos de Golfín el canto extinguiose por completo. 00:06:59
Sin duda la misteriosa entidad nómica, que entretenía su soledad subterránea cantando 00:07:05
tristes amores, se había asustado de la brusca interrupción del hombre, 00:07:11
huyendo a las más hondas entrañas de la tierra, donde moran, a varas de sus propios fulgores, 00:07:15
las piedras preciosas. —Esta es una situación divina —murmuró Golfín, considerando que no 00:07:20
podía hacer mejor cosa que dar lumbre a su cigarro—. No hay mal que cien años dure. 00:07:28
Aguardemos fumando. Me he lucido con querer venir solo y a pie a las montañas de Socartes. Mi 00:07:34
equipaje habrá llegado primero, lo que prueba de un modo irrebatible las ventajas del adelante, 00:07:40
siempre adelante. Movióse entonces ligero vientecillo, y Teodoro creyó sentir pasos 00:07:45
lejanos en el fondo de aquel desconocido o supuesto abismo que antes sí tenía. Puso 00:07:52
atención, y no tardó en adquirir la certeza de que alguien andaba por allí. Levantándose, 00:07:58
gritó. —Muchacha, hombre, o quien quiera que seas, ¿se puede ir por aquí a las minas de Socartes? 00:08:03
No había concluido, cuando yo sé el violento ladrar de un perro, y después una voz de hombre 00:08:09
que dijo. —¡Choto, choto, ven aquí! —¡Eh! —gritó el viajero—. Buen amigo, 00:08:15
muchacho de todos los demonios, o lo que quiera que seas, sujeta pronto ese perro, 00:08:22
que yo soy hombre de paz. —¡Choto, choto! Golfín vio que se le acercaba un perro negro y grande, 00:08:27
mas el animal, después de gruñir junto a él, retrocedió llamado por su amo. 00:08:34
En tal punto y momento, el viajero pudo distinguir una figura, un hombre, 00:08:38
que inmóvil y sin expresión, cual muñeco de piedra, estaba en pie a distancia como de 00:08:43
diez varas más abajo de él, en una vereda transversal que aparecía irregularmente trazada 00:08:49
por todo lo largo del talud. Este sendero y la humana figura detenida en él, llamaron 00:08:54
vivamente la atención de Golfín, que dirigiendo gozosa mirada al cielo, exclamó. —¡Gracias a 00:09:00
Dios! Al fin salió esa loca. Ya podemos saber dónde estamos. No sospechaba yo que tan cerca 00:09:06
de mí existiera esta senda. Pero sí es un camino. —¡Hola, amiguito! ¿Puede usted decirme si estoy 00:09:12
en las minas de Socartes? —Sí, señor. Estas son las minas de Socartes, aunque estamos un poco 00:09:19
lejos del establecimiento. La voz que esto decía era juvenil y agradable, y resonaba con las 00:09:25
simpáticas inflexiones que indican una disposición a prestar servicios con buena voluntad y cortesía. 00:09:30
Mucho gustó al doctor oírla, y más aún observar la dulce claridad que, difundiéndose por los 00:09:36
espacios antes oscuros, hacía revivir cielo y tierra, como si se lo sacara de la nada. 00:09:42
—Fiat lux —dijo descendiendo—. Me parece que acabo de salir del caos primitivo. Ya estamos en 00:09:49
la realidad. Bien, amiguito, doy a usted gracias por las noticias que me ha dado y las que aún 00:09:56
ha de darme. Salí de Villa Mojada al ponerse el sol. Dijéronme que adelante siembra adelante. 00:10:01
—¿Va usted al establecimiento? —preguntó el misterioso joven, permaneciendo inmóvil y rígido, 00:10:08
sin mirar al doctor, que ya estaba cerca. —Sí, señor, pero sin duda equivoqué el camino. 00:10:13
—Esta no es la entrada de las minas. La entrada es por la pasadera de Rabagones, 00:10:19
donde está el camino y el ferrocarril en construcción. Por allá hubiera usted llegado 00:10:24
en diez minutos al establecimiento. Por aquí tardaremos más, porque hay bastante distancia 00:10:28
y muy mal camino. Estamos en la última zona de explotación, y hemos de atravesar algunas 00:10:34
galerías y túneles, bajar escaleras, pasar trincheras, remontar taludes, descender el plano 00:10:39
inclinado, en fin, recorrer todas las minas de Socartes, desde un extremo, que es este, 00:10:46
hasta el otro extremo, donde están los talleres, los hornos, las máquinas, el laboratorio y las 00:10:51
oficinas. —Pues, a fe mía, que ha sido floja mi equivocación —dijo Golfín riendo—. Yo le 00:10:57
seguiré a usted con mucho gusto, porque conozco estos sitios perfectamente. 00:11:04
Golfín, hundiendo los pies en la tierra, resbalando aquí y bailoteando más allá, 00:11:08
tocó al fin el benéfico suelo de la vereda, y su primera acción fue examinar al bondadoso joven. 00:11:13
Breve rato estuvo el doctor dominado por la sorpresa. 00:11:19
—¿Usted? —murmuró. —Soy ciego, sí, señor —añadió el joven—, 00:11:23
pero sin vistas he recorrer de un cabo a otro las minas de Socartes. El palo que uso me impide 00:11:30
tropezar, y Choto me acompaña, cuando no lo hace la Nela, que es mi lazarillo. Con que sígame usted, 00:11:36
y déjese llevar. 00:11:42
Idioma/s:
es
Autor/es:
Marco Vázquez
Subido por:
Marco Antonio V.
Licencia:
Reconocimiento
Visualizaciones:
52
Fecha:
22 de febrero de 2023 - 21:09
Visibilidad:
Público
Duración:
11′ 47″
Relación de aspecto:
1.78:1
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